Crónicas

En Sevilla… En medio de los fugaces detalles, triunfa el violento tremendismo

Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Martes 21 de Septiembre, 2021. Poco más de un tercio de entrada. Se lidiaron novillos de El Parralejo, justos de presencia, mansos, dóciles, obedientes. No pelearon en caballos.

Manolo Vázquez: Ovación tras aviso y ovación tras aviso.

Jaime González-Écija: Ovación tras aviso y ovación.

Manuel Perera: Oreja y oreja.

Detalles:

Debutaron los tres novilleros en el coso sevillano.

Saludaron en banderillas Felipe Proenza, Felipe Peña, Álvaro Núñez y Antonio Vázquez.

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No basta decir solamente la verdad, mas conviene mostrar la causa de la falsedad”: Aristóteles

A los jóvenes hay que conducirlos con base en la verdad, si pretendemos que el futuro resulte más halagüeño en estos tiempos de crisis; de esta sentencia no se puede escapar el arte de la tauromaquia, porque justamente su crisis ha sido la consecuencia de haber formado a los figurines dentro de los más reprobables vicios, de las inadmisibles engañifas y por ello produjo el rechazo del respetable.

Son otros tiempos y se requiere urgentemente actuar con base en el respeto, la razón y la verdad, quien no lo haga estará fuera de todo contexto.

El arte va más allá de posturas, de falsas estéticas, de toreros inventados, sobretodo por la prensa corrupta, que sólo cuida sus intereses pero con ello aísla a la fiesta en una mar de soledad por falta de sustento.

La verdad nos hará libre una frase hecha pero certera y si no ejerce su mandato en el arte de la tauromaquia quedará extraviado como ha ocurrido los últimos 30 años.

Y, qué ocurrió este martes en cuestión…

Triunfó, Manuel Perera, un joven quien es apoderado por Juan José Padilla, seguramente, por ello, es su inspiración, el espejo por el que pretende verse, y se ha convencido que debe ser la copia -no fiel- de su maestro y apoderado. Sólo que una cosa es ser Padilla y otra Perera.

Cada quien somos un ser irrepetible, con valores, defectos y con nuestras propias circunstancias con las que debemos consolidar nuestro sello, nuestra forma de ser y actuar; sí evidentemente a través de muchas referencias, pero una cosas es la referencia para dialécticamente ser uno mismo y otra convertirse en la copia de una persona.

Manuel tuvo dos novillos mansos -así fue la novillada de El Parralejo- dóciles, obedientes, en más de las ocasiones con embestidas borregunas y los toreó como si fueran situaciones guerreras, sin paz espiritual sino como una contienda boxística.

Tan pronto salió su primero -tercero del festejo- de inmediato se fue al ring… ¡perdón! a la arena para de hinojos aventar dos verónicas embarulladas sin el menor gusto siendo rebasado por la vulgaridad. Tras el tercio de varas en donde no cumplió el mansillo, hubo un quite cumplidor por delantales de Manolo González para así dar paso a las banderillas.

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Vino el turno de la tela roja que apareció en la mano derecha del nerviosísimo joven Perera, quien de hinojos y sumamente embarullado, dio una serie que atropelló a las buenas maneras y al toreo mismo.

Sí, se incorporó para dejar series con ambas manos que resultaron simplistas, vacías de contenido y que en la realidad no dijeron nada. Sólo se fueron alternando pases sin calidad ni trascendencia.

En los últimos naturales por hacer caso omiso a la lógica y abusar de la temeridad, el novillo que le anunció que iba hacer por él, acabó enviándole por los aires para quitar a Manuel porque le molestaba en su caminar.

Sonó la música por este hecho y el público sevillano protestó y obligó a callar a la banda.

Dejó media caída que provocó vómito sanguíneo, pero como es estridente en su expresión para “vender” lo que hace en el redondel y después del guantazo que le dió el novillo, el conmovido público exigió una oreja para compensar sus errores.

Nuevamente de hinojos en los medios frente a toriles se fue, Manuel Perera, a recibir a su novillo el que salió extraviado en medio de su oscuridad; se desentendió de que ahí estaba el novillero, tomó camino por la derecha al hilo de las tablas, hasta que vio un capote que ondeaba con exageración y acudió para que apareciera una larga adelantada para luego hacer un toreo arrebatado y vulgar por lances.

Al relance fue el novillo al caballo recibiendo un picotazo; y otro más porque no peleó.

Para variar… se fue de hinojos a citar al utrero, no lo tocó con la muleta y quedó atravesado en el camino del novillo por lo que necesariamente le dio fortísimo guantazo que volvió a conmover al respetable sevillano. Sí, inmediatamente hizo más pases de rodilla sin ton ni son.

La faena resultó embarullada, temeraria sin un ápice de serenidad, carente de estructura sin ningún hilo conductor que le pudiera llevar a la lógica del buen toreo, que, como se observa no conoce.

Pases y pases que no pueden conformar una faena de altos alcances arquitectónicos. Dejó una entera e inexplicablemente el público pidió una oreja que fue concedida.

La afición sevillana esperaba el debut de, Manolo González, nieto del gran Manolo Vázquez, pero una cosa es el abuelo y otra el nieto que ya será el destino quien muestre si podrá consolidar en él un torero.

Sólo dejó destellos, y las obras de arte no son destellos, las creaciones son un todo en donde el ritmo y la armonía hace trascender a los espíritus hacia el infinito.

Manolo tuvo un manso de embestidas borregunas al que hubiera podido concretar una faena de esas que llaman bonitas, pero no fue así. Llevó del tercio casi a los medios al utrero con sus apresuradas zapatillas para después trazar pases con la derecha de buenas intenciones.

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Sí, hubo más por ese mismo lado -derecho- reponiendo por evidente falta de aguante. Y otra más despegado del astado. Aparecieron detalles, sí, un pase por aquí, otro por allá y uno acullá; no obstante, reitero el arte no es de detalles ni tampoco el toreo.

Con el cuarto, Manolo, dejó lances deslucidos y por piernas a un novillo que intentaba huir; los conocedores supusieron que se haría primero del novillo en lo que llaman recoger la embestida con el capote, pero… no fue así.

El novillo era tan manso que el puyazo fue tapándole la salida para evitar la huída; mientras que en el segundo durmió el sueño de los justos en el peto.

Mientras González Écija hizo un quite cumplidor por chicuelinas, el joven González realizó verónicas aseadas que no pasarán a la historia.

Inició su faena con pases de tanteo, para dar paso a una primera serie con la derecha de buen trazo recortadas con un estupendo trincherazo, y ahí… se fueron eso que llaman incorrectamente “duendes”.

Hubo más series vacías por ambas manos hasta que hizo acto de presencia una de naturales despegadillos que resultaron aseados, aunque el público sevillano las celebró mucho.

Al final, dejó cuatro pinchazos y una estocada trasera caída. Le invitaron a saludar en el tercio.

Jaime González-Écija, también se presentó, y no hubo nada con la capa con su primero que por cierto no peleó en varas. Manuel Perera hizo un quite apresurado y deslucido por tafalleras.

González-Écija llevó del tercio a los medios al novillo, que tenía una embestida descompuesta, aventaba hachazos; no atendió el joven novillero que necesariamente tenía que enseñarle a embestir con más claridad.

Las series con ambas manos resultaron intrascendentes porque el novillo fue siempre rebrincando violentamente. Defecto que nunca corrigió el novillero. En un pase de aliño el novillo se lo llevó sin consecuencias.

Dos pinchazos, un aviso y una estocada contraria, para tener que dejar un descabello. Ovación.

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Con el que hizo quinto, Jaime González-Écija, dejó lances cumplidores en donde fue dos veces desarmado.

El novillo derribó al caballo porque en su huida -tras sentir la vara- halló los pechos del equino, su parte vulnerable, lo levantó perdió el equilibrio con los cuartos traseros y cayó a la arena.

Después de esta escena de mansedumbre, González-Écija, hizo un quite por delantales mientras que Perera un feo quite por saltilleras, sumando una también fea gaonera.

Algo intentó hacer con la mano derecha dejando dos series que destacaron y una más por naturales, pero no existió más y todo quedó en una triste desolación. Ovación.

Deseamos que los tres jóvenes debutantes en el coso sevillano visiten la edificante autocrítica porque así… así, no pueden andar por las plazas de Dios.

¡Dígase la verdad… aunque sea motivo de escándalo!

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@PERIODISTAURINO 

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