Opinion

El arcón de los recuerdos de Jaime Sierra… Nunca prestes tu ropa y trastes de torear

Continuando con el viaje por mis recuerdos, que al escribirlos para ustedes amigos, es como vivirlos de nuevo. Corría el cercano año de 1964 (risa), y justamente se acercaba mi anhelada reaparición en la plaza del viejo Progreso de Guadalajara, dentro de los festejos de la primera división (2º año de preparatoria) de mi amado Instituto de Ciencias.

Parece que fue ayer, hace unos días, cuando vivía intensamente la mágica vida de estudiante, sin más preocupación que justamente estudiar y torear.

Igual que se hizo un año antes, salió la convocatoria para los estudiantes que quisieran participar en la novillada de ese año, claro que fui de los primeros en apuntarme.

¡Faltaba menos amigos!

Obvio que por el resultado anterior, el matador Alfonso Lomelí (QEPD) me dio un lugar en la cuarteta para ese año.

El permiso de mis padres, sobretodo de mamá, por fortuna, ya fue un mero trámite, pues se esperaban esta noticia.

Mi mamá ya se había hecho a la idea, y me respetó; otra enseñanza para la vida, entender y respetar a los hijos.

Con mucho tiempo de antelación nos citó el matador Lomelí, por las tardes en la placita de la Peña Taurina de La Venta, allá por la calle de Federación, aquí en Guadalajara, para recibir las indicaciones siempre puntuales, basadas en su experiencia de tantos años.

En una de esas tardes se acercó a mí un novillero que nos hacía de toro en los ensayos, pidiéndome prestado el traje corto, que era de mi papá, porque iba a torear el domingo siguiente.

Sin la necesaria reflexión y por qué no decirlo, en una sana inocencia, se me hizo fácil y se lo presté solicitándole su pronta devolución para tenerlo limpio y listo para mi reaparición.

Pasaron los días y ya no se presentó el novillero, lo busqué inútilmente. Nunca más supe de él. Se quedó con ese traje corto (tabaco con chaquetilla beige claro), que era de mi papá y le guardaba muchos recuerdos.

Obvio mi papá se molestó y me recomendó:

¡Nunca prestes tu ropa y trastes de torear!

Al verme tan abrumado por la pérdida de ese traje corto tan bonito, con tanta historia y tan valioso en lo sentimental por todo lo que vivió  mi padre en todos los ruedos en donde lo había portado; a parte de la premura por la fecha que se acercaba…

… mi papá en otro gesto de comprensión, tomó uno de sus trajes sastres, hizo cita con el matador retirado, David Sánchez El Campa, quien se dedicaba a confeccionar trajes cortos y fuimos para que me tomara medidas, comprometiéndose a tenerlo listo antes de la novillada.

¡Otra vez mí querido papá haciéndome el quite!

Se llegó la fecha, partí plaza con mucha ilusión, deseando refrendar el triunfo del año anterior, pero el novillo salió con mucho genio, la casta mala, muy incómodo y complicado, teniendo que torear por la cara, lidiarlo, con muy poco impacto para los tendidos. Lo pasaporte y me retire en silencio.

Me quedé con la palmada de mi padre y las palabras de aliento del matador Lomelí.

Al día siguiente, a la hora de la comida, todo fue comentar lo sucedido, además de una que otra anécdota de lo vivido por mi padre en su andar taurino al lado de personajes como Manuel Capetillo a quien en México le llamamos “el mejor muletero del mundo”; por cierto, gracias al Matador Capetillo, mi papá conoció a mi mamá.

No quiero terminar esta nueva confidencia con ustedes, sin comentarles del por qué uso la palabra ensayo, y no entrenamiento.

Mucho impactó me causó en mi temprana juventud, cuando con sumo entusiasmo leía, veía y escuchaba con mucha curiosidad, las entrevistas de las grandes figuras como, Don Rodolfo Gaona, Luis Castro El Soldado, Silverio Pérez, entre muchos grandes, en verdad grandes toreros de aquella época que fueron mi inspiración.

Y me llamó sobremanera la atención, cuando se referían a los entrenamientos ellos afirmaban ir al ensayo, porque eran artistas a todas horas, hoy, mañana y siempre.

Porque el toreo es arte y ellos eran los artistas.

Queridos lectores por el momento me despido, no sin antes recordarles nuestra cita para el próximo capítulo del arcón de los recuerdos.

Y como ya es habitual en estos días, les reitero, quedémonos en casa, seamos responsables, sólo así le ganaremos la batalla al coronavirus, al evitar los contagios seguro estoy que acabará cediendo.

Dios los cuide a todos.

#Quédate_en_casa 

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