Crónicas

En Alicante… Una puerta grande que le hizo falta mayor sustancia

Alicante. Viernes 21 de Junio. Cerca de media plaza. Feria de Hogueras. Toros de El Parralejo, anovillados, con seria sospecha de cornicure, mansos.

Alberto López Simón: Silencio tras aviso y oreja tras aviso

Ginés Marín: Oreja y oreja

David de Miranda:  Palmas y silencio tras sonarle los tres avisos.

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Han aparecido en el redondel seis astados anovillados, como corrida de toros.

La gente está exigiendo la necesaria renovación, que los jóvenes tomen el mando del renuevo generacional; pero parece que los propios jóvenes no quieren tomarse en serio y con responsabilidad.

Se percibe que prefieren mantenerse en ese estado de miseria taurina que han impuesto los figurines que tanto daño le han hecho al arte del toreo.

La terna de esta tarde es capaz de enfentar al toro en todo su esplendor, pero en este festejo en cuestión no lo han hecho.

Justificar que es una plaza de segunda, esto se percibe más como una ofensa para el respetable, que paga un dinero que vale tanto como en Madrid, y merece por lo tanto ver lidiar toros.

Hubo faenas de esas que llaman bonitas, pero ante astados borregunos, son faenas insustanciales.

¿Por qué no llenan plazas estos jóvenes si son los triunfadores de Madrid?

Porque les hace falta mayor argumento, mayor verdad a sus tauromaquias.

López Simón estuvo correcto en sus dos toros, descalzándose como ahora acostumbra, ya que no puede mantener el respeto a su investidura.

No podríamos entender a un Rey, a un Presidente o a un Papa descalzándose para llevar a cabo sus responsabilidades.

Menos a un artista que debe cumplir una liturgia para respetar al rito.

Se es como se conduce en la vida, lo dijeron los artistas en el siglo XVII.

Por eso hay faenas correctas, con episodios bonitos, pero insustanciales.

Había que haber visto el inicio de hinojos con ese primero, que estando Alberto con las rodillas en tierra, era más alto que el astado que tenía frente a él. Y así fue la faena. Y así fue la tarde. Sin una verdad que el público exige.

Ginés Marín quien tiene mucho para consagrarse, no ocurre. Volvió a cumplir, estuvo decoroso, hizo faenas que efímeramente llamaron la atención, pero no logra desquiciar a la gente y todo acaba diluyéndose.

Y, David de Miranda, quien es el que menos torea, puso voluntad e inobjetable entrega, pero aun hace falta mayor experiencia que se desea pronto le llegue.

Tan fue así que no supo como poder descabellar al que cerró plaza, estuvo presionado y todo acabó en el muro de las lamentaciones.

Terminó el festejo, salió en hombros Ginés Marín, y mientras rebasaba el supuesto umbral de la gloria, la gente comentaba:

Hace falta más a los triunfadores de Madrid para convencer en todas las plazas de España”.

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