En la Opinión de Pepe Mata… La escandalosa alarma que encendió Pamplona

18 julio 2022 José Mata

En mi crónica del reciente 13 de Julio de Pamplona, hice notar que era fundamental que la Casa de la Misericordia debería replantear la forma de confeccionar sus carteles. No basta simplemente con cortar orejas para repetir, sino que exista realmente el fundamento, de que los toreros del elenco sean auténticos atractivos de cartel, con el fin de que se apoye a la tauromaquia para continuar consolidándose en el futuro inmediato.

En este contexto, también enfaticé que se debería poner suma atención en el hecho, de que no necesariamente quienes corren los encierros son aficionados taurinos y por lo tanto eso no les obliga a ir por la tarde a la plaza de toros.

______________________________

Muchos se hacen presentes en los Sanfermines para divertirse a todo lo que da el cuerpo, hasta incluso, perder la conciencia en una inconsciencia que les sirve para deambular por la irreflexión; de ahí que se deriven tantos desmanes que se han llegado a reportar como graves.

Históricamente los encierros nacieron como una consecuencia de las corridas de toros, sin embargo, desde hace varios años los Sanfermines pareciera que están solicitando su independencia, y todo porque por la tarde, en las corridas de toros, al carecer de emoción por la sistemática falta del toro bravo y encastado, se llega a lo anodino.

Sí, la falta de emoción.

Esa emoción tan imprescindible en toda corrida de toros, que debería vivirse habitualmente, está quedando aminorada por la absurda imposición que hicieron durante cerca de 3 décadas los figurines a las ganaderías comerciales.

Sí, esa imposición que llevó a “inventar” a través de los empadres -para la satisfacción de esos figurines- a un toro casi “domesticado“, que acudiera de forma obediente, sumisa, dócil a sus capotes y muletas, convirtiendo a la tauromaquia en una parodia por resultar un acto predecible.

Y, sí. Cuando todo se vuelve predecible, comienza el desinterés.

Sorpresivamente la novillada que antecede a los Sanfermines tuvo un éxito inusual, casi se llenó la plaza; a decir de muchos, fue la consecuencia del sólido y renovador éxito que está teniendo el mexicano hecho torero en España, Isaac Fonseca, quien con contundentes cualidades está convenciendo a todos.

______________________________

Un punto que analizar por los organizadores de los festejos no sólo de Pamplona.

La corrida de rejones se convirtió en un mero divertimento al entrar el de la tierra, Guillermo Hermoso de Mendoza -hijo del celebérrimo Pablo- quien por nada le regalaron dos orejas que no dicen ni dirán nada.

Ya dentro de los festejos sanfermineros, las dos entradas con lleno absoluto fueron en las que apareció, Andrés Roca Rey. La única figura del toreo en la actualidad, ya que es el único que llena plazas merced a su absoluta entrega.

Para Roca Rey -un valioso joven peruano hecho torero en España- todos los públicos merecen su respeto y de ahí deriva su inquebrantable entrega, aunque también debería poner atención en abrirse más a todas las ganaderías y dejar, como lo han mal hecho los figurines, de sólo enfrentar al encaste comercial Domecq en todas sus derivaciones.

______________________________

Si bien se vieron llenos en el coso pamplonés, hasta donde trascendió… antes de iniciar cada festejo, todavía había entradas. Todo hace llegar a la conclusión de que ya no fue como en las ediciones anteriores en las que todo quedaba vendido antes del inicio del serial.

¿Se vislumbran algunas posibles soluciones?

¡Por supuesto que sí!

Necesarias soluciones para beneficio del arte del toreo y así detener la severa crisis con la que convive desde hace varios años.

Primero. Prescindir -jubilar- de los llamados figurines, quienes sólo “entusiasman” a su pequeño círculo que se dedica a justificar sus incapacidades.
Segundo. Hacer a un lado a todas las ganaderías comerciales que han llevado a sus toros a la asfixiante mansedumbre a través de los empadres; convirtiéndolos en espejos de la obediencia y la docilidad y, lo peor, que, ahora se está transformado esa mansedumbre en una casi invalidez e inmovilidad, o bien, el desquiciado peligro por el genio que no es más que la casta mala.
Y, el tercero, tan importante como los anteriores… hacer uso de la mercadotecnia. Todas las empresas del mundo la utilizan como factor fundamental de crecimiento y desarrollo. A través de la investigación de mercados conocer qué es lo que desea ver su clientela. Por ejemplo, los empresarios se han empecinado en hacer que Morante rebase los 100 festejos… ¿eso desea ver el gran público? La realidad les ha demostrado que las entradas son modestas, cuando en los carteles de Morante no aparece Roca Rey. Y esto es consecuencia del pobre espectáculo que presenta el de la Puebla del Rió, al margen de que ya está muy visto. Y, una vez que los empresarios taurinos conozcan lo que quiere ver su clientela, hacer una gran y profunda difusión a través de la promoción y la publicidad bien diseñada.

La Fiesta se globalizó con el internet, pero eso no lo entienden los llamados taurinos -empresarios, ganaderos, toreros- quienes viven en su mundo y no se han dado cuenta de que el verdadero universo -el actual- es el que interactúa cada segundo en una convivencia virtual total.

Los empresarios y los toreros carecen de una publicidad bien hecha y agresiva, que convoque a propios extraños. Muchos de sus carteles parecen más para una exposición de fotografías en donde se asiste a verlas con detenimiento, que para impactar de inmediato al transeúnte. Los carteles que supuestamente deberían “publicitar” a un festejo o a un torero, pasan inadvertidos para la vista de a quien va dirigido.

Sí, mal diseñados.

Por otra parte, lo que la publicidad promete debe cumplirse, en este caso, en el redondel; de no ocurrir así, causará desilusión y el alejamiento consecuente del cliente llamado aficionado o público.

Antes se podía engañar y dar falsas informaciones sobre cómo había sido un festejo… ahora no. Los lectores, las audiencias, buscan afanosamente a sus periodistas que no los engañen, sino por el contrario, cumplan con el noble oficio de comunicar una verdad sin compromisos.

Sí, porque vivimos en un mundo de tantas mentiras, de tantas engañifas, en donde los políticos prometen una vida mejor y lo que hallamos es la decadencia absoluta.

Entonces, si acudimos a un luminoso espectáculo, a una mágica tradición como es la tauromaquia, sólo se pide que se cumpla con lo que se anuncia:

¡Una corrida de toros!

Seis toros impecablemente presentados, íntegros, con casta y bravura. En donde un héroe investido de torero, primero se imponga y domine a la fiera, para inmediatamente transfigurarse en artista y nos regale intensos -aunque efímeros- momentos escultóricos.

El público se hartó del engaño, es tiempo de que todos los llamados taurinos entiendan… comprendan, reflexionen y actúen en consecuencia.

Que si se promete la verdad… ¡se cumpla!

Por ello, la frase hecha pero certera que llevo repitiendo desde la década de los 90 cuando escribía en el diario Novedades, sigue teniendo vigencia:

El toro auténtico para el torero de verdad.

Cuando se cumpla esta sentencia, la Fiesta cobrará vida, razón de ser y nos conducirá a todos por la luminosa senda de la grandeza.

¿Es mucho pedir?

¡Claro que no!

______________________________

Sólo se requiere que la honestidad, la ética, la insoslayable verdad, sean el argumento principal en las vidas de todos los llamados taurinos; y así verán florecer nuevamente, al arte del toreo, devolviéndole con ello la grandeza perdida y su total razón de ser como una mágica, mítica y trascendente expresión, que hace evolucionar a muchísimos, muchísimos espíritus de los diletantes taurinos.

¡Dígase la verdad… aunque sea motivo de escándalo!

______________________________________________