Lo comenta Miguel Ángel Yáñez… El respeto se gana, la educación se demuestra

11 junio 2023 Miguel Ángel Yáñez

Siempre se ha calificado a la tauromaquia como el arte y espectáculo más democrático del mundo, pues tras presenciar el público, el aficionado, la lidia de los toros por parte de los toreros, es el llamado respetable el que da su veredicto al término de la faena y tras la muerte del toro, con sus pañuelos, sus silbidos o su silencio.

Sin embargo, cada día se tiene menos respeto a aquel que se está jugando la vida en el ruedo, tratando de hacer la mejor faena que pueda o sepa; y lo lógico, lo idóneo, lo correcto, lo respetuoso, lo educado es expresar su veredicto a la muerte del astado y no, a mi entender, durante la ejecución de la misma.

Siempre se ha hablado y se han puesto en valor lo de los silencios de La Maestranza, sin embargo Madrid cada día es más un gallinero, en el que cacarean constantemente desde los tendidos, gradas y andanadas sin tener en cuenta ni el respeto, ni la educación pertinente para los toreros.

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No voy a entrar en disquisiciones de si hoy Roca Rey ha estado mejor o peor, eso se lo dejo a mis compañeros que escriben las crónicas; pero lo que no se le puede negar al diestro peruano es que no pise unos terrenos en los que pocos, casi ninguno, nada más que él lo hace; y hoy lo ha hecho en Las Ventas, recibiendo por cierto un tantarantán escalofriante.

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Pues bien, desde el Tendido 7 ha sido increpado constantemente, tanto, que en una de las ocasiones cuando se la estaba jugando ante el burel, mandó callar a uno que no hacía nada más que gritar en un momento muy arriesgado de la faena de muleta.

Evidentemente la reacción no se ha hecho esperar en contra y a favor, provocando que la atención se desviara de lo que estaba sucediendo en el ruedo, y lo que había era un momento muy comprometido del torero ante el toro, al que le estaba porfiando y tratando de dominar.

Es una auténtica pena lo que se está viviendo en la Monumental de Las Ventas, la que se supone y lo es, la plaza de toros más importante del orbe taurino, la que está perdiendo esa categoría que siempre ha tenido y debe seguir teniendo.

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Hartos ya de las increpaciones a los toreros durante la faena, cierto que hay que exigir a la empresa, ganaderos y toreros; pero creo que todo tiene su momento, su tempo como en la música; además de los inoportunos y repetidos hasta la saciedad gritos de ¡Viva España! y ¡Viva el Rey!, lo que se supone que muchos queremos, pero con una vez ya está bien; o incluso, ninguna.

O los que vienen a la plaza en plan fiestero, a tomar copas y comer en aquellos palcos en los que va incluido con la entrada; personas que la mayoría vienen por vez primera o de forma circunstancial a Las Ventas, porque les han invitado o es un acto social más en Madrid y por el desconocimiento de esa liturgia que es el toreo y en algunos casos por los efluvios del alcohol y viandas, no hacen nada más que molestar a la gente que está a su alrededor y lo que es peor, al torero que se la está jugando.

Por eso, si queremos que el público sea verdaderamente el que se le conoce como el respetable, lo primero que hay que hacer es ganarse con su respeto y educación, el respeto del resto y máxime cuando hay vidas en juego, porque el toreo es la auténtica representación de la vida misma en aproximadamente los 20 minutos que dura una lidia, desde que sale el toro por chiqueros y hasta que es arrastrado por las mulillas al desolladero. No es una película, aquí lo que pasa, pasa de verdad.

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