Crónicas

En Manizales… Atípico festejo con más sombras que luces

Manizales, Colombia.  Sábado 10 de Octubre 2020. “Lidiando” bovinos de la casa de Ernesto Gutierrez, en general mal presentados, de carnes y caras, muy por debajo del nivel de una plaza de primera.

Camilo Hurtado: Saludo.

Luis Miguel Ramirez: Silencio

Antonio Hernandez: Silencio

Mikel Ramirez: Palmas.

Simón Hoyos: Oreja

Negret: Silencio.

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La edición XXI del tradicional ciclo taurino Toros y Ciudad, desarrollado en el feriado de la hispanidad y en conmemoración de la fundación de la capital Caldense, pasará a la historia por la imposibilidad de abrir las puertas al aficionado, volcándose a las redes sociales como medio de difusión; en la cartelería se anunciaba como festejo inicial una novillada mixta que congregaba tres novilleros con caballos, tres sin caballos y un nobel aspirante a rejoneador;

La Monumental Plaza de Toros de Manizales, única plaza en el actual panorama taurino colombiano, daba cabida a una nueva versión del ciclo de oportunidad Toros y Ciudad, demostrando una voluntad férrea contra los ataques de políticos antitaurinos que buscaban prohibirla, y la sombra del Covid 19 que ha trastocado todos los ámbitos de nuestra realidad.

Esfuerzo loable que se reconoce y exalta; sin embargo, de lo visto en el ruedo, de lo que se trasmitió a través de las redes sociales de la plaza a todo el mundo, hay muchas cosas que decir y que pensar.

Siguiendo la línea de antigüedad, es necesario decir que los novilleros con picadores, no tuvieron ni oportunidades ni ganas de triunfo, se observa en algunos de ellos un decrecimiento en comparación a sus actuaciones en versiones anteriores, dejando muchas preocupaciones sobre el nivel del escalafón novilleril.

Ahora bien, en este punto se podrá decir que son toreros con pocas oportunidades y más en medio de esta contingencia, juicio que podría ser cierto pero no es coherente con el intenso campo que han hecho al menos dos de ellos, en ganaderías antioqueñas y de la sabana de Bogotá.

Camilo Hurtado, mostró voluntad, pero una técnica insipiente, dejando sólo una buena tanda con la mano derecha; su larga actuación con la muleta se tornó tediosa a falta de rival; despacho con fea estocada, saludando.

Por su parte, Luis Miguel Ramirez, se vio completamente desdibujado, sin sacar nada con el percal y en la muleta dubitativo ante un animal que nunca bajo la cabeza y al que le falto, de un lado clase y bravura, y de otro una mano firme con mando, se enredó con la espada pinchando en repetidas ocasiones, hasta despachar tras aviso. Silencio.

Antonio Hernandez, había dejado muy buenas impresiones en el año anterior, pero se encontró con un animal sin clase ni transmisión, del que sólo pudo sacar una tanda por la derecha, volcando la faena al pitón izquierdo, por donde había más opciones; se veía cómo le pesaba el traje y el festejo; despacha tras pinchar, silencio.

Respecto a los tres novilleros sin picadores, dos de ellos debutaban tras una aliviada experiencia en el nivel de aficionados prácticos; retomando las palabras de uno de ellos, jóvenes “privilegiados” que cuentan con todas las posibilidades para debutar vestidos de luces.

En el primer festejo taurino de esta nueva normalidad en Colombia, y en la primera plaza de Colombia, ante una vacada que, en explicaciones no pedidas de una de las narradoras del festejo, no incumplía el reglamento taurino nacional (aquí se aclara que la periodista sólo hablo del peso máximo y no del peso mínimo) igual tampoco se dio tiempo para revisar ni caras ni hechuras.

Mikel Ramirez, destacó con el percal mostrando más voluntad que técnica, respecto a muleta trato de hacerle a un animal rajado que reculo todo el festejo, incluso ante la espada mostrándose siempre podido, silencio.

Simón Hoyos, destacó con un toreo de mano baja y limpio trazo, inusual para un debutante; recibió con las mejores verónicas de la tarde; con la muleta cito de largo hilvanando buenas tandas; con la espada no estuvo fino, pero fue certero reclamando el único trofeo del festejo, por su parte el animal fue premiado con una vuelta al ruedo.

Finalmente, el joven Negret, hijo del saliente empresario de plaza de toros de Bogotá; mostró voluntad pero aún se le nota muy crudo para vestirse de luces, sin embargo se destacan las ganas de hacer, aunque sin tener con qué dado que el animal no se prestó, silencio.

Dicho esto, y entrando al plano de la necesaria reflexión; en primera instancia es necesario aclarar a la afición del mundo, que en Colombia hay una cabaña brava nutrida y con ejemplares propios de una plaza de primera, pero como ya es costumbre en esta plaza, el toro es un elemento accesorio, dado que siempre se recurre a “los toros de la casa” que generan serias dudas en presencia y comportamiento.

Igualmente, no es posible pasar por alto, que la empresa permitió a un canal de televisión local la retransmisión del festejo, y en esta se recortaba descaradamente la lidia, omitiendo el primero y segundo tercio, pasando pautas comerciales, en un claro ejercicio de la censura; una falta de respeto a la que se prestó la empresa y que entreabre la puerta al debate de las corridas incruentas en Colombia, que costó la salida del expresidente de la Unión de Toreros de Colombia.

Así las cosas, queda un sabor agridulce; de un lado, se aplaude que en medio de tantas dificultades la tauromaquia sobreviva; y de otro, no faltan los pitos, para aquellos que, en claro irrespeto a un coso histórico, proyectan como novillada una becerrada que perfectamente se pudo haber llevado en la intimidad cómplice de una ganadería; es claro que así no se hace afición y que la clave no está en dar festejos sino en poner la verdad por encima de intereses particulares.

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@Manzanarestoro

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