Crónicas

En Manizales… Bolívar, un rey en tierra de inválidos

Monumental plaza de toros de Manizales, Colombia. Viernes 6 de enero de 2023. Quinto festejo de la temporada taurina de la capital caldense en su edición LXVIII, correspondiente a una corrida de toros. Se lidiaron cornúpetas de la dehesa de Las ventas del espíritu santo, encaste Parladé con procedencia del Marqués de Domecq, dispares de hechuras y mermados de comportamiento, acusando en su totalidad la falta de fuerza y transmisión, rayando a la invalidez.

Luis Bolívar: Dos orejas y dos orejas.

Emilio de Justo: Silencio tras aviso y silencio tras dos avisos.

Tomás Rufo: Oreja y palmas.

Detalles:

Tanto el quinto toro Meloso (450 kilos), como el de reserva Indocumentado (446 kilos) fueron regresados por solicitud del respetable debido a su invalidez; y dado que no se tenia claro el tema de la sustitución, se procedió a correr el turno de lidia. Finalmente, complementaron el encierro con un burel de la ganadería de Juan Bernardo Caicedo.

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Con una entrada que bordeaba el lleno total se dio inicio a uno de los festejos de mayor interés en los carteles de la Temporada caldense, al reunir dos de los diestros punteros del escalafón europeo (de Justo y Rufo), y el veterano torero Luis Bolívar, que, pese a estar ausente de las grandes ferias del viejo continente, le basta con llegar a Colombia para cosechar toda suerte de triunfos, premios y reconocimientos.

En toriles, los ya conocidos toros de propiedad del maestro César Rincón, que como es característico de los diestros que gozan de buen retiro, ha montado una ganadería pensando en el gusto y la comodidad del matador, atendiendo al llamado del toreo bonito, del dominio técnico y la supuesta evolución de la fiesta.

Eufemismos que enmascaran el anhelo por aliviarse, la sed de triunfalismo y el afán por hacer de la fiesta un espectáculo moderno, una puesta en escena sin alma ni contenido.   

Luis Bolívar: Montó una faena de inteligencia y viveza al primero de la tarde Perfumado (472 kilos), al que supo llevar de largo hilvanando momentos de cierto interés, especialmente por la mano diestra, en los que acompaño la embestida prolongando el viaje; su propuesta se concentró en la transmisión restando al temple y la profundidad; con el acero, emulando estampas del viejo toreo, se dispuso ventajoso saliéndose descaradamente de la suerte, muy al estilo de un julipié, despachó con total contundencia y aires de matarife. Reclama dos orejas.

Su segundo, Abúlico (482 kilos), en correspondencia con su nombre, mostró una falta de voluntad y alegría ante la pañosa del caleño, quien, encumbrado de oficio y recursos, convirtió la acometividad del burel, en tandas vistosas para el respetable (especialmente por la mano izquierda), dando lustre a la moda de acompañar la embestida, dejándose llevar por el cansino paso del morlaco; con la espada, tras costarle la igualada, dejó una estocada certera. Ante lo visto, la obtusa autoridad sin dudarlo dejó caer dos orejas, premio excesivo para tan pueril actuación.

Emilio de Justo: Con recursos y ortodoxia, supo llevar la invalidante mansedumbre del colorado Panela (470 kilos), logrando delinear momentos de fino toreo, en especial con la mano diestra; una pena que su labor de generoso enfermero, desplazará su poderío lidiador; despachó tras media lagartijera y repetidos usos del verduguillo. Silencio, tras aviso.

El segundo de su lote, sexto en orden de lidia, fue un remiendo de la ganadería de Juan Bernardo Caicedo Gorra Roja (532 kilos) que sin duda fue el toro más imponente del festejo, cuando no de lo que lleva la temporada; incluso tumbando al caballo en una recia suerte de varas, en la que tuvo tres comparecencias.

Con la pañosa logró sacar lo mejor de la tarde, prodigándose poderoso y mandón por los dos pitones, avivando los tendidos y tapando completamente las falencias del morlaco; al montar la espada parte del público (e incluso el mismo diestro) se inclinaban por un inexplicable indulto.

Sin embargo, (sorpresivamente) el palco de la inútil autoridad, rechazó la petición, obligándolo a comparecer con la tizona, labor que realizó sin ningún atino. Silencio tras dos avisos.

Tomas Rufo: Pasó correcto y vertical, pero inconexo e intrascendente, con el tercero de la tarde Lulo (440 kilos), ya sea por la limitada casta del animal, o a razón de los escasos recursos del ibérico, del que se tenían altas expectativas pero que, como ya ha pasado con otros de los privilegiados del escalafón, todo quedó en las buenas intenciones y alta expectación; con los aceros dejó una buena estocada, haciéndose a una más que justa oreja.

Dada la novedad con los toros de reserva, se vio obligado a comparecer en quinto lugar, lidiando a Escondido (486 kilos) el animal más pesado de la tarde, que acuso su exceso de kilos y edad mostrándose limitado en todo sentido.

A falta de insumo, su labor fue intrascendente, descafeinada y hasta aburrida, logrando su culmen en las últimas tandas donde se le vio más destemplado, ventajoso y hasta vulgar; la espada le cobró factura, despachando tras dos pinchazos y un golpe certero de cruceta. Palmas.

A modo de colofón, y agradeciendo su generosa lectura, compartimos tres ideas:

Primera: Tras el discreto paso de dos de los toreros top del escalafón ibérico por los ruedos nacionales, queda claro que el costo de los carteles amañados y el toro a modo, es la completa decepción del aficionado; pareciera que la entrega y la disposición se quedan en casa pasando la temporada de invierno, pues a la américa taurina solo llegan las sombras de esa rimbombante grandeza que se ve en las grandes plazas del viejo continente.

Segunda: Siendo el seno de la cabaña brava nacional las dehesas españolas, a este lado del charco se siguen emulando las mismas miserias que acaece la fiesta en Europa: el mono encaste, el toro débil y mansurrón, las trampas de las empresas y los figurines en función de aliviarse. El encierro de inválidos y sosos del día de hoy, es justamente lo que esta desengañando al buen aficionado y dando pie a las fabulas animalistas.

Tres: Haciendo propia la sorpresa bien expresada por el buen Emanuel Sanchez, no se entiende como el palco de la inútil autoridad se prodiga generoso con orejas, indultos o vueltas al ruedo que nadie a pedido y que sin duda son totalmente inmerecidas; la autoridad, para que así sea, debe combinar, lo ontológico, lo epistemológico y lo axiológico; es decir, esencia, conocimiento y valores; cosa que dista muchísimo de los inmerecidos guardines de este titular rol en los ruedos nacionales.

Mañana más:

La temporada continua mañana sábado 7 de enero, con el regreso a los ruedos del torero galo Sebastián Castella, quien lidiará en solitarios toros de Juan Bernardo Caicedo, Las ventas del espíritu santo y Ernesto Gutierrez

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@Manzanarestoro

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