Crónicas

En Huelva… Andrés Romero abre la puerta grande

Huelva. Domingo 4 de agosto. Cuarta y última de la Feria de las Colombinas. Toros de Benítez Cubero, para rejones, correctos de presencia y de buen juego en general. Tres cuartos de plaza

Diego Ventura: Ovación con saludos, ovación con saludos y dos orejas.

Andrés Romero: Ovación con saludos, dos orejas y oreja.

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Andrés Romero revalida su condición de triunfador de los rejoneadores de la Feria de Colombinas al imponerse en el mano a mano que ha librado con Diego Ventura cortando tres orejas, lo que le ha valido para sumar su séptima puerta grande consecutiva en la Plaza de Toros La Merced en sus siete comparecencias en ella. El onubense firmó una actuación global de máxima entrega ante una terna de toros de muy distinta condición y que fue de menos a más en cuanto a las prestaciones que le ofreció. Bruto y parado su primero, desarrolló más nobleza el siguiente y fue un buen toro el sexto, con el que ofreció su mejor nivel. De hecho, de no haber pinchado en primera instancia, quizá le hubiera cortado las dos orejas como recompensa a una faena que cimentó en la capacidad de Caimán y la espectacularidad de Guajiro. Ya antes había desorejado al tercero, al que paró con Montes y al que cuajó en banderillas con Fuente Rey. Bastantes menos opciones le ofreció su primero, reservón y a la defensiva.

A topetazos se comportó el primero de la tarde y del lote de Diego Ventura, que expuso una barbaridad por los terrenos que pisó, ya que había que llegarle mucho al de Benítez Cubero para provocar sus arrancadas, que se convertían en oleadas cuando sabía cerca las cabalgaduras. Cambiaba el ritmo y apretaba buscando sorprender. El tercero de la tarde tuvo mejor condición, pero también poco fondo. Se movió siempre por los terrenos de dentro, por donde Ventura le formó un verdadero lío con Bronce, con el que literalmente se metió entre los pitones del Murube. Arriesgó con Fino en banderillas citadas muy en corto y, así, muy en corto, firmó uno de los mejores momentos de toda la corrida con el par a dos manos sin cabezada con Dólar perfilado a apenas tres metros del toro. Pinchó y, aún así, el público le pidió la oreja, que el palco no concedió. Sí se hizo con las dos del quinto, con el que protagonizó una de las cumbres de la corrida al clavar con Lío una banderilla al quiebro en la misma boca de riego que puso boca abajo a La Merced.

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