Crónicas

En Aguascalientes… Morante, Joselito y las dos caras del monstruo

Tres cuartos de aforo en la Monumental de Aguascalientes, cuarta corrida de la Feria de San Marcos 2019. Se lidió un encierro escaso de presencia de la ganadería de Teófilo Gómez mansos, sosos y sin transmisión. Hubo un arrastre lento inmerecido al quinto de la tarde.

Guillermo Capetillo: Pitos y silencio

Morante de la Puebla: Pitos y dos orejas

Joselito Adame: Silencio y oreja protestada.

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Hoy tarde, Morante no le hizo el feo a Aguascalientes, como tantas otras veces y lo triste es que hizo cosas bonitas y sensibles a toros faltos de fuerza y sin trapío“.

La afición en una plaza de toros es nombrada muchas veces como el monstruo de mil cabezas, ese que ruge, que encumbra o que destruye, de sol y de sombra, un monstruo de esos que por las noches pueden meterse en tus sueños y no dejarte dormir, para bien o para mal.

El monstruo hidrocálido a veces suele mostrar una de sus facetas y ser muy maleable, apenas se le acaricia y el fiero se convierte en dócil, un monstruo que todo lo acepta, que bebe de la mano de quien le ofrece un poco de agua.

Triste pero cierto, a veces Aguascalientes y su público son así, hoy aceptó las gotas de mansedumbre y escaso trapío, se las bebió desesperado puesto que muere de sed.

La tarde de hoy tuvo sus matices; detalles de un Morante esta vez un poco más dispuesto, aunque enfrentando torillos sin bravura, noblotes a los que no quedaba de otra que torear bonito, era lo menos que podía hacer.

También vimos a un José Adame popular, cien por ciento enfocado a encantar al monstruo del tendido y no en crear una labor de seriedad y madurez, un toreo alegrón y jaranero que ha asimilado bien a últimas fechas.

Y un Guillermo Capetillo que poco o nada dijo, aunque en todo momento estuvo preocupado y ocupado en agradar, las cosas no rodaron como él hubiese soñado.

Los trofeos llegaron a las manos de Morante de la Puebla en el segundo de su lote, un astado muy justo de presencia al que saludó con verónicas lentas y media pinturera para llevarse las palmas, Morante esta vez sí andaba de ánimo. El astado provocó el tumbo mandando al piquero hasta el callejón, pasado el susto Morante volvió a colocarlo en las varas recibiendo un puyazo traserísimo en el que apenas empujó, luego lances a pies juntos y revolera luminosa.

En el último tercio, los desdenes a la vera de las tablas iniciaron la labor, le siguieron los trincherazos y remates por alto para tener al de mil cabezas en un puño. Poca fuerza tenía el de Teófilo Gómez que iba a media altura, unas veces acabándosele las embestidas y Morante haciéndolo pasar por derecha lento, convenciendo a la masa que cantó los olés.

Ante la dócil embestida el español tocó a pitón contrario para meterlo a su engaño, tuvo detalles finos de alto nivel, pero la debilidad ganaba la partida. Hoy tarde, Morante no le hizo el feo a Aguascalientes, como tantas otras veces y lo triste es que hizo cosas bonitas y sensibles a toros faltos de fuerza y sin trapío.

Para el cierre de su labor, un acto que en lo personal pocas veces he visto, y temo que se haga costumbre y el tendido lo acepte, Morante tocó el pitón derecho con su mano y literalmente lo guió en la dirección correcta para que siguiera el rumbo que le presentaba con su muleta, así de sumiso, así de manso el de Teófilo al que el público aplaudió.

Terminó con algunos desplantes y a matar dejando entera caidilla de efectos rápidos y las orejas le fueron concedidas.

Para el astado hubo un inexplicable arrastre lento que otra vez el tumulto de miles de percepciones aceptó sin siquiera analizar, alimentando así a la bestia para que se quede calladita y tranquila, puesto que eso,  es lo que más conviene.

El primer enfrentamiento lo tuvo Morante ante otro justito de presencia que también salió muy suelto y que después de provocar un encontronazo con el caballo mostró nulas posibilidades de faena. Con la cara arriba terminaba los pases, Morante estuvo desengañándolo, toreando por la cara y nada más. Tres cuartos de acero muy caídos para escuchar pitos.

Al final del festejo Morante se negó a salir en hombros y lo hizo por su propio pie.

Para Joselito Adame en primer turno correspondió un  astado muy justo de presencia que saltó al ruedo y de inmediato huyó del llamado de las telas, fue pitado en un inicio, pero el reclamo fue acallado con unas verónicas sin acoplamiento. En los caballos el astado provocó el tumbo, aunque no por la pelea cabal en el peto, sino por la fuerza e inercia del encuentro.

Inició su faena de muleta con ayudados por alto muy toreros, pero al querer rematarlo terminó desarmándolo. Pocas embestidas que José quiso cambiar por aplausos. Por izquierda un astado aplomado a la arena y cuando tomaba la muleta lo hacía sin mayor intensidad y doblando los remos delanteros.

Cambios por la espalda correctos y a irse por el lado derecho sin conectar del todo, se cruzó entre los pitones insistiendo, pero no había forma. Fallas con la espada y los pitos para José.

La faena al sexto del festejo ha sido bullidora y muy para encantar, cual flautista de Hamelín, a los más inocentes de la materia. El astado fue muy, muy chico. De capa Adame en un principio no se acomodó.

Breve la simulación de la suerte de varas, luego las zapopinas hasta en tres ocasiones protagonizando momentos esos sí muy toreros, lanzó su montera al astado para que le viniera de largo, pero la expectativa contra la realidad fue otra y el burel se entretuvo olisqueándola y se perdió el encanto.

Con la muleta en la mano José de inmediato se puso de rodillas pegado a las tablas para pasarse al burel por alto, luego algunos doblones de buena factura y rematar con el pase de pecho.

La primera tanda por derecha fue voluntariosa pero precipitada, parecía que esta vez José sí iría encaminado al convencimiento de la multitud, pero sus tandas carecían de pulcritud y comunicación real de buen toreo hacia el tendido. Por izquierda lanzándolo pá’allá lejillos y saliendo de la suerte orgulloso mirando al tendido, siguió por derecha sin asentarse.

En la plaza ya sonaba la pelea de gallos, (tonada que tiene el poder de cortar orejas) Adame como embelesado con el rugir del tendido, de inmediato se puso de rodillas para así interpretar el molinete, de pie pasándose una embestida sosa y sin limpieza, tomándose de los cuartos traseros perdiendo la muleta, en acto revolucionado, ansioso y casi desesperado por encontrar la clave, aunque se salga de sus propios cánones, se puso otra vez de rodillas para improvisar después de la pérdida de armas y se dio a interpretar a su estilo las poncinas. El monstruo encantado ya estaba de pie, coreándole y aunque usted no me lo crea empezando a pedir el indulto, el colmo.

Adame se tiró a matar dejando un bajonazo terrorífico.

El gran pópulo exigió la oreja que el juez en primera instancia negó, pero las gotillas habían surgido efecto y ya no había marcha atrás, el pueblo exigió la oreja y Rivera Río en ademanes muy gráficos indicó que  para él no la merecía, pero ante tanta insistencia la otorgaba a petición del respetable, pero…

… en cuanto fue entregado las protestas airadas por parte del otro sector de aficionados, la otra cara del monstruo,  los que exigen, los que piden más, el que para algunos es el lado oscuro, a los que llaman amargados, a ese otro rostro, Joselito no los convenció y le cobraron factura al dar la vuelta al ruedo y al retirarse el redondel.

De Guillermo Capetillo no hay mucho que decir, dos actuaciones frías y sin historia. Las condiciones dadas no fueron las correctas para que se despidiera con gloria de la afición de Aguascalientes. Voluntarioso, pero fuera de sitio, muy desafortunado a la hora de matar, hasta escuchar avisos en sus dos actuaciones.

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@AnaDelgado28 

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