Con ojos de mujer… La México, la bella durmiente
Érase una vez…
Así comienzan los cuentos de hadas, los relatos mágicos que de niños a la hora de dormir nos contaban, pero, a ciertos infantes nos relataban historias de valientes hombres vestidos de luces que enfrentaban a bestias que podían matarles, nos narraban las glorias de un recinto al que le cabían cincuenta mil almas, que vibraba de emociones y que cantaba al unísono un olé.
¡Hoy el coso más grande ha caído en un profundo sueño!
La señora, la dama, la bella durmiente es nuestra Plaza México que al cumplir hoy 75 años se asimila a la princesa de la versión de Charles Perrault, aquella que recibiera el don de ser la más bella del mundo, de tener alma de ángel y una gracia admirable, pero que un día se pincharía con una rueca y dormiría por cien años, hasta que llegase el hijo de un rey que vendría a despertarla.
La temida profecía se hizo realidad, una vieja rueca vino en forma de virus y azota al mundo entero, ha cobrado vidas y proyectos, obviamente la fiesta de los toros está afectada, una dura realidad a la que debemos enfrentar con valentía. Pero la bella, La México, desde antes de su encuentro con la rueca, ha tenido que enfrentar su propio aislamiento, ver sus butacas vacías y sopesar el desencanto como resultado de intereses vanos.
¿Y a quién endilgar la responsabilidad?
Es de todos o quizá se deba señalar a unos cuantos, aun así, propios y ajenos, dueños e invitados debemos redimir el pecado que nos toca, porque simplemente falta en la mesa saleros de pasión, estrategias que muevan masas, menos montaje y más verdad y en los tendidos menos “uniformados” y más aficionados.
El rescate de la fiesta es posible si todos enfocamos la mirada en un mismo objetivo:
Devolverle la Gloria.
Despertarla de su letargo, esperar a que un valiente príncipe atraviese el denso bosque, le dé un beso de amor y la traiga nuevamente a la vida, todo un reto, y quién lo logre tendrá que enfrentarse a zarzas y espinos, despachos, egos, figurillas y tramas.
Cuando todo esto acabe, cuando el mundo pueda darle la estocada a esta terrible pandemia seguramente veremos a la Plaza México abrir sus ojos, recibir a sus súbditos con los brazos abiertos, pero…
¿Qué le vamos a ofrecer?
¿Será su realidad igual a la de antes?
¿Habrá dormido tanto tiempo solo para encontrarse con lo mismo?
¡Por qué no la vestimos de alta costura!
Que los de luces se batan a duelo por ser su único y verdadero rey y cuando despierte hagámosle revivir sus victorias, llenemos al ras su copa del mejor vino y brindemos con ella.
¡La gran Plaza México no está muerta!
Sólo duerme profundamente debido al hechizo de la rueca, al dolor de la pandemia y además a una larga serie de perversos tejes y manejes de quienes sólo quieren poseerla, por lo tanto, el llamado va para los valientes, los osados, los apasionados:
¡Hay que despertarla y decirle al oído que la amamos!
#Quédate_En_Casa
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