En Arles… Luque por encima de todo
Arènes d’Arles, Francia. Sábado 9 de Septiembre. Corrida de toros goyesca en la Féria du Riz. Abatidos por el sol. Casi lleno, 9 décimos de aforo. Toros de Jandilla de 490 a 550 kilos. 12 puyazos.
José María Manzanares: Oreja y silencio con aviso.
Alejandro Talavante: Pitos y vuelta.
Daniel Luque: Dos orejas y oreja.
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El anfiteatro de Arles acogió la tradicional corrida goyesca de la Feria del Arroz.
La corrida goyesca que inaugura, este sábado, las dos jornadas de la feria Prémices du Riz rindió homenaje a Pïcasso con motivo del cincuentenario de su muerte.
¿Habría apreciado el genio malagueño esta corrida con toros Jandilla de presentación desigual?
No, creemos que no.
El curso de la corrida
La debilidad del encierro en general, permitió en el regreso de, Daniel Luque -gravemente herido hace un mes- obtener primero un éxito de estima antes de mostrar su habilidad o mejor expresado buen uso de su muñeca. Frente a Ruboroso y acompañado por la lánguida música del concierto de Aranjuez, supo dar voz para invitar a su socio a colaborar. Una entera vino a puntuar esta estampa. En su segunda comparecencia, el torero sevillano volvió a mostrar su ventaja para inaugurar su etapa color de rosa tras días turbios.
El director de lidia, J.M. Manzanares comenzó bien la tarde, ligando series con ambas manos, deteniendo suavemente la embestida de su oponente embarcado en la muleta de dulzura. Una estacada recibiendo con autoridad convenció al público y a la presidencia para dejar caer un trofeo. En la siguiente faena, un rítmico cara a cara y tras haber ofrecido pleno centro y redondos como gestos de elegancia, el maestro alicantino se traicionó con el acero en mano.
Finalmente, Alejandro Talavante, poco ayudado por su cuadrilla de banderillas, no hizo nada bueno en su primera aparición. Probablemente molesto por los fuertes pitos que marcaron el primer asalto, el torero de Badajoz, repitió pases de rodillas en la arena al inicio de la faena, finalizó su bien bosquejada faena en la misma actitud. Como orar al dios toro. Pero aquí también, con dos pinchazos antes de hundir la espada hasta la empuñadura. El protegido de Simón Casas dio merecida de honor. Pïcasso, esta vez, sin duda lo habría agradecido.
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