En Bilbao… Damián Castaño brilló con la luz de su inobjetable verdad, frente a un océano de mansedumbre

21 agosto 2022 José Mata

Bilbao. Domingo 21 de agosto, 2022. Segundo festejo de las Corridas Generales. Paupérrima (superlativo de pobre) entrada. Toros de Dolores Aguirre, impecablemente presentados, con arboladura y peso; sin embargo, han sido un océano interminable de mansedumbre, descastamiento, deslucimiento. No pelearon con los caballos, se defendieron aventando cornadas de manso arriba del peto para deshacer el encuentro y huir; al sexto le pusieron desde los medios para que compareciera en el caballo, se arrancó y cuando llegó al caballo, se quedó dormido en el peto y no le dieron ni un picotazo.

Luis Bolivar: Silencio y silencio.

Damián Castaño: Vuelta al ruedo y ovación.

Román: Ovación y silencio

Detalles:

Algo que honra a la ganadera Isabel Lipperheide, hija de la inolvidable, Dolores Aguirre, es no dejarse engañar, a pesar de que le han intentado obligar a decir en una entrevista que dijera algo “positivo” tras haber afirmado que su ganado fue mediocre. Lo más positivo que hacía tiempo no se escuchaba está justamente en la honestidad de haber sido autocrítica y haber aceptado el fracaso ganadero de esta tarde.

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El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera”. Alexander Pope

Advertencia: Siempre es oportuno advertirle tanto a ganaderos como a toreros que esta crónica no es apta para ellos, porque aquí no aparecerán ni los falsos elogios ni las inútiles justificaciones para acomodar todo en una artificiosa ficción y así dañar al arte del toreo. Para ello, existe la prensa corrupta, la que enaltecerá el engaño e intentará convencer a la buena fe de los lectores de lo que no ocurrió en el redondel. Bajo advertencia… no hay engaño.

Otra vez el coso bilbaíno lució con una desoladora imagen… una plaza semivacía. Fue tan triste ver que la gente se sigue resistiendo a acudir que algo necesariamente se tiene que hacer.

Eso supongo yo.

¿Cómo justificar la paupérrima entrada?

¿Cómo justificar el fracaso ganadero de esta tarde?

No hay forma de tratar de evadir la responsabilidad, a pesar de que se intente hacer caso omiso a la realidad.

Qué puede ocurrir que mejoren las entradas en los próximos carteles, podría ser; pero ese no es ningún justificante ni aliciente para un empresario que se precie de tener visión, inteligencia y sensibilidad para su negocio.

Las Corridas Generales se debieron haber llenado todos los días.

No existe ningún pretexto para no conseguir ese objetivo.

No basta con decir que sólo puede haber buenas entradas cuando acuda Roca Rey, porque entonces habría algo que hacer para provocar los llenos.

No se deben quedar inmersos en el marasmo y seguir afirmando que no se puede; porque peor que todos aquellos supuestos antitaurinos que atacan a la Fiesta, serán los que están adentro y no hacen nada por reivindicarla.

Hace años que está viviendo una severa crisis la plaza de toros de Bilbao, y todo hace ver que su público cayó en la desilusión y eso sí que es más difícil de resolver.

Uno se puede enfadar, pero al final se reacciona y termina por ceder; sin embargo, cuando la desilusión llega al ánimo de una persona será muy difícil convencerla de algo que le hirió con la mentira.

Pero… ahí está el reto.

Por ejemplo, en el festejo que nos ocupa… ¿el empresario fue en persona a seleccionar el ganado o mandó al tradicional veedor?

Ese es el problema sustituir responsabilidades.

Una máxima de la administración dicta:

La autoridad se delega la responsabilidad se comparte.

Y la responsabilidad de ofrecer un gran espectáculo no sólo está en quien fue a ver los encierros y los seleccionó con el ganadero, sino en todo el engranaje administrativo que detenta esa responsabilidad.

Por otra parte, el diseño de una buena publicidad se hace necesario; y se hace necesario porque ahí está la respuesta de que la publicad, promoción y difusión han sido deficientes y eso también colabora para que el emblemático coso de Bilbao luzca deprimentemente semivacío.

Triste, muy triste.

Desolador, muy desolador.

Y no se observa que se haga algo, porque la justificación es tan simple como intrascendente:

“¿Dime qué torero ahora mismo interesa que no sea Roca Rey?“.

Con la publicidad se puede hacer magia y convencer hasta los más exigentes de que el producto que se promociona es el mejor; pero con una buena estrategia publicitaria.

Si no la hay en estos tiempos en donde manda la mercadotecnia, se está perdido en el espacio y todo tiende a languidecer.

En medio de este contexto, una plaza casi vacía, salieron seis galafates inservibles por su evidente mansedumbre, descasamiento, violencia y deslucimiento.

Ante este reto, la terna puso su inquebrantable voluntad y total entrega, aunque como todo en la vida siempre hay quien destaque más que los demás.

En este festejo quién demostró sin tasa ni medida con un toro malo, con genio -la casta mala- que los toros sí tienen su lidia, fue: Damian Castaño.

¡Vaya forma de imponerse!

¡Cuánta seguridad había en su espíritu y en su conciencia!

Sí. Este joven torero que viene luchando desde hace una década por los ruedos de Dios, hoy demostró con creces que sí posee sólidos argumentos, sólo hay que apoyarlo.

¿Habrán algunos empresarios que se decidan abrir sus ojos del desinterés y darse cuenta que más allá de los figurines existen toreros de verdad como Damián Castaño?

Esa es la incógnita… que debería tener una respuesta diáfana, contundente, que anuncie un futuro lleno de apoyos.

Fue increíble haber sido testigos de cómo sin inmutarse, Damián, rebasó el nivel de la jurisdicción del toro violento de Dolores Aguirre y le convocó y convenció de embestir y…

… ¡lo consiguió!

Esa muleta más que mandona -porque lo era- resultó mágica, porque embrujó a un toro violento y reticente, que le estaba esperando para darle un hachazo; y le obligó a acudir por su mandato en series con la derecha impecables y evocadoras de la verdad que siempre debe sustentar al arte del toreo.

Sí, series impensables, pero que la realidad exclamaba que resultaban prodigiosas, por su inobjetable verdad y reclamaba a la incomprensión hacia un torero que lo estaba demostrando con el incontestable argumento de su verdad.

Las creaciones no son aquellas de los toreros que se les inventa como supuestos artistas y que pasan borreguillos en miles de pases alrededor de su geografía corpórea.

¡No!

El arte presupone verdad, honestidad y gran dignidad personal y justo eso vimos con, Damián Castaño, lo que resultó en cada pase que extrajo del torete, un halago para el espíritu, un homenaje a esa verdad del toreo, por ver al héroe darle fundamento a un arte con base de enfrentar con grandeza a un toro.

En el archivo de sastre de mi memoria, transitan sin parar las maravillosas series con la mano derecha que extrajo y que resultaron momentos escultóricos de gran arquitectura.

Lástima grande que decidiera rubricar muy de largo y perdiera los trofeos que a ley tenía conquistados.

Salió caminando de la plaza, con los aplausos de la exigua asistencia, y el reconocimiento de todos aquellos que supieron valorar la verdad de este torero.

Reconocimiento al que me uno, porque cuando un artista crea…

… ¡es el centro del universo!

Con relación a sus compañeros, Luis Bolívar y Román, estuvieron buscando la cuadratura al círculo, la que no hallaron, porque con esos toros no se puede encontrar la indulgencia plenaria.

Conocí a la gran dama que fue, Doña Dolores Aguirre que en gloria esté. A la escrupulosa ganadera en la que se consolidó. Un gran homenaje será que este penoso episodio se supere con otra gran corrida de toros, ahí, en Bilbao, con sus añorados “condes de la corte”; festejo en el que deberá ser convidado y acartelado, Damián Castaño, por justicia se lo merece.

¡Dígase la verdad… Aunque sea motivo de escándalo!

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