Crónicas

En Zacatecas… Un petardo

Plaza Monumental Zacatecas. Sábado 20 de noviembre. Con unas 1500 personas se lidiaron seis astados de Barralva disparejos en presencia y mansos todos; uno de regalo de José Julián Llaguno impecablemente presentado pero resultó inválido.

José Garrido: Silencio, vuelta y ligeras palmas

Luis David Adame: Silencio y silencio

Leo Valadez: Silencio y vuelta

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Hay cosas que no se pueden creer que existan en la Fiesta, pero ahí están y son lo que le ha hecho mucho daño a tan mágico espectáculo. Durante la protesta que hacíamos los convocados en este festejo, el subalterno Jonathan Prado, sin que existiera una razón y careciendo de todo fundamento fue a encararme gritando que debemos de respetar, callar y no protestar cuando sale una “lagartija” al ruedo.

¡Pero vaya!

Aquí los únicos que faltan al respeto a la liturgia y al rito de la tauromaquia son los profesionales de la fiesta. El ganadero por no enviar al toro con edad, que cuide en sus empadres que sea bravo y encastado. La empresa por anunciar una corrida de toros y comprar animales que no parecen toros. Los toreros por perder su dignidad al enfrentar pequeñajos y sobre todo la autoridad que no vela por los intereses de los aficionados aceptando ese tipo encierros.

Hoy se dio el tercer festejo organizado por la empresa encabezada por Armando Guadiana, Pedro Haces y José Aguirre, empresa que parece será la que estará al frente de la Monumental de Zacatecas durante este sexenio que comienza.

Deberán hacer un análisis del espectáculo que están ofreciendo a la afición, en la novillada del día 30 de octubre, se corrieron novillos de D´Guadiana, bien presentados sí, pero completamente capachos, defecto suficiente para no ser aceptados en una plaza que se dice de primera.

Y hoy, 20 de noviembre, salió un encierro de pequeñajos, de la ganadería de Barralva, los que debieron haber sido rechazados por el juez de plaza Manuel Esparza Flores por la falta del trapío y la estentórea sospecha de despunte.

Los ganaderos Luis y Pablo Álvarez deberán replantear su forma de selección de su ganado pues este sábado 20 de Noviembre, el juego que dieron sus bureles fue un desfile de debilidad, sosería, descastamiento y mansedumbre.

¿Por qué asevero esto?

Porque el primer toro de la tarde, que fue el único que si pareció toro, no peleó en el caballo, símbolo de mansedumbre, estuvo rascando la arena, símbolo de mansedumbre, volvió contrario en varias ocasiones, símbolo de mansedumbre, calamocheaba, tratando de quitarse el engaño, símbolo de mansedumbre, no humillaba y salía con la cara arriba, símbolo de mansedumbre, terminó rajándose y buscando el refugio de las tablas, símbolo de mansedumbre. O sea, un toro manso. Aunado a una mala lidia por parte de José Garrido que toreó respetando la sana distancia recomendada por las autoridades sanitarias y abusando un poco del pico de la muleta.

Su segundo justo de presencia, resultó un animal sin fuerza, perdió en varias ocasiones las manos, se le simuló la suerte de varas, un animal parado y que pasaba con dificultad, lo que no es lo mismo que embestir. Sí iba deslucido, con la cara alta y paso a paso, sin transmisión, dando medias embestidas y terminó buscando las tablas. Difícil labor para Garrido que dejó una buena estocada por la que su apoderado, oficiosamente y fuera de toda ética, le dijo que era merecedor de una vuelta al ruedo.

Para sacarse la espinita regaló un séptimo toro, impecablemente presentado, de la ganadería de José Julián Llaguno. Desgraciadamente el animal salió fracturado del pitón derecho desde la cepa y si bien no cayó el cuerno eso no significa que estuviera íntegro; además los cuartos traseros se apreciaron acalambrados lo que provocó en su conjunto que el toro no diera el juego que se esperaba. Aunque Garrido intentó cuidarlo al torearlo a media altura, no fue posible hacer nada.

A Luis David Adame le toco en suerte un minipequeñajo que fue protestado por el público sin importarle a la autoridad, que se supone debe velar por los intereses del aficionado. Por desgracia, además de ser un pequeñajo fue un animal que no peleó en varas, calamochaba, iba con la cara alta tratando de quitarse el engaño. Luis David le dio una lidia correcta que poco trascendió por la nula presencia del débil burel.

El quinto de la tarde fue un toro tardo, soso, que pasaba paso a paso, débil, terminó rajado. Luis David se vio voluntarioso, pero poco se puede hacer ante tanta mansedumbre, logró un par de tandas de calidad, con las medias embestidas que le regaló el ejemplar. Con media estocada, trasera, tendida y un tanto desprendida fue suficiente para que doblara el débil animal.

Leo Valadez no tuvo suerte en el sorteo pues le tocaron los dos animales más pequeños. Su primero resultó fuertemente protestado, pero el juez no quiso regresarlo, supongo que fue porque el primer sobrero era un tío de José Julián Llaguno que evidenciaría la nula presencia del ganado de Barralva.

Poco pudo hacer Leo y lo que hizo pasó desapercibido porque cuando no se enfrenta al toro no hay nada.

Su segundo, otro pequeñajo, que además tenía una cornamenta defectuosa. Una simulación de puyazo ante el débil animal que perdió las manos en la primera tanda de derechazos.

Al igual que sus hermanos, el burel iba queriéndose quitar el engaño, calamocheando. Iba con la cara alta y sólo daba medias embestidas que, por supuesto, no transmitían nada. El toro terminó rajado.

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@RafaRojasC

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