Crónicas

En Sevilla… Mansedumbre, más mansedumbre y ¡sólo mansedumbre!

Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Miércoles 29 de Septiembre, 2021. Más de un tercio plaza en el aforo autorizado. Se lidiaron toros de Fuente Ymbro, grandotes, elefansiáticos, un océano interminable de mansedumbre, descastamiento, de sosería y deslucimiento; no pelearon en caballos.

Antonio Ferrera: Silencio y silencio.

Miguel Ángel Perera: Palmas y silencio.

Daniel Luque: Ovación tras petición y aviso y silencio.

Detalles:

Saludaron en banderillas Santiago Ambel y Curro Javier.

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La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia”: Sócrates.

Dos factores están determinando la fallida Feria de San Miguel en Sevilla, la mala confección de los carteles y la compra excesiva de las llamadas ganaderías comerciales proveedoras del bobitoro que está dando al traste con el serial sevillano.

La primera tiene como consecuencia las malas entradas, salvo cuando se presenta, Andrés Roca Rey, que se agotan los billetes (boletos, boletas), las demás acaso y llegan con mucho esfuerzo a la media plaza.

Las empresas no han querido entender que los toreros no se inventan, que no se pueden imponer sus gustos personales -cuando hacen los carteles- al respetable ni tampoco las preferencias de los supuestos “sabios” que mangonean el “sistema” que condujo a la severa crisis de la Fiesta.

Un torero es un producto mercadológico… sí; pero ese producto debe tener sustento real, que además, tenga una bien diseñada campaña publicitaria con el firme objetivo que convoque a las masas a irle a ver. Si eso no ocurre habrá que hacer un estudio concienzudo para conocer qué está pasando con la Fiesta.

El segundo, teniendo una Fiesta en crisis, el seguir imponiendo al bobitoro de las ganaderías comerciales que ya no quieren ver los aficionados, sólo continuará echando de las plazas al maravilloso público taurino. Un público que lleva tiempo exigiendo que sólo se le cumpla lo que se le promete.

Si se le promete una corrida de toros bravos, encastados, íntegros, con clase, calidad, recorrido y emotividad, pues eso habrá que cumplir. Ver a los figurines con el bobitoro que pasa alrededor de su geografía corpórea miles de veces llevó a la debacle taurina porque la esencia del arte del toreo perdió verdad.

En este contexto, la empresa de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, con gran alcurnia taurina, no está cumpliendo con su deber e insiste en imponer las detestables ganaderías que lucen el asfixiante encaste comercial Domecq, y ahí están los resultados.

Hemos visto desfilar el día grande de San Miguel Arcángel, a seis elefantes vacíos de todo, inservibles para dar lustre y grandeza al arte del toreo. Sólo miserias taurinas que aborrece el público, porque si bien es cierto el toro y torero son la esencia de la tauromaquia, les debe quedar claro y nunca olvidar a empresarios, figurines y ganaderos sin ética, que es el público el que le da razón de ser como gran espectáculo al arte del toreo.

Esos abominables toretes de Fuente Ymbro eran más para ganado cárnico, que para haber sido mostrados en una plaza tan emblemática como la sevillana.

Que hubo detalles… sí, como el caso de, Daniel Luque, con aquellas verónicas de su primer toro tan cadenciosas que en el ritmo implícito llevaba la armonía explicita que cimbró al coso maestrante. Pero esas verónicas fueron un serio guantazo para la mansedumbre del toro porque poco a poco se fue agotando el suspiro de casta que tenía.

Daniel Luque y su luminoso saludo

Así después de unas chicuelinas, se le veía al de Fuente Ymbro que poco podía mostrar. Daniel se quedó en el camino del toro y se llevó terrible susto, ya que incluso, un pitón señaló a su cuello.

Con la tela roja, una luminosa serie con la derecha, aguantando… sí aguantando, porque estos astados que buscan huir hay que adelantarse a sus intenciones y aguantar que su caminar se conduzca como lo ordena el torero, por ello, Daniel Luque lo consiguió.

Y, aunque, prosiguió con su cometido, la segunda serie por el mismo lado comenzó a ir para menos el bovino. Sí, intentó por el lado natural pero el burel protestaba hasta por la nada. Al poner el punto final, no estuvo fino con la espada, y todo quedó en la ovación tras una leve petición de la oreja.

Con su segundo mansurrón, Daniel Luque, volvió a porfiar, pero el torete estaba vacío de todo e hizo lo correcto, cortar por lo sano.

Miguel Ángel Perera, también tuvo también un saludo capotero afortunado por verónicas y una faena correcta con la tela roja, merced a su loable esfuerzo; esfuerzo que al margen de que se enfrentaba al muro infranqueable de la mansedumbre… tardó en desistir. Mal con los aceros y sólo se escucharon las palmas.

Con su segundo, nada, nada y nada, por la inenarrable mansedumbre.

Con Daniel y Miguel Ángel hubo deseos, sin embargo, con Antonio Ferrera, no.

Antonio con sus dos mansescos ejemplares estuvo perdido en la medianía de la nada, ni siquiera lidiar se le vio. Si no hubiera estado habría sido lo mismo.

Una tarde que pudo ser importante por insistir en las ganaderías comerciales resultó la misma debacle.

¡Dígase la verdad… aunque sea motivo de escándalo!

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@PERIODISTAURINO ‏ 

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