En Manizales… Anderson Sánchez presenta sólidos argumentos
Monumental plaza de toros de Manizales, Colombia. Lunes 3 de Enero, 2022. Primer festejo de la 67 Temporada taurina en la capital caldense, correspondiente a una novillada con picadores. Utreros de Achury Viejo, encaste Parladé vía Conde de la Corte, dispares de hechuras y descastados en su mayoría, destacando los jugados en primer y cuarto lugar.
Andrés Manrique: Oreja y silencio.
Gitanillo de América: Silencio y silencio, tras aviso.
Anderson Sanchez: Palmas tras aviso y Palmas.
Detalles:
El festejo inicio con un retraso de diez minutos por dificultades al momento del ingreso. La empresa, en riguroso cumplimiento a la norma solicitaba carnet de vacunación contra la Covid 19 cotejándolo con el documento de identidad de cada aficionado.
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Con un aforo cercano a media plaza se dio inició la versión 67 de la feria taurina de Manizales, sin duda el ciclo que goza de mayor salud en la Colombia taurina y que, año tras año, congrega aficionados de todas las latitudes, que pese a la marcada línea de la empresa y la plaza, ocupan las localidades con sacrosanta devoción.
En los corrales seis astados de la ganadería de Achury Viejo, dispares de hechuras (aunque los amigos del engaño insistan en ponderarlos), cuatro de ellos limitados de fuerza, descastados y reservones, destacando los jugados en primer y cuarto lugar por cierta chispa y transmisión que se diluyo por la falta de interés, el poco mando o la escasa casta.
De luces, los ya conocidos Andrés Manrique, hijo del también matador Pepe Manrique; Santiago Fresneda, heredero de las maneras, manías y nombre artístico del popular torero y poco agraciado político Gitanillo de América; y el joven torero Anderson Sanchez, que venía de indultar un novillo de Paispamba en el ciclo prefería de Cañaveralejo, ganándose a ley la inclusión en la novillada de feria, y tener una destacada actuación en el ciclo “¿Quién es quién?” organizado por la UNDETOC, certamen que le permitió participar del cartel de la feria.
En particular, llaman la atención las buenas maneras del joven Anderson Sánchez, torero de Lenguazaque, un pueblo taurino, pero con limitadas posibilidades para hacer escuela y labrar un nombre en este medio. Sin embargo, vienen a la mente las palabras del escritor colombiano Policarpo Varón, quien destacaba el hecho de que proceder de un sitio sin ninguna tradición artística tiene la ventaja de poder elegir cualquier tradición, dado que se tiene la suerte o desdicha de carecer de raíces que puedan condicionar la obra de arte o la expresión de quien desea crear.
Retrayendo estas palabras a la novillada en cuestión, justamente el peso de la tradición fue el que cobro factura a los muy toreados Manrique y Fresneda, que privilegiados en oportunidades, pero limitados en recursos se vieron superados por sus adversarios, mientras que el más novel de los anunciados, corroboró con argumentos la máxima aquella de que el toro pone a cada uno en su sitio; y si bien las estadísticas no registran el triunfo numérico, en la retina del aficionado quedo la impronta de buen toreo.
Desde acá invitar a los cabezas del cartel a la necesaria autocritica y autodeterminación, pues el toreo es libertad y originalidad, expresiva creación de lo subjetivo, de ahí que no admita malas y forzadas copias que, cimentadas en triunfos ajenos y estilos caducos, resten al ímpetu de la juventud.
Andrés Manrique: En su primero Gavillero (430 Kg.) se le vio voluntarioso pero carente de colocación, llevándose incluso un susto sin mayores consecuencias, el novillo destaco por su transmisión y prestes ante el engaño, aunque se fue apagando a falta de mando, bien con el acero reclamando la única oreja del festejo.
Con su segundo Herrerito (424 kilos) se reiteraron fallas y virtudes, disciplinándose en el toreo por la diestra, con momentos de entrega pero sin conexión ni trascendencia. Tras pinchazo, despacha quedando todo en silencio.
Gitanillo de América: El Gitano del siglo XXI, ya se ha mencionado en este medio, a heredado la chispa de su padre, la conexión con la galería y la sed de triunfo, empero y esto es lo más importante, falla en las bases del toreo: tiempo, colocación y sensibilidad; su primero Mensajero (406 kilos) se dejó hacer y pudo llegar a más, pero su limitada fuerza y la falta de mando le diluyeron en el olvido, lo despacho con efectividad pero no logró el giño del respetable.
El quinto Madrileño (434 kilos) salió maltrecho del caballo por un uso irresponsable de la puya, cosa que disgusto a los aficionados, que ante circunstancias así ponderan el trato digno al animal; aspecto que imposibilitó toda conexión e impaciento al novillero que, pese a su buena voluntad, embarullado con los aceros, despacho tras aviso.
Anderson Sanchez: Con su naturalidad intuitiva asumió las exigencias de Escondido (410 kilos) logrando momentos de conexión y sensibilidad con la mano derecha, en una faena llena de entrega y valor, una pena que los aceros le negarán la posibilidad de llegar a más, leves palmas, tras aviso.
El cierra plaza Serrano (426 kilos) fue un mar de complicaciones y mansedumbre, un completo reto para el nobel torero, que derrochó ganas y voluntad entregándose en la suerte suprema, dejando una excelente rubrica, que en palabras del buen Emanuel Sánchez sin duda estará entre las más destacadas de este año en Manizales. palmas para una valiente actuación.
La temporada de Manizales continúa
Martes 4 de enero, primera corrida de toros de Dosgutierrez para Manuel Escribano, Rubén Pinar y Juan Sebastián Hernández.
Fotografía: Fan Page Anderson Sanchez.
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