En Madrid… Puerta grande para David de Miranda

24 mayo 2019 Diego Estévez

Las Ventas. 24 de mayo de 2019. Undécimo festejo de la Feria de San Isidro. Lleno de “No hay billetes”. Toros de Juan Pedro Domecq, excelente el 6º y un sobrero de Luis Algarra (4º bis).

Julián López El Juli: Silencio y silencio.

Paco Ureña: Vuelta al ruedo y oreja.

David de Miranda, que confirmaba alternativa: Silencio y dos orejas.

Detalles:

Asistieron a la corrida S. M el Rey Emérito D. Juan Carlos I, junto al diestro Enrique Ponce y acompañale el gandero de Juan Pedro Domecq.

Los toros lucieron divisa negra en señal de duelo por la muerte de Fernando Domecq Solís, tío del ganadero de Juan Pedro Domecq Morenés.

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El primero de la tarde, correspondiente al Juli, salió muy mansote y arreó al caballo empotrándose. Durante el resto de la lidia, y en concreto el tercio de banderillas, la cuadrilla no acertó en demasía, y no se propició un tercio vistoso y fluido. Tras brindar al Rey Emérito, comenzó David de Miranda su faena, ya que por confirmar alternativa, El Juli le cedió la muerte del toro. Lo primero que hizo De Miranda fueron unos estatuarios en el centro de la plaza, para rápidamente pasar a la mano izquierda y buscar las cualidades del toro por ese pitón. Muy lento, el astado se reservaba bastante, y no acudía al engaño con fluidez, más bien, se revolvía y perpetraba aspavientos con la cabeza. Con genio, y ásperas formas, el toro no tuvo nada de condición. David de Miranda lo despachó entre pitos del público.

El último toro, el del triunfo, salió fuerte de salida, apretó en el caballo pero no por abajo. Y en banderillas dio un tercio fluido. Lo mejor fue la actitud de David de Miranda con este último, muy templado, con mucha casta, y en su sitio todo el tiempo. Faena de peso, y ganándose el respeto por parte del respetable de Madrid. El toro tuvo fuerza y no se rajó, pudiendo dar condiciones para que la faena fuera un éxito. Lo supo hacer, con verdad y vergüenza torera, poniendo al público en pie. Por ambas manos, con verticalidad, con aplomo, finalizando por bernardinas ajustadas. Dos orejas para él.

El segundo de la tarde, fue recibido por El Juli a base de verónicas bastante medidas debido al viento presente en la plaza. El toro acudió al caballo andando, y cuando se arrimó al peto, en ambas puyas, se revolvió moviendo su cabeza descontroladamente. Paco Ureña ejecutó el quite, al cual respondió El Juli por chicuelinas. Seguidamente, el tercio de banderillas tampoco estuvo muy acertado. Tras él, Julián López dio paso a su faena de muleta. A la primera de cambio el toro perdió las manos. El diestro, con muleta en mano derecha, intentó hacer lo que pudo, aunque situándose fuera de cacho, y pasando al toro por el pico. El toro mostró igual disposición que el primero de la tarde, y rápidamente del madrileño se fue a por la espada de estoquear.

Con el segundo de su lote, un toro despistado y huidizo, también tuvo que imponerse al viento. Lo llevó al ambiente del caballo porque el animal por sí solo no iba a acudir desde muy largo viendo la condición que tenía. No arreó demasiado, siguiendo así la tónica general de sus hermanos, y tampoco puso dificultades a la hora del tercio de banderillas. Comenzó la faena, y saltándose el reglamento, el presidente devolvió al toro debido a que éste se rompió una pata. En su lugar salió un toro de Luis Algarra que buscó la querencia y poco se empleó en el caballo. Tenía buen son en banderillas, y permitió un tercio lúcido pero rápido. La faena no estuvo apoyada para nada por el público, y no conectó apenas. Por ambas manos, añadiendo el efecto del viento, y su mala colocación, no se dieron las condiciones para cuajar una faena bien hecha. Ni por una mano ni por la otra El Juli fue capaz de entenderse con él, y rápidamente se quedó sin toro. Tras dos pinchazos, le dio una estocada fuera de sitio y escuchó el primer aviso.

Paco Ureña, quien toreaba en tercer lugar, fue aplaudido al recibir al toro con la capa. No apretó con fuerza en el caballo, mostrando mansedumbre y poca casta. Un despropósito lo que iba de corrida. En banderillas no puso muchas dificultades, y permitió lucirse a la cuadrilla. Tras un aclamado brindis al público, Ureña se fue a los terrenos del 5, en donde el viento era escaso, y puedo comenzar de forma ligada su actuación. Conectó de forma soberbia con la mano izquierda, y el tendido supo reconocerlo. El público rugía cuando le daba tandas bien ligadas y con templanza. Poco a poco el toro se fue llenando de casta de la mala, y Ureña debió medir más sus distancias. En general, la faena estuvo llena de verdad por parte del diestro. Finalmente, le dio una media estocada, con la que la gente se enfrió, para pasar a estoquear de la manera correcta. Fue ovacionado, con leve petición, y dando una vuelta al ruedo posteriormente.

El quinto fue un toro castaño que salió de igual modo que sus hermanos. Poca fuerza en el caballo, y tercio de banderillas sin pena ni gloria. En la faena Ureña puso mucho de su parte, tratando de enseñar a embestir al toro como pudo en las inmediaciones del 5. Tras un largo esfuerzo, consiguió coger la medida y el sitio al toro, para ligar unas cuantas tandas de mucha calidad. Todo ello en la segunda mitad de su faena. Hizo sentir al público, y contó con su favor. Puso al público en pie con sus últimos pases tras irse a por la espada de matar. Una faena con verdad, temple, y llena de sentimiento fue la de Ureña, que enseñó al toro a entrar al engaño, y le bajó la mano con mucha sabiduría. Oreja para el diestro.

La tarde de hoy ha sido un auténtico despropósito durante los cuatros primeros toros, debido a la poca fuerza y condición de los mismos. Más tarde, Ureña puso en pie a la plaza enseñando al toro a embestir, y sacándole pases de calidad, pero el éxtasis vino con David de Miranda, dejándose notar como el buen torero que quiere ser, aplomado y desorejando al único bravo ejemplar de Juan Pedro. ¡Viva la Fiesta!

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