En Olivenza… Adame y Raquel Martín en hombros

Redacción 04 marzo 202205 marzo 2022 España, Por Redacción

Olivenza (Badajoz). Segunda de feria. Más de tres cuartos de entrada. Novillos de El Freixo, justos en presentación, mansos y descastados.

Alejandro Adame: Ovación y dos orejas.

Lalo de María, quien debutó con picadores: Ovación en su lote.

Raquel Martín, quien debutó con picadores: Dos orejas y silencio.

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Alejandro Adame enfrentó al que abrió y como siempre intentando lucir con el capote, pero la gente se desentendió de su voluntad. La faena destacó por el lado derecho en donde hubo continuidad, y si a esto se le agrega que estuvo mal con el acero, todo quedó al final en ovación con saludos.

Las dos orejas llegaron con el cuarto, un novillo con castita, manso como sus hermanos, pero ese suspiro de casta hizo que Alejandro se fuera para más, sobretodo después de haber sufrido un serio desencuentro tras recibir a portagayola en donde fue feamente agredido por el novillo, sin herirlo para su fortuna. El tradicional quite de los Adame, por zapopinas, que estuvo bien hecho; para con la muleta sumar series plausibles, entonadas y entusiastas con ambas manos. Tras el espadazo, llegarían los trofeos.

Se presentó Lalo de María, acompañado por su notoria inexperiencia, ya el tiempo le nutrirá de argumentos. Dejó buen sabor sobretodo con su toreo al natural que resultaron pulcros. Dos pinchazos y vino la entera.

Con su segundo, un novillo vulgar de hechuras, sí con movilidad como todo manso que camina por el redondel sin comunicar nada a los tendidos. El prólogo fue hincado pero fue desarmado. Debe buscar su concepto porque apunta y dejarse de ese toreo de poses, porque el arte es naturalidad.

Raquel Martín, quien se presentó con caballos, estuvo con inquebrantable voluntad a pesar de que la adversidad le puso un primer novillo manso y descastado. Estuvo insistiendo con el capote, pero se llevó una fea voltereta. Hubo entrega con el novillo que en verdad no valía mucho y el público que tomó partido por ella le dio dos orejas.

Para no variar, tuvo un deslucido, reservón frente a ella, buscando la salida a su ganadería. Estuvo firme aunque no así el reticente astado que tuvo mérito sacarle pases.

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Galería de María Rosa Quintero García