En San Cristóbal… Galván, la torería; Colombo, la espectacularidad
San Cristóbal, Venezuela. Plaza de Toros Monumental de Pueblo Nuevo. Sábado 1º de febrero de 2020. II corrida de abono. Con poco más de dos tercios de plaza (aproximadamente 11500 personas) en tarde soleada y con ligeras ráfagas de viento, se lidiaron reses de Rancho Grande y El Prado [Hermanos Molina Colmenares], en su conjunto muy justicos y terciados de presencia, anovillados, y muy justos de fuerzas, casi al límite, con el aditamento de la nobleza en distinto grados.
David Candila El Fandi: Oreja y silencio.
David Galván: Palmas y dos orejas.
Jesús Enrique Colombo: Palmas y dos orejas.
Detalles:
Destacaron en la brega Gerson Guerrero y en banderillas Ramón Contreras, y en la puntilla a lo largo de la tarde, Eliecer Paredes, sin dejar pasar por alto el buen puyazo de Alfredo Guimerá, ante el sexto.
Dos horas y 36 minutos duración de festejo.
Salieron en hombros Galván y Colombo.
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Una tarde la de este sábado 1 de Febrero, que hizo reverdecer momentos de gran emoción, cuando veías en taquilla ese entusiasmo por ver en escena un cartel con tirón. A tal punto estaba el ambiente que casi se rozaría los tres cuartos de aforo.
Se estaba lidiando el tercer toro y aun entraba gente a los tendidos y numerados. Mientras en el ruedo se despachaba una corrida muy al límite de todo de lo que hasta el momento se había visto en la feria, empezando por la presencia de los pupilos de Don Hugo Domingo Molina.
Con decir que los novillos del jueves tenían mayor presencia que varios de los toritos despachados ayer. No es exageración.
El Fandi no tuvo género propicio para su toreo, y si bien cortaría una muy generosa oreja al que abrió plaza, en la retina quedarían los tercios de rehiletes que se prodigó. Poco más, pues la cuerda de sus astados no le duraron para los respetivos trasteos muleteriles prodigos en muletazos/azos por doquier.
Por su parte Colombo tuvo que emplearse a tope con el que cerró plaza para al final salir en volandas, pues ante el que abrió su lote, poco más que empeño fue lo que dejó en evidencia, dejando así mismo como El Fandi en banderillas sus mejores momentos de lucidez. Además de lo seguro y contundente de la espada.
Pero lo torero, lo artístico, los chispazos de torería vinieron en la muleta del joven David Galván, quien ha dejado estela de buen toreo, el de siempre, el que coloca unánimemente a todos los taurinos de acuerdo. Y para ello también el elemento del temple en su muleta para ayudar a no venirse abajo el género bovino que pecharía en el sorteo por la mañana.
Nuevamente un tremendo clima para una corrida de toros. Los tendidos a rebosar y ante ellos un torero de enorme conexión como lo es El Fandi. La larga cambiada de rodillas en el tercio fueron prólogo para luego por verónicas y chicuelinas hacerse a primeras con el justo burel.
El puyacito de trámite (como para una muestra hematológica) además de un ajustado quite por navarras dio pie a un espectacular tercio de banderillas por parte del mencionado coleta, desde todos los terrenos del ruedo, con suma facilidad.
Pero el trasteo bajaría enteros, pues a lo escaso de las fuerzas del astado delante de la muleta, se uniría el repertorio pueblerín y superficial que se jactó en recetar el espada granadino, donde hasta el palco presidencial se uniría a la fiesta, musicalizándola incomprensiblemente.
La estocada entera y trasera fue suficiente para enviar a las mulillas al animal y la concesión de una muy discutida oreja. De las más baratas que haya visto en esta plaza.
Su segundo del lote no le duraría mucha cuerda. Varios fueron los avisos por el pitón derecho del jabonero morlaco (venciéndosele en el capote y muleta) unido a su escasa fortaleza en los engaños, lo que hizo de esta una labor de escasa trascendencia. Lo mejor el compartido tercio de rehiletes junto a Colombo y la brevedad con el acero, necesitando un descabello.
Galván solo había dejado detalles de torería en una trasteo breve, frente al segundo de la tarde, animal que al igual que la mayoría de sus hermanos dejó en el debe su trapío y fuerzas.
Chispazos aislado por la diestra, y una tanda de gran mensaje por la zurda encandiló a quienes valorarían la clase de toreo que dejaría impreso. Le pasaportó de estocada trasera y descabello a la espera de mejor suerte.
Y se cumplió ante Camarón, un nobilísimo torito, al que Galván desde el mismo saludo de capa le supo administrar distancias y alturas. Los doblones rezumaron la ortodoxia que necesitaba la tarde, y con ello por la diestra y zocata momentos de gran calado en el numerado y tendido, de toreo bueno, el de siempre, el que une criterio, que bien difícil es en esto del toro.
El culmen de la faena vino en dos tandas por naturales que marcaron diferencia. El espadazo ligeramente traserito, de inmediatos efectos toricidas fue elemento inapelable para la concesión de las dos orejas.
A Jesús Enrique Colombo el tercero de la función le dejaría estar a gusto en su muleta poderosa y sobrada a las embestidas del ejemplar. Antes le había adornado en tercio compartido con Fandi, tres pares en lo alto con una exultante facilidad.
De rodillas en los medios arrancó una faena con altibajos exclusivamente por la derecha, pues ni siquiera se tomó la molestia de intentarlo por el lado contrario. El espadazo desprendido y atravesado, además de un descabello dejaron la cosa en tímidas palmas.
Pero en el que cerró función, con la mosca en la oreja tras la actuación de Galván en el toro anterior, se empleó a fondo en banderillas, tercio atropellado tras perder pies luego de salir de clavar el segundo par.
El momento fue de zozobra al quedar en tablas a merced del toro en los bajos del palco presidencial, manifestando luego las secuelas del golpazo. Los doblones de inicio muleteril propiciaron una labor con la pañosa nuevamente derechista exclusivamente, en tandas largas de hasta 6 y 7 muletazos, un poco acelerados, pero con la entrega y emoción que imponía toda una plaza a favor del torero de Táriba.
El espadazo delanterito con hematemesis sin puntilla, generó la pañolada y con ello la concesión del par de orejas que hacían de salvoconducto para que compartiera la salida en hombros con David Galván.
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