Crónicas

En Pamplona… En medio de la agobiante mansedumbre, tres toreros firmes

Pamplona. Viernes 8 de Julio, 2022. Cuarto festejo de la Feria del Toro. Lleno. Toros de Fuente Ymbro, disparejamente presentados, el cuarto fue sustituido desde los corrales, el que originalmente tenían previsto saldría a la plaza, quedó maltrecho tras correr el encierro. En su conjunto han sido mansos, sosos y deslucidos; reservones y doblaban contrario buscando huir hacia su ganadería. No pelearon en los caballos. Otro encierro inmerso en la asfixiante mansedumbre.

Daniel Luque: Vuelta con estentórea petición de oreja  y oreja.

José Garrido: Silencio y oreja.

Álvaro Lorenzo: Oreja tras aviso y silencio.

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De todas las formas de engañar a los demás, la pose de seriedad es la que hace más estragos”: Santiago Rusiñol

  • Advertencia: Siempre es oportuno advertirle tanto a ganaderos como a toreros que esta crónica no es apta para ellos, porque aquí no aparecerán ni los falsos elogios ni las inútiles justificaciones para acomodar todo en una artificiosa ficción y así dañar al arte del toreo. Para ello, existe la prensa corrupta, la que enaltecerá el engaño e intentará convencer a la buena fe de los lectores de lo que no ocurrió en el redondel. Bajo advertencia… no hay engaño.

Ricardo Gallardo, propietario de Fuente Ymbro es un ganadero de toros mansos, eso nos hace fundamentar ya que habitualmente sus encierros adultos tienen ese común denominador… ¡la mansedumbre!

Que sus novillos suelen salir toreables; bueno, habitualmente los utreros son manejables, pero cuando llegan a la edad adulta es cuando se pronuncian la casta y la bravura, o como en el caso de Fuente Ymbro se consolida la mansedumbre.

Que el presidente del festejo, Xabier Sagardoy, cometió el garrafal error de no conceder una más que merecida oreja a, Daniel Luque, tras importante, sólida faena; eso en definitiva es un evidente acto discriminatorio para una persona… el torero, quien fue ignorado en su innegable apasionada entrega.

El ganadero Gallardón intentó justificar a su manso encierro -que por cierto autoelogió- aduciendo que el festejo por este bochornoso hecho -el del presidente Sagardoy- “… se había puesto cuesta abajo“.

No señor ganadero, al festejo le causó daño la mansedumbre, el descastamiento, la sosería, el deslucimiento de los toros; eso sí que es un gran daño, no sólo al festejo sino a la Fiesta, porque conduce a la desesperación y a huir de la corrida. Y, aunque estén en la plaza, el público ya no pone atención y se dispersa.

Por fortuna, hubo tres toreros que merced a su sitio y oficio, a su insoslayable verdad, supieron meter en vereda a esos mansescos ejemplares y realizar faenas plausibles.

Como es el caso del aludido, Daniel Luque, un gran torero -ni duda cabe- quien tuvo un primero de Fuente Ymbro, manso que al inicio no paró de huir buscando la salida hacia su ganadería. No obstante, ahí estaba un gran torero que se impuso, le detuvo su huidizo caminar obligándole a acudir, adelantándose a sus mansescas intensiones, consumando una sólida faena. Estocada entera desprendida que tuvo una petición mayoritaria, sin embargo, el presidente desoyó al respetable, hizo añicos a la tradición y a la liturgia, negando la merecida oreja.

Esto no cambió el claro objetivo que tenía, Daniel, y con su segundo. Para variar, otro mansurrón, que por cierto, no corrió el encierro pero fue tan malo como los demás toros de Fuente Ymbro; Daniel lo fue metiendo al camino correcto, con serena inteligencia y sobretodo con paciencia lidiadora. Y todo a pesar de que constantemente dobla contrario con el nada noble fin de huir. Y así sumó pases por demás meritorios que fueron reconocidos por el respetable. Pinchazo y estocada para cortar una oreja.

José Garrido tuvo una buena actuación con su primero, con otro toro manso de Fuente Ymbro; un animalillo que no peleó en el caballo -como los otros cinco- que fue reservón como el primero además de deslucido y que su andar lo hizo con la cara alta. Al final, por el esfuerzo del torero, en medio de series plausibles, apareció una espléndida de naturales que impactó gratamente. Lástima grande que por la evidente reticencia, el mansesco de Fuente Ymbro, haya provocado se dificultara oficiar con certeza la espada.

Cortó una oreja a su segundo, el señor Garrido, merced al esfuerzo de imponerse a la adversidad que representó el manso de Fuente Ymbro. Series correctas que interesaron al público, sobretodo, por el no dejarse caer en el desánimo sino imponerse y concretar. La estocada resultó defectuosa en colocación.

Otro toro de Fuente Ymbro ¡manso!, que huyó despavorido de la suerte de varas ha sido el tercero para, Álvaro Lorenzo. El manso ejemplar anduvo buscando la puerta que le condujera de regreso a su dehesa, pero eso no ocurrió, frente a él y a sus mansescas intenciones estaba un torero.

Álvaro para no atosigarlo, sino darle confianza y con paciencia lidiador conseguir que colaborara al no sentirse atacado; inició con pases por alto plenos de suavidad, denominador común de lo que resultó la esforzada y bien estructurada faena. Sin lugar a dudas, todo el mérito fue del torero al extraerle series impensables por la reticencia pero que acabaron siendo una delicia por la pulcritud y lo diáfano de la creación.

Al igual que los demás toros, cuando acudía al final de cada pase doblaba contrario para intentar huir. Como punto final joselillinas, luquesinas y depués, una estocada trasera y caída. El presidente concede oreja para el notable esfuerzo de Álvaro Lorenzo.

Con el que cerró plaza, Álvaro, consumó una faena pulcra, esforzada a un manso, soso, deslucido; si bien con cierta movilidad no transmitió nada. Era como ver el anodino caminar de las vacas lecheras que pastan con comodidad en la serranía.

Pésima corrida de Fuente Ymbro. Álvaro estuvo desacertado con los aceros… pinchazo, espada que hace guardia, otro pinchazo y acabó claudicando el mansurrón.

Al final, queda el desagradable efecto que deja en un festejo la agobiante mansedumbre.

Si el ganadero Ricardo Gallardo se resiste a visitar la edificante autocrítica y prefiere hacer caso de los lisonjeros comentarios, sobretodo, de la prensa comprometida, bueno allá él y su conciencia.

¡Dígase la verdad… Aunque sea motivo de escándalo!

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