Plaza de Toros La Esperanza: Primer año de un sueño real
Los sueños muchas veces llegan a concretarse, más cuando tras ellos existe férrea voluntad y cierta cuota de buena tozudez que nos impulse a perseguirlos y, obviamente, conseguir que se hagan realidad.
Hace un año exactamente, un día como hoy 22 de Junio pero de 2019, se inauguraba la flamante Plaza de Toros La Esperanza en el fundo homónimo de propiedad de don Tito Fernández, un aficionado perspicaz que acometió lo que para muchos en su momento representaba una locura.
En efecto, el recinto se vistió de luces y tomó la alternativa aquel 22 de junio, fecha en que se daba la primera tarde de la Feria La Oportunidad. Antes, el año anterior, ya había asomado como coso para un festejo mayor con la Corrida de la Independencia, en la celebración patria que conmemora el Perú republicano.
Hasta entonces solo era utilizada, dadas sus limitaciones, como placita de tientas que daba albergue a la encomiable Asociación de Toreros Aficionados, ATA.
La Plaza de Toros La Esperanza se encuentra en Lurín, uno de los distritos de la ciudad de Lima, en una zona entre urbana y rural, distante apenas unos veinte minutos de la salida hacia el sur de la capital del Perú.
Este nuevo recinto como todas sus instalaciones, albergaría la denominada Feria La Oportunidad que dio un cupo al triunfador para su inclusión en la edición de la Feria del Señor de los Milagros, Acho 2019.
El serial contó con cinco tardes: Una novillada fuera del cupo pues éste correspondería solo a matadores, y cuatro corridas de toros con la participación de diestros locales a los que se sumaron un grupo muy interesante proveniente de Colombia, México, España y Francia, respectivamente.
Dicha feria se realizó en fechas innovadoras, cada sábado entre el 22 de junio y el 20 de julio, pero que no resultaron necesariamente de preferencia mayoritaria para los aficionados en una ciudad donde los toros de siempre se han procurado ver los domingos.
Pero al margen de ello, fue —y es— uno de los sesgos innovadores que los organizadores quisieron imprimirle en una apuesta arriesgada pero de ninguna manera menos válida. Todo lo que busque acercar la Fiesta a las masas, siempre será encomiable.
Clara muestra de ese empeño emprendedor se distingue en las declaraciones de su propietario Tito Fernández: “Empezamos una etapa nueva en La esperanza. Nos propusimos que sea posible de recibir más gente para hacer corridas de toros. Confié plenamente en que las cosas funcionarían mejor, pero no me arrepiento, nunca jamás. Esto es un proyecto ambicioso y diferente, pero buscaremos el formato que más se acomode a la identidad de la casa y al gusto del público.
“Lo de la Plaza de La Esperanza es solo la muestra de lo que en ese momento intentamos y logramos hacer, pese a no habernos acompañado el éxito económico y otros temas que devinieron por diversos factores pero de cuya experiencia rescatamos lo positivo y qué corregir” —afirma evocando a sus socios de Tauro Arte, la empresa con la que se aventuró en todos los proyectos mencionados.
“También urge crear espacios nuevos y diferentes para adecuarnos a los nuevos tiempos, creo que las plazas íntimas y pequeñas podrían darnos cercanía y por ende mucha fuerza.
“Sería espectacular un serial de novilladas y que agrade la idea a la gente. De momento y ante la circunstancia actual que nos obliga a un replanteamiento total, encuentro bastante viable esto último”, concluyó.
Sin duda, la plaza tal como es resulta muy acogedora. Seguramente irá acentuando una personalidad propia —algo que ya ostenta—, y según mantenga la línea de seriedad que ha mostrado en tan corto tiempo, seguramente se consolidará como un espacio alternativo y complementario para el desarrollo de la fiesta en la capital peruana.
¡ Enhorabuena y larga vida para La Esperanza !
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