Crónicas

En Querétaro… Triunfan Ponce y Payo con un encierro pequeño

Santa María de Querétaro. Sábado 19 de Octubre 2019. Con cerca de media entrada en tarde nublada sin viento. Se lidiaron dos novillos para rejones de La Venta del Refugio, el que abrió plaza recibió los honores del arrastre lento; cuatro de Julián Hamdan, pequeños, justitos de presencia, sobretodo los lidiados en segundo y cuarto sitios, mansos y descastados varios.

El joven rejoneador Tarik Othón: División tras aviso.

Enrique Ponce: Fuerte bronca y dos orejas.

Octavio García El Payo: Oreja y oreja.

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Abrió la tarde el rejoneador Tarik Othón con El Vinti2, de La Venta del Refugio, un negro entrepelado al que sujetó en el centro del ruedo con pericia y buenas maneras. Fueron las banderillas pasadas al quiebro un elemento muy llamativo en el rejoneo del novel caballista.

El rugido de la afición, testimonio de lo cerca que dejó pasarle el toro a los caballos. Toreando a la grupa fue desarrollando una faena de mucho temple frente a un toro repetidor que se arrancó mucho de largo y codicioso. Lució dos rosas en los lomos de Veinti2.

Fue un rejón de muerte caído y trasero, y otros cuatro viajes más traseros aún, el colofón de una buena faena que tuvo a la afición metida en la arena. Recibió el ejemplar de La Venta del Refugio, arrastre lento fuertemente aplaudido por el público.

Ya en la lidia a pie, correspondió a Enrique Ponce de azul marino y oro, Tierra Querida de 505 kilogramos de la ganadería de Julián Hamdan, un bonito entrepelado que empezó doblando las manos frente al percal del valenciano.

Recibió un puyazo fijo en buen sitio que terminó por parar al bicho ante la incertidumbre de Ponce por la distracción del juez. Su asesor, más autoridad que él mismo.

Tras el puyazo y un primer par de banderillas, decidió dar un bocinazo para cambiar al toro entre el desorden habitual impuesto por un juez de plaza sin conocimiento ni sentido común.

Sin embargo y por reglamento, el cambio no procedió, por lo que ordenó lidiar al número 3 de Julián Hamdan.

¿Para qué anunciar una devolución fuera de tiempo? Mal Garrido, para variar.

En Querétaro no hay rigor legal.

Ponce abrevió, pinchó y dejó otra punta de espada profunda que terminó doblando a un toro inútil. Pocos enterados, aplaudieron a Ponce. Muchos le armaron gran bronca. Una penosa bienvenida.

Seguimos adelante fue el segundo ejemplar de Ponce, otro toro de justa presencia que se empleó bien en el capote, y que  se escupió en un primer viaje al caballo, apretando en el segundo.

Le simuló un quite por chicuelinas entre pitos de la gente que estaba entre cabreada y reventadora. Brindó a todos y saludó por doblones de estampa fina.

Intentó torear lento ante un toro que por instantes no completó los muletazos. Fueron los segundos de duda antes de embestir, la condición habitual del cornudo, a quien Ponce le estuvo aguantando en su condición de figura. No se le puede tolerar menos.

Por zurda, obsequió dos tandas de mano baja y ciñéndose con un toro desclasado y sin transmisión por ese lado. Fue una tanda por doblones muy toreros, la apoteosis de la afición, que se rindió en palmas de pie.

Abrochó la faena por naturales para encarnar más de media en buen sitio que fue acompañada del grito de torero y el júbilo de un público feliz.

Pero, no se olvide que el toro era de justa presencia, pequeñito y sin transmisión… aún así, se premió la labor de una figura del toreo que lidió este mal encierro. Dos orejas.

Octavio García El Payo, de obispo y oro, saludó a Bravo Mío de 521 kilogramos con mecidas verónicas que regresaron el ánimo a la afición. Recibió dos varas el de Hamdan, la segunda mejor que la primera y quedó puesto en opinión de Octavio.

Inició por cambiados por la espalda, metiendo el público con él y comenzó con la estructura por derechazos de buen calado. Dos tandas para buscar el toreo natural de torso estirado y relajación muscular.

El toro, de regulares condiciones por ese lado, se fue quedando corto por zurda ante la paciencia, tiempos y buena cabeza del queretano. Regresó a la senda derechista con buenos muletazos en los que corrió la mano y se estiró con Bravo Mío.

Hasta caminando, El Payo anduvo muy torero, dándole distancia y tiempos al toro y comprendiendo sus condiciones, logrando eslabonar su obra con tersura, temple y elegancia.

Fue la de Octavio una faena corta pero metiéndose en el gusto popular, abrochando con un pinchazo hondo en alto y un segundo viaje que obligó a doblar pronto al de Hamdan. Paseó una oreja tras las palmas al arrastre de su enemigo.

Estuvo Octavio tratando de entender al toro más grande del encierro. Un Fino Trazo de casi 500 kilos con el que no terminó de agradar. El toro, sin transmisión, no terminaba de enroscarse, buscando escupirse por momentos.

Ya en el final de faena, el torero puso la casta y el tesón, alegrando a la afición con las notas de El Queretano. Fue una estocada desprendida, trasera y tendida, el cierre de su actuación. Recibió una oreja.

La noche terminó pasando por agua, suspendiéndose el festejo antes de la salida del último toro que le correspondería al joven rejoneador Tarik Othón.

Ahora piénsese esta crónica con mejores toros, con presencia y no pequeños. Sabría a gloria verdadera, no a un triunfalismo de papel.

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@Jose_Patino 
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