En Aguascalientes… Un mundo feliz
Aguascalientes. Domingo 7 de mayo 2023. Decimocuarta y última corrida de la Feria Nacional de San Marcos 2023. Plaza de toros Monumental casi medio aforo. Se lidiaron siete astados de Boquilla del Carmen justos de presencia, sosos y sin transmisión. Hubo un arrastre lento exagerado para el cuarto y una inmerecida vuelta al ruedo al de regalo.
Andy Cartagena: Al tercio y dos orejas con protestas
Alfredo Ríos El Conde: Oreja, silencio y dos orejas en el de regalo
Uriel Moreno El Zapata: Dos orejas y palmas
Detalles:
Destacó en la vara Eduardo Reyna después de buenos puyazos.
Al final del festejo salieron en hombros, Andy Cartagena, El Conde, El Zapata y el ganadero Manuel Sescosse.
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Es un desafío posar la yemas de los dedos en el teclado, hoy mi mente ha colapsado en un mar de preguntas, asombros y decepciones, es que si no lo hubieran visto mis ojos no lo creería, lo vivido hoy en La Monumental me hizo recordar la novela de Aldous Huxley, Un mundo feliz, en el que la sociedad vive en una felicidad artificial gracias al “soma”, una droga sin efectos secundarios que sume a quienes la toman en un estado de bienestar, pero también les anula su voluntad y sus ideas.
Hoy justo eso pasó en el cierre de la Feria más importante de México, un placer artificial que hace creer al espectador que lo que vio es la quinta esencia del toreo, que los toros que se lidiaron fueron extraordinarios, tanto, que la vuelta al ruedo era insuficiente, vaya manera de someter a su juicio a la gente, vaya manera de darle cachetadas a la grandeza, al pasado, a la pureza y a la bravura.
Y es que la “afición” no exige, quizá porque no lo sabe o porque no le interesa, no tiene referentes de bravura, están sumidos en un olé y olé sin sentido, por todo, por nada. Se tragan el “soma” sin chistar como una condena y una obligación, y con ello creen que tienen la felicidad en sus manos, y así les eliminan el carácter, les anulan la opinión, les muestran las marionetas sin que se den cuenta de los hilos.
Atrás, quienes los jalan seguro tendrán la sonrisa de lo según ellos bien hecho, aunque estoy segura que, en el fondo, en su interior, en lo más recóndito de su alma, algo les pesa, algo les carcome, algo se pudre.
Y es que lo hecho por el juez de plaza Matador en el retiro, César Pastor, rayó en lo absurdo, en lo irreal, en lo incomprensible y créame amigo lector que los toreros actuantes son los menos culpables, porque finalmente ellos no deciden sus trofeos, sino un palco que se emociona cual neófito, un juez que en lugar de velar por el bien de la fiesta se dedica a ser compadre, amigo, paga favores o lo que sea regalando sin ton ni son orejas, arrastres lentos y vueltas al ruedo inmerecidas.
“¡Sr Juez … que Dios, la historia y la misma tauromaquia le juzguen a usted!“.
El rejoneador Andy Cartagena tuvo dos interesantes faenas, la primera de ellas a un astado que tenía poco recorrido y que se paró muy pronto, llevándolo a la grupa dejó solamente un rejón de castigo, luego en banderillas largas dejó en el morrillo tres palos en lo alto luciendo el manejo de sus jacas. También dejó tres banderillas cortas y a dos manos, aunque sin la emotividad del astado que ya para ese entonces no tenía ni una acometida. Fallas con el rejón de muerte y escuchó palmas.
El segundo de su lote al inicio tuvo mayor movilidad y con este Cartagena aprovechó cada oportunidad para mostrar el amplio dominio de sus caballos. A la grupa por la circunferencia del redondel dejándoselo llegar, colocó un primer rejón de castigo, luego cuatro banderillas largas emocionando al tendido por su ejecución y colocación.
Cartagena bien instruido pidió a los músicos “la de aquí” y el palco ni tardo ni perezoso se lo concedió. Colocó cuatro banderillas cortas al hilo para cerrar con un par a dos manos. El rejón de muerte se le fue muy atrás, hubo que descabellar al primer intento acertó para que el juez comenzará con su delirio de orejas. Dos le otorgó a Cartagena, mismas que le fueron protestadas. El juez Pastor obsequió un arrastre lento inmerecido.
Alfredo Ríos El Conde se enfrentó al primero de su lote, un astado muy justo de presencia al que saludó con larga cambiada junto a las tablas. El de Boquilla de Carmen le escaseó la fuerza desde inicio, iba paso a paso y sin emplearse. El Conde bregándolo lo llevó al caballo donde Eduardo Reyna aguantó la vara llevándose las palmas. Llegaron las verónicas y revolera que le fueron aplaudidas.
En el segundo tercio invitó al Zapata a poner los palos, quien dejó un par al violín muy ovacionado, mientras que en la réplica El Conde dejó en alto pares en cuarteo por derecha y al violín de dentro hacia afuera. Ambos fueron muy aplaudidos en el tercio.
Con la muleta El Conde comenzó con pases por alto ante la poca fuerza, en cuanto quería bajarle la mano el astado doblaba. Consiguió algunos suaves derechazos a media altura ante un astado que se reservaba las embestidas. Cambios de muleta por la espalda y a proseguir por naturales con poca respuesta desde los tendidos. Terminó con pases por alto para entrar a matar dejando estocada entera caidilla. Se le entregó una oreja.
El segundo para El Conde fue otro de muy escasa presencia al que apenas le señalaron el puyazo. Fue soso, sin trasmisión, terminaba rebrincando, débil, en fin, un puñado de característica desfavorables. El Conde quiso pasárselo por su muleta, pero aquello era un imposible. Muchas fallas con la espada y el silencio.
Regaló otro de Boquilla del Carmen al que recibió con larga cambiada en la proximidad de las tablas, se volvía pronto y El Conde se lo pasó por chicuelinas a manos bajas y revolera. Otra vez muy bien en la vara Eduardo Reyna que aguantó la embestida en lo alto, el astado cumplió, pero de inmediato al salir del encuentro dobló las extremidades delanteras. Vinieron las navarras y el remate luminoso para que El Conde escuchara las palmas. Cubrió con facilidad y cualidades el segundo tercio.
Con la muleta por derecha algunos pases por alto, pero se notaba la debilidad del astado, soso y sin trasmisión intentaba pasárselo a media altura, el cambio de muleta por la espalda y por naturales solo algunos porque no había más. El Conde se dirigió a la banda municipal a solicitar la charanga en las alturas, “la de aquí”, se expresó corporalmente y como había que cerrar la Feria con la populosa Pelea de Gallos pues a tocarla, en cuanto eso sucedió las rodillas al suelo, cual manda que cumplir, de pie tandas por derecha y de vuelta entera, el remate de hinojos y por alto.
El molinete, algunos tersos por derecha a media altura para rematar por arriba. Cambiados por la espalda, se dio a torear por naturales perdiendo los trastos, regresó a la cara del toro para pasárselo por vitolina y a media por derecha, ya con un astado totalmente parado y pegando arreones. Mató de entera en buen sitio y le dio las dos orejas.
Pero tanta, tanta fue la emoción del juez de plaza que primero anunció un arrastre lento al astado, pero modificó rápidamente su opinión y mandó sacar el cartelillo de vuelta al ruedo, sí, aunque usted no lo crea, nuestros ojos tampoco, parecía un delirio de soma, pero era cierto, una vuelta al ruedo a un astado que no lo merecía, quizá con el objetivo de transfigurar la forma de sentir del aficionado, en decisiones que se esfuerzan por perpetrar una felicidad adulterada que Aguascalientes no necesita, que no requiere y no se merece. Por su historia, por su tradición y por la afición que aún resiste, puesto que no se lo va a callar, se lo va a recriminar, se lo va a pitar y se lo va a consignar.
Uriel Moreno El Zapata lidió en primera instancia a otro justo de presencia de Boquilla del Carmen al que quitó por verónicas y media, en varas empujó con la cara arriba. El Zapata prosiguió variado en quites. En banderillas invitó a El Conde a compartirlas, este dejó solo un palitroque en el intento, mientras que El Zapata se lució en espectaculares pares al violín que le fueron muy coreados.
En el tercio final el astado se arrancó de largo, El Zapata se lo pasó en cambiados por espalda, pase de pecho y proseguir por derechazos, cambios de mano y de trinchera de calidad. Aprovechó su recorrido para pasárselo por ambos lados, hubo momentos importantes que tocaron al tendido haciéndole corear el olé serio. Luego fue otro cantar, porque después de haberle visto corriéndole la mano se puso de rodillas despertando a los comunes y acallando a los exigentes.
En redondo y de hinojos para arrojar los avíos por allá y adiós. Mató de horrorosa estocada traserísima y caída y aquí viene nuevamente la exageración del biombo al otorgar las dos orejas, lanzando las decisiones alucinantes con el fin de que el pópulo las siga aceptando, las siga consumiendo y considerando como correctas.
Al segundo de su lote, El Zapata lo recibió con larga cambiada de rodillas, nos hacía esperar más con la alegre salida, pero no. Cubrió con excelencia el segundo tercio emocionando. De muleta por doblándose con él, sacándole a los tercios, pero el soso no tenía nada que ofrecer, lo lidió por la cara El Zapata para mejor abreviar. Mató de entera caída para irse entre palmas.
Así se terminó una Feria de San Marcos más, entre un ambiente jubiloso, una utopía colectiva y un estímulo eufórico inducido, que de no ponerle fin puede causar severos daños a la solera, a la seriedad, a la tradición del Aguascalientes taurino.
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