**En la Monumental México… El Zapata conquistó la Banderilla de Oro; Ferrera una muy generosa puerta grande**

10 marzo 2024 José Mata

Monumental Plaza de Toros México. Domingo 10 de marzo 2024. Con más de un tercio de entrada unos 18 mil personas se han lidiado toros de Rancho Seco, propiedad de los señores Sergio Hernández González y Sergio Hernández Weber. Disparejamente presentados, el segundo ha sido un chiquillo imberbe. En su conjunto han sido mansos, dóciles, algunos hasta de bondad franciscana como el quinto y justamente el chiquitín que hizo segundo, al que el buenazo de Enriquillo Braunny le regaló inmerecido arrastre lento; manso con genio fue el cuarto; manso de solemnidad el sexto; y los demás simplemente cumplidores.

Uriel Moreno El Zapata: Silencio y bronca tras dos avisos.

Antonio Ferrera: Dos orejas -la segunda muy generosa- y decidió que debería de dar vuelta tras aviso.

Francisco Martínez -quien confirmó la alternativa-: Oreja con protestas y silencio tras dos avisos.

Detalles:

Con una votación que superó el 72.7 % de los encuestados Uriel Moreno El Zapata conquistó la Banderilla de Oro; mientras que Antonio Ferrera apenas y arañó el 18.4 % y el bisoño Francisco Martínez el 8.4%

El animalillo de la ceremonia de confirmación llevó el nombre de Cucharito, número 138, cárdeno listón.

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La verdad jamás daña a una causa que es justa”: Mahatma Gandhi

Advertencia: Siempre es oportuno advertirle tanto a ganaderos como a toreros y hasta empresarios que esta crónica no es apta para ellos, porque aquí no aparecerán ni los falsos elogios ni las inútiles justificaciones para acomodar todo en una artificiosa ficción y así dañar a la verdad del arte del toreo. Para ello, existe la prensa corrupta, la que enaltecerá el engaño e intentará convencer a la buena fe de los lectores de lo que no ocurrió en el redondel. Bajo advertencia… no hay engaño.

La sicología de masas nos lleva al análisis del comportamiento de un sector que siendo afectado un buen día decide responder con vehemencia hacia ese mal trato. La Fiesta, sobretodo, en la Ciudad de México, había sido vejada por politiquillos oportunistas, quienes habiendo sido muy taurinos como, Jesús Sesma y Jorge Gaviño, por intereses sumamente extraños decidieron ya no serlo… bueno, ahí está la lección no habrá que votar ni por ellos ni por los partidos que pudieran representar el próximo mes de junio.

Estos estentóreos ataques dieron una gran, pero gran publicidad a la tauromaquia poniéndola en la mira de todos, y el resultado ahí está a la vista.

Sí, porque si hay algo que le fastidia, odia el denominador del común de la gente son las prohibiciones y, por ello, salió a defender a su espectáculo favorito… la Fiesta de los toros.

Sin embargo, en medio de todo esto para beneplácito del arte del toreo, comenzó a llamar poderosamente la atención de muchos, muchísimo jóvenes, que ahora mismo están nutriendo los tendidos con su presencia.

Maravilloso… sencillamente maravilloso.

Ahora sólo queda demostrarles el acierto de su decisión a través de la grandeza de este mágico, mítico y trascendente arte llamado tauromaquia, con el fin de consolidar a este nuevo público en nuestra amada Fiesta.

En este contexto, la entrada de este domingo en cuestión fue significativa, al margen de que estuviera, Antonio Ferrera, ya que no ha sido un torero que haya impactado en México; es más, a donde se presenta no acude la gente, y como se vio, el que estuviera en el cartel no importó en el público que hizo buena entrada.

Aquí cabe la pregunta… ¿por qué no ha impactado Ferrera en México?

Simplemente, porque es un torero vulgar, circense, estridente y que gusta torear más a las galerías que ponerse a torear bien al toro.

¿Por qué lo hace?

Es un misterio insondable, porque torear bien lo sabe hacer, pero lo pierde lo trivial, la frivolidad y acaba haciendo de sus presentaciones la execrable parodia de circo, maroma y teatro.

¡Vaya desperdicio de torero!

Y, para muestra… este festejo en cuestión.

El tercero, Dentista, ha sido un chiquitín al que lanceó, Ferrera, con suma vulgaridad. Con horrendos mantazos dejó mal colocado al pequeñajo para comparecer en varas y, como era de esperarse… no peleó.

Inmerso en su casi inacabable vulgaridad, Ferrera, hizo un quite con feos delantales, sí en verdad han sido feos. Dueño del circo -perdón del redondel- invitó a sus compañeros a banderillear y el joven Martínez dejó un par al cuarteo; el señor Zapata un magnífico par al violín, tan comprometido, que levantó al público para escucharse una sonora batería de júbilo; y, el anfitrión, un par habilidoso más para entusiasmar a los amiguetes que para dejar algo para la posteridad.

Su faena tuvo algunos pases que poco dijeron, mezclados con otros que estuvieron correctos por el lado derecho, y cuando parecía que todo iría por buen camino, aparecieron sus remates circenses. Dio paso al toreo al natural, pero no hubo dimensión en el trazo, para así retomar la muleta con la mano derecha bien, sin nada que convencer; no obstante, no puede hacer a un lado su vulgaridad -pareciera que es inherente en él- no deja el acto circense y así unió un feo redondo que no venía al caso.

Recompuso con otra serie correcta al natural, pero no pudo mantener el ritmo y la siguiente poco dijo. Citó a matar dejando una entera fulminante.

Sí.

Sí, hubo petición de oreja pero el buenazo de Braunny -quien debe ser ferrerista de corazón- haciendo a un lado el rigor, regaló la segunda orejilla y un arrastre lento al pequeñajo.

El quinto de nombre, Fotógrafo, otro astado justo de presencia con el que no hubo nada con la capichuela, Antonio, dejó un par trasero, luego hizo una fea moviola y uno al quiebro.

Sus primeros naturales le resultaron correctos, así como los que aparecieron por el lado derecho; sin embargo, por falta de argumento en su contenido, no conmoverán a la historia.

Aparecieron más naturales con la derecha, que eran en su mayoría alcanzados y justamente estaba haciendo otra faena que cumple pero no arrebata. Por ello, es posible que siempre busque la vulgaridad, lo circense… el toreo para las graderías.

Tres pinchazos, un aviso y una entera delantera.

Al final, Antonio Ferrera, decidió salir al tercio y cuando ya iba rumbo al callejón, que se regresa para dar una vuelta que si bien nadie le pidió, tampoco se le protestó.

A estas alturas del partido ya qué conmovía.

Uriel Moreno El Zapata se distinguió esencialmente por sus pares de banderillas, y por extraer pases plausibles a su primero, bovino del que la gente supuso y supuso mal, que tenía más de lo poco que pudo mostrar.

Después de un recibimiento vistoso a su primero de nombre, Náufrago, el torero de Apizaco, no hizo algo más porque el astado no lo permitió, tan fue así que no peleó en caballos. Uriel invitó a sus alternantes a banderillear y Ferrera dejó las banderillas traseras; correcto fue el par del joven Martínez; mientras que El Zapata, con el monumental impactó.

Inició con dos pases en tablas, el torillo se le revolvió de inmediato y se apagó. Intentó por la mano derecha pero iba soso y deslucido. Sólo pudieron aparecer detalles por la evidente falta de casta del toro. Intentó lidiarlo sin conseguir domeñarlo del todo. Pinchazo, estocada caidilla perpendicular.

Con el justito, San Miguelino que hizo cuarto, El Zapata le recibió a porta gayola, aunque dio la impresión, que los señores torileros abrieron antes de lo previsto la puerta y Uriel, resolvió con habilidad con una larga, luego citó nuevamente para otra pero lo desarmó.

El señor Zapata hizo gala de su sitio y oficio recogiendo la embestida del torillo, para hacerse de él sin concretarlo. El puyazo fue trasero sin que peleara el astado. Intentó tres pares en uno, solo logró dos continuos y al final dejó un violín cumplidor.

El toro comenzó a desarrollar genio defendiéndose en la muleta, doblando contrario, reservón, en fin. Le extrajo una serie al hilo de las tablas con la derecha, obligando mucho al toro que fue celebrada. Hubo otra más de menor intensidad y cuando hizo evidente no querer nada el de Rancho Seco, fue por la espada dejando un pinchazo hondo, escuchó un aviso, luego media espada caída, dos descabellos y bronca desde los tendidos.

El confirmante, Francisco Martínez, es un joven bien intencionado, le gusta hacer las cosas bien, pero no logra concretar porque le hace falta entender más de la distancia, adentrarse con mayor rigor en los terrenos del toro. Así, en conjunto conseguir aprovechar mejor sus argumentos en el desarrollo de sus actuaciones.

Recibió con larga cambiada al mansillo de, Cucharito, antes de que Francisco hiciera la segunda, intentó saltar el toro, después lo lanceó por piernas dejando varios recortes. El toro que era reservón, como era de esperarse no peleó varas y claudicó.

El joven Martínez decidió hacer un quite por tafalleras con caleserinas que se apreciaron entusiastas.

Banderilleó dejando un par al cuarteo y, llevando dos pares en sus manos, impuso uno al violín y otra al cuarteo desacertado.

El prólogo de su faena fue con pases por abajo bien realizados, luego apareció la mano derecha dejando una serie correcta, mientras que a los naturales les faltó ritmo. Como dicen los “disculpadores de oficio” -conocidos por la sabia conseja popular como prensa corrupta-… estuvo nervioso.

Bueno digamos que así fue, estuvo nervioso, sin embargo, eso no le impide visitar a la edificante autocrítica para que en un análisis introspectivo y dialéctico halle el camino.

Una estocada caída traserilla, cierta petición que no era suficiente para que el inútil del juez le echara encima a la gente a Francisco, al autorizar una oreja que fue protestada.

El sexto -segundo de Francisco Martínez- fue un astado mansurrón que no peleó en caballos. En banderillas diremos que seguía nervioso y cumplió… simplemente cumplió.

La faena no podía ir a más por la asfixiante mansedumbre del toro y la innecesaria insistencia del torero que no hallaba la cuadratura al círculo. Ojalá y pronto se alivie de ese nerviosismo para que con la autocrítica visite alturas de mayor relevancia y salude al éxito anhelado.

¡Dígase la verdad… Aunque sea motivo de escándalo!

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