En Madrid… Oreja para Ureña y un Urdiales muy torero
Las Ventas. 2 de mayo 2017. Tradicional corrida goyesca del 2 de mayo, última de la Feria de la Comunidad. Más de un tercio de entrada. Con toros de Salvador Domecq (1º y 2º), José Vázquez (3º y 4º) y Victoriano del Río (5º y 6º) para los diestros Diego Urdiales y Paco Ureña. Toros por lo general mansos y huidizos a excepción del 3º por su gran transmisión al tendido.
Diego Urdiales: Ovación, ovación y silencio.
Paco Ureña: Silencio, ovación y oreja.
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Una festiva tarde de mano a mano en la que se han podido ver dos toreros de verdad, muy por encima del ganado.
Desde Manuel Becerra por la calle de Alcalá bajaban en calesa haciendo el tradicional paseíllo goyesco celebrando así el levantamiento del 2 de mayo de 1808, sin duda un día importante para el pueblo madrileño.
Salía el primero, de Salvador Domecq, al que supo ver muy bien desde el principio Diego Urdiales. Comenzó todo con un excepcional duelo de capotes, aprovechando Ureña para hacer quite por gaoneras que se la devolvería Urdiales por chicuelinas. Sabiamente actuó el de Arnedo ante el astado, que a pesar de que fue a menos, supo dejarle los tiempos y el espacio apropiados para una más que correcta lidia. Una entera estocada que no fue suficiente y que por lo tanto fueron necesarios dos descabellos para concluir con la ovación del expectante público venteño.
Con algo más de salero salía el tercero de la tarde, de José Vázquez, recibiéndole Urdiales con el capote hasta dejarlo en los medios. Tras brindar la faena al tendido, supo explotar al natural esa profundidad que le ofrecía el toro por el pitón izquierdo. Los “Olés” eran cada vez más fuertes al ver al maestro riojano enlazar dichos muletazos con tanto temple. Tenía todo de su parte, pero la suerte con los aceros no estuvo de su parte.
Muy criticado por la afición fue el último de Diego Urdiales, un toro pequeño en hechuras y en fuerza, apuntando maneras ya desde el caballo, donde perdió las manos. Se decidió cambiar de tercio sin ser picado apenas, restándole importancia a la suerte de varas. Aun así no dio opción a triunfo alguno debido a su falta de lozanía. Despacito le hizo las cosas el diestro, pero el astado huía hacia las tablas y sin humillar.
No tuvo opción de demostrar con su primero las ganas de entregarlo todo que traía Paco Ureña al festejo. Debilidad y una lesión en la mano izquierda del animal, que se acentuaron al caerse varias veces, fueron los condicionantes suficientes para decidir empuñar el estoque.
Rajado salía el cuarto de la tarde, buscando todo el rato los chiqueros. Con mucho temple estuvo el murciano en la muleta, con la que supo apreciar que el toro por lo menos se movía, aunque sin bajar mucho la cabeza. Consiguió unos muletazos de mucha pureza al natural, mostrando así lo que no hacía el noble y bobalicón astado. La faena concluiría con un pinchazo hondo y hasta cuatro descabellos.
De Victoriano del Río era el último de la tarde, un toro que de primeras parecía tener arranque pero que terminó convirtiéndose en peligroso, ya que no humilló nada. Pero Ureña había venido a cortar la primera oreja de toro de la temporada venteña de 2017, y lo demostró con creces en el albero. La faena comenzaba en los medios, con la muleta en la izquierda, cuando se pasó los pitones bien cerca de su vientre. La lidia se caracterizó por el temple y torería del diestro, que se vieron reflejados incluso en los innumerables amagos de cogerle que le hizo el de Victoriano. Venía a darlo todo. Una estocada entera que tardó en hacer efecto pero que fue suficiente para que el murciano cortase el ápice del astado.
En conclusión, una tarde de celebración, en la que el ganado monoencaste tuvo un comportamiento amansado y sin grandes muestras de clase. Pero por otra parte, dos TOREROS pudieron volver a generar emociones positivas a la afición y que habrían tenido más triunfos de no haber sido por las desafortunadas actuaciones con los aceros. Sólo caminado hacia la pureza y verdad podremos defender este arte que ya nos mostraba Francisco de Goya a comienzos del siglo XIX en sus litografías.
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