En Guadalajara… Leo Valadez, destaca en la primera corrida de Octubre

Jaime Sierra 22 octubre 201723 octubre 2017 México, Por Jaime Sierra

Tarde soleada y sin viento para la primera de las cuatro corridas formales de la plaza de toros Nuevo Progreso de Guadalajara. Tres cuartos de entrada en sombra y media en sol. Previamente se organizó un desfile de calandrias para el festejo. Se han lidiado toros de Los Cués y Rancho Seco para rejones y cuatro de Marco Garfias para los toreros de a pie. Un buen encierro que, con excepción del sexto que no se prestó para el lucimiento, el resto fue bueno destacando el quinto que traía prendidos con alfileres los apéndices.

El rejoneador Andy Cartagena: Silencio en ambos.

Alfredo Ríos El Conde: Silencio y pitos.

Leo Valadez: Vuelta al ruedo y silencio.

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Con los de su lote Andy Cartagena mostró sus cualidades de buen jinete llevando los toros pegados a la grupa y banderillando espectacularmente para ser aplaudido por todos los aficionados, en especial por aquellos que gustan del toreo a caballo. Desafortunadamente sus fallos con el rejón de muerte impidieron que se llevara los trofeos.

Por su parte Alfredo Ríos El Conde recibió a su primero con cadenciosas verónicas a pies juntos que calaron fuerte en el tendido. Despertó los aplausos en el segundo tercio aunque durante la lidia el toro se vino a menos por lo que tuvo que despacharlo con una media estocada en buen sitio. Desaprovechó la bravura y nobleza de su segundo toro, quinto de lidia ordinaria, haciendo que el público se metiera fuerte con él.

Leo Valadez mostró empaque de buen torero en la lidia del tercero de la tarde al que recibió con verónicas de excelente factura. Quitó por zapopinas lentas y de gran sabor torero para enseguida brindar a Vicente Fernández que se encontraba en barrera de sombra. Durante la lidia ejecutó cuatro derechazos sin enmendar que hicieron que sonaran la música de las alturas culminando el último tercio con tres manoletinas de rodillas que hicieron que se escucharan fuertes olés en el tendido. Desafortunadamente un pinchazo evitó que la autoridad le concediera un merecido apéndice quedando todo en vuelta al ruedo.

Con el cierraplaza, el peor de los toros que se lidiaron, no pudo refrendar la faena anterior y sin posibilidad de hacer nada digno de contar lo mandó al destazadero.

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