Lo comenta Miguel Ángel Yáñez…La guerra de guerrillas impide y obstaculiza el relevo generacional
Lo comenta Miguel Ángel Yáñez
Hace unos días, el 4 de Enero para más datos, nuestro director Pepe Mata publicaba un artículo de opinión al que titulaba Inaplazable la renovación generacional con el toro auténtico, y a los pocos días se anuncian los carteles de la primera Feria importante de la temporada taurina de 2024, la de Fallas, y seguimos más de lo mismo.
Una Feria en la que parece que no tienen cabida nombres de toreros jóvenes que han demostrado tarde a tarde en la temporada pasada que son, ya unos aspirantes a figuras del toreo, sino que han conseguido todas las credenciales para presentarse así con esa vitola.
Fernando Adrián, dos tardes seguidas por la Puerta Grande de Las Ventas en San Isidro y la Beneficencia; como premio, las empresas le dejan en el paro durante prácticamente dos meses hasta que su apoderado Maximino Pérez lo pone en Cuenca, plaza de la que es empresario y lo consigue colocar por la vía de la sustitución en plazas tan importantes como Valladolid o Albacete. Quince tardes así, y en todas ellas abandonaba las plazas en hombros, total diecisiete salidas en hombros consecutivas.
Daniel Luque un torero que pese a las cogidas y lesiones sufridas en la temporada pasada, ha estado en triunfador y torero en todas las plazas por las que ha pasado, ofreciendo una dimensión y torería fuera de toda duda. Pues parece que se les ha olvidado o no lo ven así.
Ginés Marín otro torero serio, con categoría y profundidad que viene de triunfar en América y dar la cara en todos lados, pues nada de nada también.
Y si nos referimos a Diego Ventura el indiscutible número uno del toreo a caballo en todo el orbe taurino, con triunfos más que sonados en España, Francia y América; pues tampoco.
Se supone que los empresarios están para organizar los mejores y más atrayentes festejos, con carteles rematados y que susciten la expectación de los aficionados, con lo que se vean llenos los tendidos y ellos ganen económicamente, que ese es también uno de los objetivos empresariales y así ayuden a promocionar y dignificar el toreo y la tauromaquia.
Sin embargo esto parece que no lo contemplan, pues seguimos más de lo mismo y con los de siempre, que no es que estén siempre mal, pero sí muy vistos y a veces muy previsibles y aburridos, con ganado que no tiene la bravura y el trapío que se necesita para que se transmita esa emoción que debe provocar el toreo.
Esto, por un lado, pero amigos parece que hay quienes están o andan metidos en ciertas luchas intestinas y excluyentes con respecto a compañeros y rivales o contendientes en el ruedo, a los que no alcanzamos a concebir de si es por motivos extra taurinos y personales o es porque creen que se pueden sentir acechados en el lugar y puesto que están ocupando momentáneamente, y digo momentáneamente porque todo es efímero incluso la propia vida por mucho que dure.
O porque, con lo que pueden llegar a influir o influenciar a las empresas, las que en la mayoría de los casos son multifunción, empresarios, apoderados y/o ganaderos; con lo que con la fuerza que eso les puede otorgar; sin embargo, se pliegan, doblegan y doblan como los juncos, a las exigencias y tiranía de ciertos aires de grandeza y laureles actuales o pasados que muestran o parecen mostrar e imponer, por mucho que lo nieguen.
Siempre se dice que tal o cual torero, a pie o a caballo, es un “mandón” en el escalafón; pero ese calificativo debe de ser aplicado por lo que hace y demuestra en el ruedo, no en los despachos, bien sean ellos o sus apoderados siguiendo sus órdenes.
El verdadero “mandón” o “figurón” del toreo para serlo de verdad, tiene que alternar con todos aquellos que vengan empujando y dirimir sus cuitas, siempre taurinas, en la arena que es donde verdaderamente te coloca en ese lugar privilegiado del escalafón y así te lo va a reconocer el aficionado y público en general.
Mal vamos así amigos, si esto continúa por estos ladinos derroteros. En la plaza hay que ser compañeros y desde luego rivales; fuera de ella nadie te obliga a ser amigo de nadie, pero siempre hay que tener el sentido de la camaradería y el respeto por el que puede ser tu rival.
Llevo mucho tiempo diciendo que si fuera del mundo taurino tenemos muchos críticos, que aprovechan lo más mínimo para atacar a algo tan sublime, artístico, tradicional, histórico y pleno de animalismo, libertad y democracia como es la tauromaquia; pues resulta que el peor enemigo lo tenemos dentro, con sus aviesas maniobras que tanto nos dañan.
Háganselo mirar señores, que con sus jugarretas de malandrines pueden llegar a arrasar con algo tan importante como digo y sabemos, como es la tauromaquia y el mundo taurino, que tanto tiene y tanto nos da. No lo dejen para mañana, que ya puede ser tarde e irremediable.
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