En Ronda… El genial Roca Rey junto con Juan Ortega por la puerta grande
Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Ronda. Casi lleno. Se lidiaron seis toros de Jandilla, el cuarto como sobrero, justos en presencia y mansos.
Morante de la Puebla: Silencio y silencio.
Juan Ortega: Silencio y dos orejas.
Roca Rey: Dos orejas y aplausos.
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Morante de la Puebla no pudo hacer nada. Absolutamente nada. Bueno, le brindó a Rafael de Paula, su primero; no obstante, eso no transmite ni magia ni torerismo, cuando falta mando y aguante, no hay que hacer. Tal vez esperar que le salgan esos animalillos bobalicones con los únicos con los que puede hacer algo a lo que sus seguidores llaman arte, que de eso, de arte no hay nada.
Con su segundo, el sustituto de un inválido al que el picador le dio fuerte castigo, ¿quien lo habrá ordenado, señor Morante? El toro que era complicado y el torero como es su costumbre, abrevia y comienza a poner espadazos saliéndose estentóreamente de la suerte.
Juan Ortega recibió al primero con buenas verónicas, sobresaliendo las que dio por el pitón izquierdo. En la muleta tuvo que enfrentar los hachazos que dio el violento toro y la ventisca que se produjo. Lo intentó Ortega sin obtener resultado. Mató de media. Silencio.
Juan Ortega no pudo lucirse de capa con su segundo. Este tipo de mansos, si se les trata con violencia se ponen peor, así que, Juan, hizo un toreo despacioso sin molestar al toro, y consiguió que en lugar de tratar de huir asistiera a los cites de su muleta.
Series bonitas con las que logró impactar al tendido. Aunque, el toreo de Juan luce y mucho cuando enfrenta toros bravos. Estuvo muy bien y le dieron después de su segundo viaje con el acero dos orejas.
Roca Rey, el genio, quien logra convocar a todos por su irrebatible verdad, volvió a brillar en el redondel de Ronda en lo que fue su reaparición. El saludo con el capote con lances a la verónica resultaron exquisitos por lo diáfano de la creación conduciendo al manso hasta los medios en donde recortó a una mano y la explosión del entusiasmo de inmediato cimbró al soco.
La faena sumó como prólogo pases por alto mientras Roca Rey permanecía como una columna sólida y obligaba a pasar al toro. Pasó lista de presente, la mano derecha sumó pases de una serie contundente. Al obligar más al toro, pisando sus terrenos trazó otra serie de mayor importancia. El toreo al natural fue incontestable, al producir pases de gran belleza.
Comenzó la faena con muletazos por alto estáticos y después ligó sin un tropiezo, templado y con profundidad con la derecha. En la segunda serie le apretó más y el toro respondió. Al natural llegaron los mejores momentos de la faena con un toreo de mano baja mandón y templado. La parte final fue la absoluta locura, mando, dominio, aguante. Certera estocada y dos orejas.
Su segundo fue un inválido al que le extrajo pases de mérito, pero el astado viajaba constantemente a la arena. Nuevamente, Roca Rey, estuvo absolutamente genial.
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