Crónicas

En Lenguazaque… Bolívar se impone ante un océano de descastamiento

Plaza de toros Portátil Lenguazaque (Cundinamarca) festejo de cierre de la Temporada Taurina de esta municipalidad, correspondiente a una corrida de toros con lleno total; al ruedo bovinos de los herederos de Ernesto Gutiérrez, muy en el tipo de la casa, discretos de pitones, ligeros de carnes y borreguna embestida; destacando el segundo, más por las condiciones del torero que la calidad del bicho.

Cristian Restrepo: Palmas y tres avisos.

Luis Bolívar: Oreja y dos orejas.

Román Collado: Oreja y palmas.

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Cuando aún nos estábamos reponiendo de las feas hechuras, las caras cornimochas y el descastamiento de los bovinos de Ernesto Gutiérrez, que alimentaron las dos tardes triunfalistas de Manizales; nos sorprende la provincia, en este caso la taurina Lenguazaque, con el calco de los vicios de las grandes ferias: animales feos de hechuras, muchos de ellos en esa delgada línea entre el toro y el novillo y carentes de la arboladura y seriedad propia de un toro de lidia.

Una pena que tan importante feria, tradicional en la provincia colombiana, que ha dado cabida a los complicados Guachicono, los bravucones de Mondoñedo, y los bellos jaboneros del Paraíso, se decante por un concepto taurino tan baladí como el que nos han querido imponer las figuras…

Pero… Ante este infortunado viraje hacía el océano de la mansedumbre y el descastamiento  vale la pena preguntar:

¿será que la incursión del joven Román Collado tiene que ver en esta involución del criterio ganadero?

Esperamos que no, pues el valenciano cuenta con recursos suficientes para afrontar la lidia de cualquier encaste; y es meritorio recordar que el que se viste de luces va dispuesto a jugarse la vida y a perpetuar un rito que independiente a la magnitud del escenario siempre debe ejecutarse con capital seriedad, respeto y verdad.

Pues bien, se afrontó un encierro con más complicaciones que pitones; toros con genio, bravucones más no bravos, pegados al suelo y con genio, que no es más que la casta mala; es de aceptar que el segundo en manos de un torero experimentado como Luis Bolívar, destaco llegando a ser elogiado por el público; empero fue un burel artificial, maquillado por las condiciones de un diestro que a fuerza de años y oficio se va especializando en este tipo de ganaderías y animales.

Cristian Restrepo: El torero Vallecaucano supo aguantar el rebrincado paso del alto y afeado primero, toreo por piernas y a distancia considerable, dejando pases kilométricos pero que calaron en el respetable; en la ejecución de la suerte suprema alcanza a ser prendido a la altura de la rodilla sin serias consecuencias.

El descastado y mirón que se corrió en cuarto lugar, le prodigo su acometividad, permitiéndole hilvanar los pasos, que, a distancia considerable, dejaron una actuación pensada en la galería y con más tremendismo que pozo; con los aceros, delata inseguridad y se complica escuchando los tres avisos.

Luis Bolívar: El toreo vallecaucano, en su primera comparecencia se encontró con Sabio (468 Kg.) un mini Ferdinand que pasaba con la cabeza gacha y ovejuno trotecito, condiciones que en manos de un torero con más de una década de alternativa es lo que se llama un bombón, el amigazo que ayuda al triunfo; con el percal se quedaron dos largas con gran transmisión y en la pañosa, el ejercicio de acompañar y conducir; con la tizona poco ortodoxo recibiendo un trofeo.

En su segundo, el más pesado del encierro Luzbel (512 Kg.) se mostró flojo y menguando, en ocasiones tirando hacía tablas, condiciones que delatan el exceso de carne y cebo, que en los bovinos de esta casa traduce en lentitud, de la que supo disponer Bolívar sacando pases de toda factura; remata bien reclamando dos apéndices.

Román Collado: El joven valenciano que encantó al público Manizalita por sus buenas maneras, entrega y disposición; se estrelló con el peor lote de la tarde; su primero, justo en todo sentido, pasaba a regaña dientes, condición que afeo su presentación; empero dado que el bicho presentaba movilidad, saco las tandas de rigor, dejando una buena estocada de colofón; oreja.

Cerró su presentación, luchando con la pobre iluminación (aspecto que ha de mejorar a futuro) y la mansedumbre exultando y absoluta del Ernestico (aspecto propio de esta casa y que enamora a las figuras); tirando constantemente del astado, buscando sacarle embestidas pese a la negativa por pelear de un astado que ya en la puerta de toriles delataba ser abatido sin pelear; dejo cosillas, pero sin historia; con la espada no está certero y debe recurrir al verduguillo, palmas.

Fotografía: Archivo Luis Bolívar.

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@Manzanarestoro

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