Crónicas

En Bogotá… Orejita de poco peso para Román ante decepcionantes Mondoñedos

Primera corrida de toros de la temporada bogotana, con un tercio de plaza, muy poca entrada para lo que se esperaba, se lidiaron toros de Mondoñedo muy desiguales de presentación y de juego decepcionante para lo que se espera de esta ganadería.

Ramsés: Palmas y palmas

Manuel Escribano: Silencio y saludo desde el tercio

Román: Vuelta y oreja

Detalles:

Confirmaron alternativa Manuel Escribano y Román.

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Decepcionantes y desconocidos los toros de Mondoñedo que vimos en la primera de la temporada, siempre esperados en esta tarde no sirvió ninguno, se lo pensaban mucho para embestir, ninguno fue claro, no pelearon en el caballo como es costumbre, a excepción del sexto que se empleó bien ante el jamelgo. Tardos, distraídos, no embestían y a veces arreaban, mansos, dos huyeron descaradamente de los caballos, rajados, varios buscaron tablas, la antítesis de la casta que siempre le hemos cantado a esta ganadería.

Gonzalo Sanz de Santamaría trajo una escalera de corrida a la Santamaría y de allí inició la decepción, el primero un torazo excelentemente presentado, pero los demás más pequeños que lo normal, incluso el quinto muy anovillado, entre 70 y 80 kilos de diferencia entre el primero y los demás.  Borrón importante en la trayectoria de esta ganadería que llevaba varios años encadenado grandes triunfos en la capital y por la que los aficionados apostaban fuerte dados esos resultados. Lo sentimos, porque Mondoñedo es uno de los pocos resguardos de casta que hay en América, pero así ha sido y así lo contamos.

Ramsés ha estado en torero pero sin llegar a lucir, sus oponentes no ofrecían mucho, el primero de su lote no se dejó meter las cuerdas recibiendo hasta cinco picotazos de los que salía huyendo y todo hacía pensar que había poco, pero el bogotano se obstinó en sacar agua del pozo seco y llegó a dar una serie de naturales de entidad, la música sonó sin tener que sonar y el silencio que daba importancia no solo a esa serie sino al esfuerzo de haber sacado al toro de su querencia rompió la dinámica de la faena y luego el toro se rajó. Ramsés supo matar al toro con habilidad. Palmas.

En el cuarto de la tarde, tuvieron mérito las verónicas de uno en uno para hacerse con la reticente embestida del toro, luego la faena estuvo plagada de intermitencias en las que por momentos le faltó cruzarse y el público así se lo hizo saber pero a la vez supo instrumentar derechazos de mérito, al natural si faltó mucho temple.

Manuel Escribano estuvo muy valiente y jugándose el tipo ante el torazo primero que le correspondió, de mucho mérito la mecha que tragó ante ese manso que imponía por su presencia, por lo bronquedad con que se defendía y por las constantes miradas que daba a su taleguilla. Pinchó en lo alto, colocó una entera y tuvo que descabellar para ver incomprensiblemente silenciada su labor después de lo que había expuesto, pero muchos no entendieron el mérito que hubo allí.

En el anovillado quinto ya no estuvo tan meritorio porque abundó el pico y la distancia sideral con el astado, desplazó en exceso al toro hacia afuera y terminó con trapazos pueblerinos antes de atravesar horriblemente al toro. En banderillas siempre clavó a toro pasado y solo se redimió en el par por los adentros en el segundo de su turno.

Román se ha llevado una orejilla de regalo por una faena ventajista y despegada ante el toro que más permitió del sexteto de los Sanz de Santamaría. Toreó lejísimos y con descaro utilizando el pico en toda la faena, lo que parte del público le reclamó. Al natural tampoco templó mucho. A pesar de eso enjarretó muletazos con pundonor y voluntad y como la gente tenía ganas de quitarse el frío de las manos y que la decepción no fuera tan grande le pidieron la oreja después de una estocada en la que aprovechó hábilmente el viaje del toro. El presidente la concedió.

En su primero había dejado su tarjeta de presentación con una faenita llena de ganas pero sin mucho ajuste, en especial en los pases de pecho en los que se pasó al toro demasiado lejos, tampoco pudo hacer mucho al natural y dio una vuelta al ruedo después de metisaca y estocada entera.

Buen detalle el que los picadores salgan por la puerta de cuadrillas y giren a la izquierda sin tener que dar toda la vuelta al ruedo que antes debían dar, se ahorra tiempo y quedan perfectamente colocados en la contra querencia.

Hay que recordarle a los señores Bonilla y Segura, que se sientan en el palco presidencial, que en Bogotá se deben colocar los tres pares de banderillas.

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