En Bogotá… Solo un par de Garrido en tarde de tono muy menor
Plaza Santamaría de Bogotá. Domingo 23 de Febrero. Tarde de diluvio y lluvia constante. Un cuarto de plaza. Se lidiaron tres novillos de Vistahermosa y tres de El Manzanal dispares de presentación y de juego.
Manolo Castañeda: Saludó antes de pasar a la enfermería y palmas
Gitanillo de América: Silencio y silencio
Arturo Gilio III: Silencio y silencio tras dos avisos.
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Con la novillada de la temporada bogotana se pudo palpar la verdadera crisis por la que pasa la novillería americana, si en España se quejan de que no hay novilladas imagínense en Colombia.
Prácticamente nada.
Ni los novilleros colombianos ni el mexicano pudieron mostrar algo rescatable en una tarde gobernada por el frío y el agua.
Un par de Garrido tirando de habilidad fue lo más rescatable de la corrida. Con eso se ilustra todo.
Tarde sin entidad, la voluntad de los novilleros y los profesionales para tirar para delante con la lluvia y el enfangado ruedo bogotano y poco más. Visto lo visto debió haberse suspendido el festejo pero entiendo las ganas de los novilleros de mostrarse y de recompensar al estoico público que resistió guarecido bajo las gradas y algunos sin moverse en el tendido con sus impermeables.
A los novillos, sobre todo a los de El Manzanal, se le pudieron hacer más cosas de las que hicieron los novilleros, todos muy verdes. Apretaron en el caballo los de Cediel pero no aguantaron mucho en la muleta. El sexto fue el mejorcito. El quinto quedó en incógnita porque al llamarlo de largo se arrancó al capote de Santana cuando antes en cortó no le había respondido a Gilio.
De los de Vistahermosa destacar el pitón derecho del que abrió la tarde. Al tercero le dieron muy duro en el caballo y el cuartó era muy suelto, distraído y se rajó muy rápido.
El resultado de las novilladas de otros años en Bogotá y en las ferias de primera del país tenían mucho más nivel que la vivida esta tarde. Hay que cuidar este cartel, con novilleros más hechos y que den una impresión de mayor jerarquía en el ruedo.
Pareció una tarde de cualquier pueblo de la geografía nacional, carreras, mala lidia, mantazos, cogidas sin sentido, es cierto que el ruedo no ayudaba pero la sensación fue de una tarde muy muy menor de categoría. Las novilladas sin picadores de hace unos años en la temporada de verano bogotana tenían mejores formas que la de hoy.
En algo se salva el decoro de Manolo Castañeda que estaba más preocupado por saludar y buscar el reconocimiento de quienes lo acompañaron en los tendidos que de entender a sus novillos. Se llevó una cornada en su primero por ir en contra de la lógica y tratar de banderillear de rodillas con un ruedo inundado.
Se mantuvo en el ruedo para matar al tercero y luego salió en el sexto después de ser corneado, emulando lo que hizo Ferrera el domingo anterior. Destacar la apertura capotera por sus ganas y la enjundia de una serie con la mano derecha en ese sexto. Sainete con la espada y a prepararse mucho mejor.
El mexicano Gilio, venía precedido de buen cartel, pero estuvo perdido toda la tarde, en el primero ordenó castigar mucho a su novillo y nada pudo hacer y en el quinto, le cogió el novillo de muy mala manera por también atropellar la lógica y las distancias. Fue a la enfermería y volvió a salir rápidamente tratando de lucirse pero no conectó del todo ante un toro que solo pasaba en el primer muletazo. Se vio desnortado y sin saber que hacer ante el toro.
Lo de Gitanillo de América aún es más preocupante porque ha tenido más tardes para mostrarse, ha estado en todas las ferias de importancia en el país y se rumora que le han patrocinado matar muchos novillos en el campo. Pues muy poco avance demuestra. Es que ni siquiera le han ensañado a colocarse, torea a demasiada distancia, tan fuera de cacho que es imposible contarle un embroque decente en toda la tarde.
Desafortunadamente un año después de verlo de nuevo en Bogotá se corrobora que no hay mimbres y que el dinero que han invertido en su carrera se está perdiendo. Es el momento de entenderlo y de ahorrarse unos buenos pesos y unos sofocones.
Desolador era el ambiente al final de la novillada, todo embarrado, todo frio, todo gélido. Las novilladas son la simiente del futuro y en esta no hubo ni atisbo de esperanza ni de categoría. Mala cosa.
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