Crónicas

En Tovar… Lote descastado de Los Aranguez el común denominador

Plaza de Toros Coliseo El Llano de Tovar, Venezuela. Sábado 20 de julio de 2019. Festival extraordinario de presentación de carteles feriales. Con poco más de un tercio de plaza (aproximadamente 3000 personas) en tarde soleada se han lidiado reses de la ganadería Los Aranguez (Jesús Riera) en su conjunto metidos en carnes pero abusivamente despitonados, más propios para un festejo de rejones. Ante los engaños fueron en su mayoría descastados, faltos de recorrido tras la vara, dejando un poco más el 6º y 7º del envío. Pesos: 485, 440, 425, 428, 445, 435 y 305 kilos.

Rafael Orellana: Palmas y saludos desde el tercio tras aviso.

Alexander Guillén: Vuelta al ruedo y silencio.

César Valencia: Palmas y palmas tras aviso.

Alejandro Barragán: Vuelta al ruedo.

Detalles:

Antes de comenzar el festejo la Comisión Taurina se pronunció sobre el excesivo arreglo de las astas de los toros a lidiarse ocasionado por el ganadero o responsables de dicho hierro.

Entre las cuadrillas destacaron con buenos pares Francisco Chico Paredes, Víctor Meléndez y Ramón Contreras.

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Desde Carora los bien comidos astados de Los Aranguez venían ayunos de bravura, casta, entrega en los engaños, a final de cuentas el elemento base de este espectáculo que es la emoción. Fueron un rosario muy parecido a medida que iban saliendo de toriles, casi un calco, lo que en cierta parte exaspero a la parroquia que se dio cita a la invitación hecha para así mismo conocer los carteles feriales de septiembre próximo.

Sin duda un festival de lujo, a modo al gran acontecimiento que representa para la afición taurina venezolana que se esté dando una feria de estas cataduras en los momentos que vive el país y el toreo nacional en general.

Abrió plaza Rafael Orellana, quien vestido con el traje típico venezolano, a primeras iba a saber de qué se las traían los remolones pupilos de Los Aranguez, cortando el viaje del capote y echando las manos por delante.

Le mimó en varas y sobó en el inicio de faena, por bajo, demostrando cada vez su tendencia el astado a cerrarse en tablas, lugar donde Orellana plantearía labor, en las cercanías del tercio de matadores, donde pudo robarle algunos muletazos por la diestra y la zocata. Poco más pudo hacer, para despacharle de pinchazo y estocada tendida y trasera.

Su segundo tampoco desentonó a lo visto hasta ese momento. Le saludó con larga cambiada de rodillas, echándole valor y ganas luego en la muleta, donde se recreó en sacar partido por ambos lados más con la intención de agradar al conclave que lucirse en su forma más ortodoxa.

Los pinchazos que se sucedieron así como con el descabello improvisado que utilizó con la misma espada, de importante riesgo para los espectadores, para al final saludar desde el tercio el esfuerzo hecho por estar presente esta tarde, tras venir desde Lima para la ocasión.

Por su parte el diestro emeritense Alexander Guillén hizo ver que el poco rodaje que tiene le pesó a lo largo de la función. Lo dejo ver en su primero, animal poco dado a las embestidas que necesitaba Guillén para explayarse con la sarga, adoleciendo del mando que requería la corta embestida de la res. Dos viajes con el acero bastaron para mandar a la mulilla el cornúpeta.

El quinto, el alegre y suave recibo con el percal nos hizo prever algo más de interés a lo visto. Pero no fue así, pues inmediatamente tras el puyazo, el torito cambiaría actitud con el engaño, parándose y distrayéndose de las telas. Con tal materia mucho más bien lo intentó Guillén, para tras pasar en dos ocasiones con el acero, ser silenciado.

Variedad y ambición fue la que demostró César Valencia ante sus antagonistas que despachó. Estaríamos hablando del triunfador de la función si no es por el mal uso de los aceros que le dejaron sin “tocar pelo”.

Por faroles de rodillas recibió al tercero de la tarde, para medido en el castigo de varas, lucirse en banderillas en solvente y fácil tercio, clavando tres pares de exposición en todos los terrenos del redondel.

Cruzándosele al pitón contrario, dejándole la muleta a medio viaje, así alargó las escasas embestidas descastadas que le permitió el burel, las que necesitó para escuchar la más unánime ovación de los presentes. El pinchazo antes de dejar estocada en lo alto, enfrió la petición de premio.

El sabroso saludo de capa que se prodigó ante el sexto llamó la atención. En la querencia de la puerta de cuadrillas hasta tres puyazos le endilgaron al morlaco, los que no acusó en la variada labor muleteril en especial por la mano diestra que cincelo Valencia, donde se recreó en series preñadas de naturalidad.

Como ya mencionamos, el acero emborronó lo hecho, incluso con el agravante de utilizar para descabellar la espada, saliendo está proyectada al tendido, no ocurriendo una desgracia afortunadamente, para al final recibir palmas tras un aviso. Parece ser que en el fundón de los tres matadores no contaban con un espada de descabello.

Cerró la larga función casi de más de tres horas, el novillero local Alejandro Barragán, quien entraba al cartel en sustitución del lesionado Ángel Arturo Orellana, quien la tarde del viernes se lesionaba el pie izquierdo, fractura de un metacarpiano mientras entrenaba, lo que le quitó del cartel.

No defraudó Barragán, pues hizo gala de alegría y ambición en su labor completa, tanto de capote, banderillas y muleta, arrancando el público a que conectara con lo hecho por el joven espada en alarde de inocultable entrega ante la gran oportunidad, quien por cierto así mismo se verá anunciado abriendo feria en septiembre próximo.

Hizo el simulacro de la estocada del becerrote, y para él la más cerrada ovación mientras recorría la vuelta al ruedo.

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@rubenvillafraz  

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