“Sevilla” también se construye de palos pero en el Perú
- No, no nos referimos a la hispalense ciudad bética ni a sus palos flamencos sino a otros de naturaleza más vegetal.
Ubicada en el valle que encierra una planicie de contrastes, la ciudad de Celendín es la capital de la provincia homónima en la región oriental del departamento de Cajamarca; siendo eminentemente taurina como toda aquella parte del norte andino del Perú.
Cada año, entre fines de julio y comienzos de agosto, tradicionalmente celebra la festividad en honor a la Santísima Virgen del Carmen, rematándola con la feria taurina que se lleva a cabo en un escenario singular: un coso taurino edificado íntegramente de maderos.
Ciertamente, no es el único de este tipo que existe en el país. De hecho, en la región de Puno, en el altiplano sur peruano, se edifican también otros dos o tres más, con similares características.
Pero, tomando el nombre del barrio donde se ubica el terreno perteneciente al gremio de ganaderos locales, la Plaza de Toros Sevilla, en Celendín, resulta quizás más famosa que aquellas semejantes altiplánicas por cuanto su feria constituye tras Cutervo y Chota, de las más importantes luego de la limeña del Señor de los Milagros.
He ahí donde reside su fama y renombre pero también en mucho de lo que significa de por sí misma su conceptualización y hasta idealización, diríamos, por parte del pueblo aficionado.
Tanto ha sido este apego a la costumbre de tomarse anualmente el trabajo por levantar desde cero una edificación tan suigéneris, la cual tan pronto haya culminado la feria taurina es inmediatamente desmontada y sus materiales no volverán a utilizarse más para el mismo propósito, que para darnos una idea de ello, acotaremos el hecho que alguna vez se intentó ofrecer las corridas de toros en una plaza moderna de concreto.
Simplemente no funcionó por el desinterés de la población para que allí se realice su espectáculo favorito. Ese coso magnífico de fábrica sólida, pues pasó a ser utilizado en adelante simplemente como un coliseo de uso deportivo múltiple.
El shilico ─gentilicio local─ ama su Sevilla tanto que ya representa un signo más de su peculiar identidad caracterizada en esa tozudez que tal vez le hayan proveído la parte de sus raíces lusitanas.
Pero ¿cómo se edifica este ruedo inmenso construido enteramente de palos del eucalipto, especie oriunda de la Oceanía, abundante en todo el territorio costeño y andino peruano? Parecería increíble imaginarlo erigido tan solamente en apenas cinco o seis días que demanda su esmerado afán.
Pues bien, así es, y la labor principia cuando hábiles y apresurados carpinteros trazan con cal o yeso dos círculos; el primero de unos cuarenta metros, mientras que el segundo de algo más de diámetro para seguidamente dividir dichos espacios en un centenar de partes iguales sobre las cuales se entierran cuatro pilares que sustentarán los niveles donde descansará todo el andamiaje de los llamados palcos.
Para su construcción no existe un orden esquemático propiamente establecido por cuanto cada porción es fabricada sin mediar conexión con la subsiguiente, aportándole esta particularidad un viso desordenado los primeros días de edificación.
Esta forma particular de edificarla determinará de modo alguno la diferenciación de sus localidades ya terminadas. No habiendo comunicación ni ruta de evacuación directa y solo pudiendo acceder a cada nivel mediante rústicas escalerillas, cada sitio adquiere sentido propio de pertenencia que se refleja en la separación social de cada nivel.
Los de las bases, las barreras, estarán ocupadas por público más modesto en esta especie de ground floor o zótano que resulta incómodo para la observación pues tiene en frente el entramado horizontal de palos que son la defensa del ruedo.
Le sigue sobre la misma, el sector o nivel chaque, destinado para la clase media citadina. Por sobre éste se ubica el palco, ocupado por los notables y la gente más pudiente.
Encima de todo y finalizando la estructura se asienta el sobrepalco, preferido por los jóvenes de los sectores mesocráticos. Todo este inmenso anillo circundante de troncos y amarras, con sus cuatro niveles, finalmente albergará cada temporada a unas doce mil personas.
Una vez culminada la edificación resulta imponente y por demás temible el inmenso ruedo generado de casi una cuadra de diámetro, no siendo extraño y comprensible que a muchos diestros les sobresalte aún más ese momento álgido al cruzar el paseíllo.
El 2017 la ciudad experimentó un frenesí desbordante cuando se presentó como matador de toros nada menos que la figura mundial Andrés Roca Rey cuya presencia generó un importante y desacostumbrado fulgor económico local.
Este año el serial shilico va del 30 de julio al 3 de agosto, respectivamente, con cinco corridas como es habitual, anunciándose las siguientes ternas:
30 de julio, festejo mixto
Anderson Rodríguez El Shilico, Carlos Cabellos, Ahmer Rojas y el rejoneador Pedro Louceiro.
31 de julio, festejo mixto
Juan Carlos Cubas, El Shilico y Pedro Luceiro.
1° de agosto, corrida de toros
Eduardo Gallo, Alfonso de Lima y Juan Carlos Cubas.
2° de agosto, mano a mano
David Fandila El Fandi y Alfonso de Lima.
3° de agosto, mano a mano
David Fandila El Fandi y Eduardo Gallo.
El ganado será proveniente de los hierros nacionales de don Roberto Puga, San Simón y de Jaral del Monte.
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