Crónicas

En Bilbao… Sólo existió la inquebrantable entrega de Paco Ureña

Bilbao. Miércoles 24 de agosto, 2022.  Séptimo festejo de las Corridas Generales. Al enterarse el gran público que no acudiría al festejo la primera figura del toreo Andrés Roca Rey, hubo muchas devoluciones de entradas, quedando en cerca de media plaza. Se lidiaron toros del Puerto San Lorenzo y La Ventana del Puerto, que resultaron mansos, no pelearon con el caballo, violentos el tercero y sexto, y los demás tuvieron movilidad.

Morante de la Puebla: Ovación y fuertes pitos.

Alejandro Talavante: Oreja y silencio.

Paco Ureña: Vuelta y oreja con fuerte petición de la segunda.

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Aprende a obsequiar tu ausencia a quien no valora tu presencia”: Oscar Wilde

  • Advertencia: Siempre es oportuno advertirle tanto a ganaderos como a toreros que esta crónica no es apta para ellos, porque aquí no aparecerán ni los falsos elogios ni las inútiles justificaciones para acomodar todo en una artificiosa ficción y así dañar al arte del toreo. Para ello, existe la prensa corrupta, la que enaltecerá el engaño e intentará convencer a la buena fe de los lectores de lo que no ocurrió en el redondel. Bajo advertencia… no hay engaño.

Después de anunciarse que el genio de Lima, Andrés Roca Rey, no torearía; mucha gente decidió solicitar el reembolso de sus entradas. Y así para este festejo se redujo considerablemente lo que pudo haber sido un lleno, a cerca de media plaza.

No resultaban atractivos ni Morante de la Puebla con toda esa parafernalia de que supuestamente es artista, cuando de eso, de arte ni siquiera se aproxima a una variación. Y, tampoco deseaban ver a, Talavante, con todo y de que Matías, como escribieron los aficionados en las redes en son de broma, “… de hinojos y tras besarle la mano con sumo cariño, le regaló dos orejas…”, el reciente 24 de agosto, como se lo informamos de inmediato. 

Una cosa son los pocos seguidores que es obvio tendrán y otra el impacto que no tienen con el gran público, de ahí que hace años no pueden llenar las plazas.

La falsedad, la frivolidad y lo banal se ve desde Júpiter y con los ojos cerrados.

La grandeza del arte es otra cosa, va más allá de las sutilezas de un hombre entrado en carnes, disfrazado de Gallito y con poses extravagantes con las que intenta hacer creer a sus fieles, que eso tiene detalles de toreo antiguo, cosa que es más que alejada de la verdad.

En medio de esto, al que sí querían ver, fue al único torero que sí salió justificarse en el redondel bilbaíno, Paco Ureña.

Paco es un torero honrado a carta cabal, que no pone ningún pretexto para confrontar a todos los toros de todas las ganaderías, y si le salen complicados, como hoy, tampoco hace la graciosa huida y abrevia, al contrario sale a dar todo y mucho más.

Paco tuvo dos mansos complicados con tintes de violencia, y se impuso. Con el primero le fue sacando series de suma importancia, rebasó el nivel de la jurisdicción de violento ejemplar, y por ello, vimos pases impensables, que emocionaron, y todo, por la apasionada de entrega de este gran torero.

En un natural el toro hizo hilo por Paco, él inteligente le siguió llevando empapado en la muleta; prolongando el pase en lo que fue un trazo larguísimo, mientras al mismo tiempo le caminaba con más rapidez al toro, adelantándose a las intenciones del mansurrón. ¡Qué natural!

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Cuando se dispuso a rubricar lo bien hecho, se entregó en la estocada llevándose una fortísima guantiza, que le llevó a tener un par de costillas fracturadas.

Tras claudicar el toro, la gente en su conjunto exigió las dos orejas; y, Matías, quien ya había regalado la oreja a su torero Talavante, no quería autorizarla, y… no la autorizó, quedando todo en una vuelta triunfal y la recriminación del público al presidente.

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Paco fue a la enfermería de donde saldría para enfrentar al cierra plaza, al que también extrajo series que impactaron gratamente por la verdad implícita y la apasionada entrega explícita. Hizo caminar a un toro que no tenía el mejor augurio, pero que en las manos de Paco, encelándole fue sumando plausibles series por ambas manos.

Tras la rúbrica hubo petición y ahora sí a, Matías, no le quedó de otra más que acceder y sacar el pañuelo blanco, muy a pesar de su reticencia.

Como ya hemos señalado estuvo, Morante, con su horrendo disfraz que intenta emular a Gallito, pero de eso nada. En verdad luce ridículo porque no existe un fundamento para ello. A lo que se agrega poses, que no detalles, de supuesto toreo antiguo, las cosas se pronuncian de una ridiculez total.

Con su primero después de un par de verónicas cumplidoras que harían infinitamente mejor cualquier novillero en la actualidad, que por fortuna hay muchos y muy buenos; se dio paso al tercio de varas, en donde se estrelló el toro en el peto y nada más.

El prólogo de la faena con la muleta resultó bastante vulgar con pases por abajo, y al final de cada pase daba una especie de violento latigazo que necesariamente afectó más al toro, provocándole caer en la arena.

Hizo algunas series sin orden ni concierto, de forma desordenada, y con abuso de las poses del supuesto toreo antiguo, que no se justifica con los toros mansos que elige. Si enfrentará toros bravos eso sería otra cosa.

La faena en resumen resultó anodina, el toro apenas y podía caminar, por lo que sólo le acompañó ese lento caminar. De pronto apareció una serie corta y pulcra, que no pasara a la historia. Dejó media habilidosa trasera que celebraron sólo sus seguidores dándole una ovación.

Después de la inconmensurable, heroica, genial actuación de, Roca Rey, y de haber visto en primera fila la incontenible entrega de, Paco Ureña, exponiendo todo; que saliera, Morante, a no hacer nada, eso sí que es un cinismo sin tasa ni medida.

Todos los toros tienen su lidia sólo que Morante no tiene ni mando ni aguante y decidió “abreviar”.

De última hora acartelaron a, Alejandro Talavante, por las orejas que le regaló el buenazo de Matías. No hubo argumento para el inexistente triunfo que dos días antes le abrió la puerta grande, no hubo fundamento para haberle colocado en este cartel.

Le regaló su amiguete, Matías, una oreja por nada. El torillo no peleó en caballos y se cayó saliendo del encuentro.

A Talavante, a pesar de los años, la falta encontrarse a sí mismo, hallar su personalidad. Esto le ha llevado a ser, en sus inicios, una mala copia de José Tomás y, ahora, en sus finales, intenta torear como el genial Roca Rey. Sólo que, Talavante, se pasa al toro a muy prudente distancia, como lo hizo en el toreo al natural que apareció de inmediato. 

La diferencia entre él y Roca Rey, está en que, Andrés, se ajusta, manda y aguanta, lo que no puede hacer Talavante con el toro que tuvo frente a él.

Otra serie con la derecha más lejos de su cuerpo, sin convicción; y ahora hasta con un tufo de vulgar cursilería. Citó en corto y dejó estocada trasera contraria, al no caer el animalillo, tuvo que hacer uso del descabello. Y, como ya les dijimos, todo hizo ver que su amiguis Matías le regaló una oreja.

Talavante tampoco pudo imponerse a su segundo. Anduvo a la deriva, y a pesar de las orejas que le regaló, Matías, no pasará a la historia su  paso por Bilbao. ¿Qué hará sin Matías en las demás plazas?

En fin, que salvo la presencia de, Paco Ureña, quien demostró que todos los toros tienen su lidia, lo demás, como les he comentado, no pasará a la historia.

¡Dígase la verdad… Aunque sea motivo de escándalo!

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@PERIODISTAURINO  

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