En Cali…En kilométrica corrida sale a hombros Castella y corta una oreja Bolívar

28 diciembre 2024 Mauricio Sepúlveda

Cali, Colombia. Con la mejor entrada de toda la feria, casi tres cuartos de entrada, y con mucha lluvia se celebró la segunda corrida de la feria caleña, la del cartel con más expectación de todo el serial. Se lidiaron toros de Las Ventas del Espíritu Santo de propiedad de César Rincón.

Sebastián Castella: Oreja y oreja

José María Manzanares hijo: Saludo desde el tercio y silencio

Luis Bolívar: Silencio y oreja

Alejandro Talavante: Silencio tras aviso y silencio.

Detalles:

El diestro francés salió a hombros por la puerta del señor de los cristales.

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Sebastièn Castella, como se escribe su nombre en la realidad, dejó buenos detalles con la capa. Ya con la muleta hizo gala de su buen toreo sumando series que entusiasmaron al respetable, pere después de unas manoletinas y una estocada entera, recibiera una oreja.

Volvió a lucir con su capote lástima que no se prodigó más. El prólogo fue con las zapatillas bien asentadas en la arena. Una faena de buen gusto entendiendo la bondad del toro que le correspondió. Otra entera tras un pinchazo y le han concedido una oreja.

Otro toro manso y débil fue el primero de Manzanares. Algunos lances que dijeron poco, para realizar una faena cuidando al inválido, aún así dejó algunos pases que hablaron de su buen toreo. Estocada mortífera para escuchar palmas.

Con su segundo el loable esfuerzo, paro nada más. Lo peor si cabe después de luchar con la mansedumbre y la invalidez ha sido que se le dificulto el uso con los aceros.

Luis Bolívar, lanceó de hinojos a su primero. }El toro mostró su mansedumbre en varas en donde aventó cornadas de manso. El toro llegó mermado a la muleta y sólo le permitió algunas cosas breves al torero, que no pasarán a la historia más que su esfuerzo. Después de oficiar con el estoque, fue silenciado, mientras que el toro, como era evidente fue pitado en su arrastre.

Cortaría una oreja a otro toro débil, en donde sólo pudo dejar una faena a un toro que tuvo que cuidar mucho para que no claudicara. Como se despedía de esta plaza, el público generosamente concedió una oreja.

Alejandro Talavante hizo lo que pudo en medio de las inclemencias del tiempo y de la asfixiante mansedumbre, siendo silenciado en ambos ejemplares.

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