En Salamanca… La grata sorpresa de Mario Navas
Salamanca. Sábado 10 de septiembre de 2022. Un tercio de en tarde en tarde veraniega. Se lidiaron novillos de Antonio Palla, bien presentados. Justos de fuerzas. Primero, tercero y el sexto fueron aplaudidos en el arrastre. El peor el quinto, rajado y vació de contenido.
Antonio Grande: Oreja y ovación con saludos.
Carlos Domínguez: Silencio en su lote.
Mario Navas: Oreja con petición de la segunda y oreja con fuerte petición de la segunda.
Detalles:
Mario Navas salió a hombros por la Puerta del Toro.
En el tercero saluda Roberto Blanco tras dos buenos pares. Y en el sexto lo hace Gómez Escorial.
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Abrió el telón la feria charra con la tradicional novillada, no estuvo exenta de polémica desde que fueron dados a conocer los carteles por la ausencia de los salmantinos Jesús de la Calzada e Ismael Martín, tras quedar clasificados en primer y segundo lugar en el reciente Circuito de Novilladas organizado por la Junta de Castilla y León.
Únicamente estaba bien acartelado Mario Navas, de Valladolid, surgido de la Escuela de Tauromaquia de Salamanca, clasificado en tercer lugar en el citado certamen y que deja tan buenas sensaciones allá donde torea. A Navas lo apodera Manolo Sánchez, aquel rubio torero de Pucela que dejó el sabor de su clase durante tantos años por todos los ruedos.
Después, el desarrollo de la novillada dio la razón a quien la criticó al evidenciarse que allí sobraban Antonio Grande -quien en los años previos ya ha toreado varias veces la novillada inaugural de la feria- y el desconocido Carlos Domínguez, que no justifica su mala tarde haberle tocado el peor lote.
Si se justificó de sobra Mario Navas, en torero toda la tarde, con mucha verdad en su interpretación, variado y elegante hasta lograr que a la salida del festejo únicamente se hablase de él. De Mario Navas, hijo de un banderillero –durante varias campañas estuvo a las órdenes de Andrés Sánchez- y que atesoras magnificas condiciones.
Grande, el veterano novillero de San Muñoz que en su momento tanto entusiasmó con su corte clásico, se le ve solvente y apto para empresas mayores, pero faltó ángel a sus dos faenas, toreando muy despegado –eso que ahora dicen que es el toreo moderno e incluso ha habido varias figuras –Ponce o Manzanares- con ese corte-, por lo que la emoción que provoca los olés nunca llegó.
Fino y contundente se mostró con la espada en su primero que le sirvió para cortar una oreja. En su segundo todo fue más de lo mismo, donde faltó poso, tampoco aquí hubo espada y su premio quedó en un afectivo saludo.
Carlos Domínguez si se queda en su casa mejor para todos. Se hubiera ahorrado el sopor de un chaval que nada aportó y desde luego no tuvo su día e –insisto- su mal lote no lo justifica. Frente a su primero, un tanto reservón, si trasteo no alzó el vuelo y menos en su segundo, un utrero rajado, al que vez de doblarse por abajo y someterlo para matar, intentó la moda de los pases bonitos, del derechazo y el natural, entonces se vio desbordado y la deriva, además de matarlo penosamente.
Lo mejor, bueno salvando la estocada de Grande en su primero, fue lo de Mario Navas, referido unas líneas antes. Él marcó las diferencias en su lote, con dos faenas de diferentes calado, pero ambas cortadas con el patrón de la verdad y la hondura. A su primero lo toreó con gusto y por momentos muy despacio sobre la diestra, que era donde estaba el pitón bueno.
Aunque faltó continuidad al intentar cambiar de mano, cuando por el izquierdo se defendía, por lo que volvió sobre la derecha para torear, otra vez, de manera ralentizada. Se tiró a matar o a morir y dejó media estocada mientras él quedó colgado de los pitones en una cogida dramática, aunque afortunadamente sin consecuencias.
Al que cerró la plaza lo recibe con un saludo de bellas verónicas para firmar los mejores momentos de la tarde, fueron verónicas elegantes, a compás abierto y ganando terreno a los medios. Después, con la muleta, se vería su auténtica dimensión en un inició con doblones muy toreros, susto incluido, para continuar con un elegante trasteo, con empaque y sentimiento.
En todo él existió rotundidad en sus series abrochadas por ajustados pases de pecho, además mató bien y la gente le pidió la segunda oreja. El ussía no se la concedió, esperemos que con las figuras tenga la misma rotundidad.
Y con esto a esperar las corridas de un ciclo que ha perdido interés al cortarlo para dividirlo en dos fines de semana, algo que no se le ocurre ni al que asó la manteca, porque las fechas hay que respetarlas.
Epílogo
Resulta penoso que los carteles de la feria charra no estén representados con una gran foto del Niño de la Capea y de Julio Robles en el momento especial del 50 aniversario de su alternativa. En todos los lugares se veneran a sus ídolos y en los momentos redondos, como el que se trata, su recuerdo vuelve a la pomada.
Este mismo año eso mismo han hecho en la feria palentina de San Antolín, con Marcos de Celis en el 90 aniversario de su nacimiento y en la de Otoño de Madrid, con el centenario de Antonio Bienvenida.
Muy feo el detalle de la empresa de olvidar de los dos colosos, sobre cuyo recuerdo quienes debería girar la feria.
Y muy fea la ingratitud con el gran picador charro Victoriano Cáneba, que esa misma mañana recibió tierra y era merecedor de un minuto de silencio.
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