En Manizales… Galván y Hernández lo único reseñable de un completo petardo
Monumental plaza de Toros de Manizales, Colombia. Martes 9 de enero de 2024, segundo festejo de la versión 69 de la temporada taurina de la capital cafetera, correspondiente a una corrida de “toros”, los bovinos llevaron el hierro de la casa de Dosgutierrez (Murube – Santacoloma), anovillados, mal presentados y totalmente menguados en casta y bravura, un completo petardo, siendo pitados: primero, tercero, cuarto, quinto y sexto.
Rubén Pinar: Pitos tras dos avisos y pitos tras aviso.
David Galván: Silencio y oreja tras aviso.
Juan Sebastián Hernández: Tres avisos y oreja.
Detalles:
Al iniciar el festejo se rindió homenaje a don Orlando Galvis, jefe de monosabios de la Monumental plaza de toros de Manizales, por motivo de sus 50 años de labor.
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Una tarde soleada en la capital caldense, ha servido de perfecta ambientación para otra jornada de “toros” de las ya bien conocidas en Manizales; de nuevo al ruedo los pequeñajos de la casa Gutierrez, en este caso la ganadería hermana de Dosgutierrez, ejemplares totalmente anovillados y de sospechosas caras, que en otras tierras no pasarían ni en el reconocimiento de un festejo menor, pero que en la ciudad de las puertas abiertas son presentadas como el insumo de grandes tardes, en este caso monumentales petardos.
En frente, dos ibéricos que se han decantado por el camino de las llamadas ganaderías duras (Pinar y Galván), pero que al llegar a América, parecen tomar la senda del facilismo y retomando los tiempos de novilleros se enfrentan a rivales pormenorizados, que si bien les permiten estar a modo, restan total grandeza a su temporada en el otro extremo del atlántico; junto a ellos, un joven torero nacional de reciente alternativa que lucha por hacerse espacio en los carteles que la empresa le permita, movido por la disposición de quién desea expresar su vocación.
En los tendidos, un formidable lleno parcial, el público fiel de Manizales que apelando al aguante y a la afición, se ha venido amoldando al “toro de la casa” ese del que tanto hablan los amigos del engaño, recurriendo a canciones de antaño y/o reminiscencias de una fiesta muy distante, pues a falta de insumo bravo hay que llenar de bagatelas paginas enteras, y siempre hablar de las “figuras” que no lo son tanto, que vienen del otro lado del charco a posar de grandes héroes, sin presentar los argumentos que les hacen llamarse toreros.
Así las cosas, el albaceteño Rubén Pinar, abrió plaza con Clandestino (450 Kg.) un animal de endeble bravura, reservón y agarrado al piso, que no se empleo en ninguno de los tercios, y le impidió estructurar faena; con la espada, vergonzosa escena, pues tras atravesar al burel, el uso del verduguillo complico totalmente el escenario, generando la bronca del respetable, tras dos avisos; pitos para el burel.
Su segundo, Bullicioso (444 Kg.), siguió la línea de fealdad y fachosas maneras de sus hermanos, manseando en las cabalgaduras e impidiendo la limpieza en el segundo tercio; con el paño Pinar se dedicó a una labor de trapazo, tirones y vulgaridad, sin temple ni mando, encarando un animal con peligro y totalmente desclasado. Con el acero de nuevo congestionado, despachando con el verduguillo. Pitos, para toro y torero, tras aviso.
Por su parte el gaditano David Galván, debutó en Manizales ante Literato (460 Kg.), al que recibió con finas verónicas que emocionaron al respetable; a posteriori, destacó empleándose por chicuelinas; con la pañosa, solvente logró transmitir y emocionar, correcto en la ejecución, aprovechando las mermadas y adormiladas embestidas del morlaco; todo lo visto naufragó con los aceros: dos pinchazos y un par de marros con la cruceta del descabello. Silencio.
Con su segundo, Saqueador (446 Kg.) realizó ibid, de su anterior actuación, logrando trasmitir y conectar, al apelar a un toreo inmediatista de alto impacto en los tendidos; faena inteligente a un manso, jugando con las querencias y dando todas las ventajas; dejó un acero de lento efecto pero que logró despachar, reclamando una generosísima oreja, tras aviso. Pitos en el arrastre.
El oriundo de Sogamoso Juan Sebastián Hernández, afrontó la lidia de Cachicano (454 Kg.), otro burel pormenorizado, de fuerza y bravura, feamente picado y banderilleado con más espectacularidad que orden y ortodoxia por parte de la cuadrilla; con la pañosa, el colombiano buscó beber de pozo seco, sin llegar a transmitir o trascender; su labor terminó en los tableros donde el mansurrón termino aculándose; con el acero un total desacierto. Tres avisos. Pitos en el arrastre, tras ser apuntillado en el ruedo.
El cierra plaza Aguayo (440 Kg.), fue el más pequeñajo del encierro, un completo novillo, al que el colombiano, logró montar faena, mandando y arriesgando, con más valor que técnica, con más entrega que arte; con los aceros, logró una estocada fulminante que le permitió reclamar un justo premio. Oreja y pitos en el arrastre.
Compleja tarde en la que, ni toros ni toreros, lograron puntuar; con una presidencia generosa, de bajo criterio y seriedad, ante un público entregado, que a las voces de ¡Fuera Petro! Matizaban la solicitud, la plegaria, si así se quiere, de: ¡Fuera ganadero!, Tarde para el olvido, tarde triste que merma las ganas y nos sigue llamando a la reflexión, pues festejos así son los que confirman por qué la fiesta de los toros está condenada a desaparecer.
Para este miércoles
La Temporada continúa el día de mañana miércoles 10 de enero, con una corrida de toros de la ganadería de Santa Bárbara, para los diestros Luis Bolívar, José Arcila y Román.
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