En la Monumental México… En medio de la asfixiante mansedumbre destacan Juan Pablo y Ginés
Monumental Plaza de Toros México. Domingo 24 de Noviembre 2019. Cuarta corrida de la Temporada Grande. Unas 6 mil personas. Se lidió un encierro de De la Mora, propiedad en la actualidad de, Luis Alberto Villarreal, encierro que ha sido manso, descastado y debilucho. El sexto el mejor presentado, el primero y segundo justos de presencia; los demás anovillados. El cuarto lució unos pequeños cuernillos, que dieron mucha sospecha. A los seis les faltó mayor trapío.
Juan Pablo Sánchez: Oreja y vuelta tras fuerte petición con aviso.
Diego Silveti: Pitos y silencio tras aviso.
Ginés Marín: Saludó en el tercio y vuelta tras aviso.
Detalles:
Cristhian Sánchez, tras parear espléndidamente al quinto, escuchó gran ovación en el tercio.
Resultó increíble, pero el buenazo de Brauny, se mantuvo y no regaló orejas, otorgándole seriedad con eso al palco de la Autoridad; no obstante, hace falta mucho más, como sólo aceptar encierros parejos, que tengan trapío, presencia, mostrando su edad, sobretodo cuando vienen los figurines.
___________________________________
Una necedad, aunque la repitan millones de bocas, no deja de ser una necedad”: Anatole France
Seguro estoy que esto de la necedad es un mal endémico en muchos ganaderos, toreros, autoridades, pero sobretodo en los figurines que tanto daño le hacen, un día sí y otro también, al arte del toreo.
Esa necedad de continuar intentando confundir, engañar, faltarle el respeto irresponsablemente al gran público taurino, con astados bobalicones, que además enseñan escandalosa sospecha de todo en su integridad.
Lo anterior, ya resulta insoportable en una manifestación cuya liturgia precisa, exige la verdad del toro bravo y encastado, para consumar el rito con grandeza.
Apareció un encierro de De la Mora ganadería en la actualidad propiedad del licenciado Luis Alberto Villarreal; y esto de la mansedumbre, del descastamiento, no cambia la historia de la ganadería tan sólo por tener nuevo propietario.
Desfilaron seis bobitoros que sólo acrecentaron la desilusión en un público ávido de la verdad…
… verdad que sólo se puede representar a través de la casta y la bravura.
Sí sí, ya en la parte final del festejo, con el que cerró plaza, Ojos Míos, Ginés Marín, puso entrega indiscutible y encomiable. Con la capichuela le recibió con suaves lances para no atosigar al astado que simplemente llegó al debilucho jamelgo pero no peleó.
A esto, habrá que agregar las muchas bebidas espirituosas que hicieron el deleite en un amplio sector de la asistencia; y así corearon una faena que sí bien estuvo llena de buena voluntad no tuvo dimensión en los trazos que le constituyeron.
Y no tuvo dimensión porque la mansedumbre y el descastamiento de toro le imposibilitaban tener mayor movilidad. Así aparecieron, cuando más, cuartitos de pases en los que al final tenía que terminar el propio torero, ya que detenía su caminar el toro.
Sí, fue una bien intencionada faena que tuvo ciertos episodios buenos pero limitados por la invalidez del astado.
Tras un pinchazo dejó una estocada tendida contraria, lo que provocó tardara en caer, y esto hizo que algunos aplaudieran el hecho confundiendo un mal espadazo que no hacía efectos mortíferos con bravura.
Cosas veredes.
Al final, el entusiasmo desbordado hizo que el público exigiera inmerecido trofeo, que no se concedió porque no había argumento alguno para ello.
Así, Ginés, dio una vuelta al redondel entre aplausos de reconocimiento, así como de las botas de tequila que incluso ingirió.
Con su primero, Siete Mares, la voluntad y la entrega también acudieron, pero la mansedumbre fue un muro infranqueable. Lances a la verónica correctamente dibujados han sido el saludo capotero. Para con la tela roja, iniciar con pases por alto, y dar espacio a series con ambas manos de voluntad inquebrantable. Tras un pinchazo por el que sale desarmado deja entera trasera.
Quien dejó dos faenas bonitas, tersas fue, Juan Pablo Sánchez. La suavidad en su expresión merced al don divino del temple que posee consiguieron entender al caminar borreguno de sus astados.
Con su primero, Luz de Luna, brillaron lances de una lentitud mágica, que ayudaron a no claudicar al debilucho bovino. La faena tuvo episodios de tersura infinita, por el ritmo con el que acompañó el “reumático” caminar del burel.
El público sensiblemente emocionado ante la entrega y pasión de, Juan Pablo, quedó gratamente impactado. Tras un espadazo tendido y sucumbir el astado, la muchedumbre exigió estentóreamente una oreja que fue autorizada.
Barba Roja fue su segundo, al que dibujó verónicas plenas de cadencia y armonía. Ya con la muleta, los pases por abajo estuvieron ahí para imponer su imperio, y de esta forma aparecer series con la derecha que fueron el halago al exigente paladar taurino.
También hubo respuesta por el lado natural, y uno ha sido tan largo como exquisito. Dejó una estocada entera tendida, el puntillero levantó al astado, y todo quedó en una vuelta tras petición de oreja.
Fatal notoriamente fatal estuvo, Diego Silveti, quien nunca dejará de ser la burda imitación de su siempre bien recordado padre.
Así con un toreo artificial, carente de contenido deambuló en sus dos mansescos astados, sin poder encontrar el hilo conductor para ir a más. Incluso tan mala fue su incursión que terminó por echarse encima a su segundo ejemplar. Y la gente terminó fastidiada sumamente fastidiada de Diego Silveti.
Al final, la necedad volvió a reinar en cuanto al ganado que estuvo en el mayor coso del mundo, en medio de una realidad que exige la insoslayable verdad de recobrar al arte del toreo, a su luz y grandeza a través de la casta y la bravura.
¡Dígase la verdad… aunque sea motivo de escándalo!
________________________________
– En breve la galería del Maestro Sainos
________________________________
___________________________________________________________________________
Entrar a ver el programa de televisión TOROS EN EL MUNDO TV
___________________________________________________________________________