Crónicas

En Sevilla… Meritorios arrestos ante los miuras

Plaza de La Maestranza de Sevilla. Domingo 21 de abril 2024. Decimoquinta y última corrida de abono de la Feria de Abril. Toros de Miura, muy bien presentados, desiguales en varas -cuarto y quinto empujaron, y el sexto acudió largo al caballo-, noblotes, cortos de embestidas, correosos, ásperos, incómodos y dificultosos.

David Fandila El Fandi: Ovación y petición y vuelta.

Manuel Escribano: Ovación con aviso y ovación.

Esaú Fernández: Oreja y silencio.

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Orden de lidia -sorteo-

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  • El Fandi, Escribano y Esaú Fernández ofrecen una actuación muy digna ante una corrida áspera, dura y correosa de la legendaria divisa, que cerró el ciclo sevillano

El Fandi y Manuel Escribano recibieron a sus toros de rodillas en la puerta de chiqueros, y allí pasaron un auténtico quinario. Ninguno de los cuatro acudió con limpieza al cite, y, por el contrario, salieron distraídos, con la mirada perdida, deslumbrados, quizá, y pusieron en serio peligro a los toreros, en unos momentos de altísima tensión y peligro. También cruzó el diámetro del ruedo Esaú Fernández cuando los clarines avisaron de la salida del sexto, y tuvo algo más de suerte, pues el toro salió al trote y permitió una limpia larga cambiada como preámbulo de una tanda de aceptables verónicas.

Solo por esos momentos, sufridos por el público con el corazón encogido y en completo silencio, mereció la pena esta corrida de Miura, compuesta por seis ejemplares típicos de este hierro, largos, de mucho peso —cuatro de ellos rondaron los 600 kilos—, y con las ideas muy claras para no permitir posturas aflamencadas ni faenas artísticas.

Ni uno solo humilló y acometió con nobleza a los engaños; ninguno se comportó como una alimaña, pero no regalaron una sola embestida, y ofrecieron un largo repertorio de asperezas y dificultades que exigieron una muy digna actitud y entrega valerosa de los lidiadores.

Dos de los miuras hicieron una buena pelea en varas, y los demás empujaron con la cara por las nubes y de costado, todos esperaron y pusieron en aprietos a los banderilleros, y los seis repitieron la misma lección en el tercio final: corto viaje, cara a media altura, derrote final y preocupantes miradas.

El Fandi, Escribano y Esaú Fernández estuvieron por encima de las dificultades de los toros, muy firmes los tres, solventando con profesionalidad y sapiencia la dureza de sus oponentes.

No hubo, lógicamente, ninguna faena redonda, porque la lidia a los toros de Miura es otra liga, pero sí un derroche de vergüenza y de casta torera que La Maestranza reconoció y respetó.

En contra del criterio de los médicos, volvía a la plaza Manuel Escribano después de la heroica tarde de sábado, día 13, en la que sufrió una cornada en el muslo derecho y la fractura de una costilla. Fue recibido con una cerrada ovación tras el paseíllo, y anduvo por allí como si estuviera en plenitud de facultades físicas.

El y El Fandi compartieron el tercio de banderillas en sus cuatro toros, y si bien fue más loable su empeño que la ejecución de los pares -todos a toro pasado, a excepción del último de Escribano, al quiebro desde el estribo de las tablas- ofrecieron un espectáculo para gran regocijo de los tendidos.

Escribano no rehuyó la pelea ni perdió la cara a sus oponentes. Sereno, con claridad de ideas y confiado, inició la faena de muleta a su primero con dos pases cambiados por la espalda en los medios y le robó estimables muletazos por ambas manos. Brindó el otro a la banda de música, que sonó en su honor el sábado al volver de la enfermería, y superó los gañafones de otro animal soso y complicado.

Se ha dicho que esta es la primera corrida de Miura que mata El Fandi, y, en verdad, se lo tomó como un serio compromiso. Con cierta desconfianza ante su complicado primero, superó el mal trago con oficio, y se le vio más entonado ante el cuarto, tan correoso como los demás. El presidente le negó la oreja cuando sus méritos fueron los mismos que los de Esaú Fernández, que sí la paseó del tercero.

Esaú mató con eficacia, al igual que el granadino al cuarto, y se mantuvo firme ante su lote, empeñado en no obedecer, con la cara suelta en cada embestida y la escopeta cargada en todo momento.

Felizmente, los tres toreros salieron de la plaza por sus propios pies, y la ganadería de Miura mantuvo su leyenda en la corrida que, un año más, puso el punto final a la Feria de Abril.

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  • Antonio Lorca, prestigioso crítico taurino del influyente diario español El País 

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