Opinion

La reflexión de Miguel Manzanares… ¿Por qué en Huesca sí y en Manizales no?

El artículo 12 del Reglamento Taurino Nacional Colombiano, Ley 916 de 2004, comprende una suerte de léxico básico dispuesto de manera alfabética iniciando por el termino Afeitar definido como “Acción y efecto de despuntar los cuernos a los toros de lidia, arreglando y disimulando la operación con el fin de aminorar el riesgo de los toreros. Además de cortar los cuernos, se recortan los pelos del testuz para disimular la merma en la dimensión de las astas, de ahí el vocablo”.

En complemento el artículo 35 de mencionada ley confiere a los ganaderos la responsabilidad de “asegurar al público la integridad de las reses de lidia frente a la manipulación de sus defensas”, so pena de ser sancionados “con la prohibición de correr sus toros en la respectiva plaza por un término de dos años”.  (Parágrafo 1 artículo 45, ley 916 de 2004).

Sirva este contexto normativo para entender la gravedad que tiene el hecho de llevar a una plaza de primera toros afeitados o con sospecha de esta práctica, máxime cuando se trata de una Feria de primer orden como es el caso de la de Manizales, y se hable de dos de las denominadas figuras más relevantes de la fiesta como lo son el señor Enrique Ponce y Julián López el Juli.

Ahora bien, revisando las “crónicas” del festejo de cierre de La 64 Temporada Taurina de Manizales, que más parecen himnos de exaltación y pequeñas epopeyas de serviles lame botas versados en las artes del engaño; sobresalen calificativos como “discretos”, “regulares”, “cómodos”, “sin dificultades” y hasta “con el sello de la casa” para referirse a los pitones de los seis bovinos que saltaron al ruedo, para el deleite de los enardecidos asistentes y la degradación de una fiesta que en Colombia pende de un hilo, por la presión política y la persecución populista.

Las fotos y vídeos que abundan en las redes sociales, al igual que los acertados mensajes y publicaciones de los taurinos a lo largo del mundo, dan cuenta de la vergüenza torera motivada por tal acto de irrespeto; primeramente, ante el toro, luego hacía la afición y finalmente a la profesión, a la grandeza, otrora dedicada únicamente a los héroes vestidos de luces.

En un acto de rechazo público, aficionados de todas latitudes, sin temor ni ápices de reserva se han manifestado contra una práctica totalmente repudiable: la manipulación de la fiesta, la transgresión de los canones en función de la comodidad, el engaño y el triunfalismo. Siguiendo el ejemplo que el maestro Antonio Bienvenida allá por los años 50 se ha revivido el dilema de los toros afeitados, los toros para las figuras.

Es de aclarar que tal dictamen es producto de un análisis riguroso aplicado a la cornamenta del toro para develar modificaciones intencionadas sobre las defensas del animal; empero al analizar los antecedentes de la Ganadería Herederos de Ernesto Gutiérrez, tanto a nivel nacional como internacional, y el amplio prontuario de sospechas que hay tras los dos figurines en cuestión, cítese Guijuelo, Béjar, Valladolid o más reciénteme Huesca; quedan serias sospechas sobre la integridad de toreros y ganadero.

Vergonzoso concierto al que hemos de sumar los miembros de la Junta Técnica, el presidente de la plaza y su empresario, quien conocedores de lo que aguardaba en toriles, no tuvieron reserva para presentar el festejo como una corrida de toros y exaltarlo como el cartel más importante de la América Taurina.

Sin embargo, ante tales excesos:

¿Qué se puede esperar de la fiesta en Colombia?

¿Cómo proceder ante tal manifestación de antitaurinismo y deshonestidad?

Que sirva de ejemplo entonces la sanción publica y económica anunciada a la Ganadería del Vellosino, que, tras estudios forenses, espera una multa (que puede llegar a los 50.000 Euros), por presentar seis animales con pitones manipulados, muy cercanos a los vistos en Manizales, para el mano a mano de las dos figuras, realizado en Huesca el 12 de agosto del año inmediatamente anterior.

Valga la pena preguntar:

¿Por qué en Huesca sí y en Manizales no?

En primer lugar, por el poder manifiesto que la casa ganadera de los Gutiérrez ejerce sobre la empresa en cuestión; realizada una revisión histórica solo basta remitirse a la última década para observar que aproximadamente el 40% de los festejos han anunciado como ganaderías titulares a Dosguiterrez o a Ernesto Gutiérrez, siendo infaltables en el festival y el mano a mano de cierre; por supuesto amparando a las figuras del momento.

Un segundo elemento, corresponde a la influencia mal sana de los medios de comunicación, que apelando a un acumulado histórico y anecdótico, al igual que una lectura sesgada de los fenotipos de los encastes, han terminado legitimando un prototipo del toro de Manizales, descarada burla de un toro de lidia, distante ya de la grandeza del histórico Bravío lidiado en 1919 en Madrid, o el célebre Cantinero del que Joselito El Gallo arrancaría un trofeo en la plaza de Sevilla; dos ejemplos de la trascendencia de toro de Santa Coloma, que abusivamente se anuncia como encaste de la casa de los Gutiérrez.

En tercer lugar, la falta de exigencia que tiene la afición ante la presentación de los toros, aspecto que desencanta al nuevo aficionado y que condiciona de manera directa la asistencia o no a este tipo de festejos; cambio radical del paradigma basado en el toro para darle relevancia absoluta al torero, pasando por encima de los mínimos de presentación de un toro bravo; involución histórica producto de la aceptación indiferente del aficionado; como reseñábamos en la crónica del festejo:

A fuerza de repetir mil veces una mentira el aficionado termino convirtiéndola en verdad.

A esto se suma, la carencia de gremios y autoridades que controlen y fiscalicen el cumplimiento de la normatividad y los principios básicos de la buena fe, pues el aficionado paga un dinero por su boleto, que para este año oscilaba entre los 30 y los 138 dólares; cifras que multiplicadas por un aforo cercano a los 15.000 espectadores consolidan una cuantía nada despreciable y que requiere de un control, más racional que pasional.

Finalmente, y apelando a varios de los argumentos recurrentes al hablar de la fiesta en la América Taurina, faltan criterio y conocimiento, amor propio y afición; falta superar esta colonización tardía que esclaviza al aficionado a las disposiciones de la figura ibérica, sin cuestionar ni criticar, bajo el insípido lema de “Las figuras son las que mandan”,  faltan decisiones concretas de las empresas excluyendo las exigencias, y actitudes férreas de los ganaderos, que respetando el legado genético del Bos Taurus que siglos después vino a afincarse en tierras colombianas; se nieguen a restarle grandeza y verdad.

Sin entrar en el terreno de la fantasía ¿Tales cambios son posibles?  

Quizás no hay momento más propicio en la historia de la tauromaquia para cambiar el paradigma y regresar a los terrenos de la bravura y la casta; ahí están las redes sociales y la sociedad de la información que nos permite ver y conocer las realidades de una manera directa y sin engaños; ahí también, las juventudes taurinas, cada vez más avezadas en términos de historia, encastes y estadísticas; allí también las jóvenes figuras y los toreros en ascenso que a falta de apoyo y luz se han hecho a punta de cornadas y de sacrificios.

También están ganaderos coherentes y conscientes de su responsabilidad, en Colombia valga citar a don Antonio García Díaz quien dedicó su vida a preservar la Sangre Santa Coloma, desde la preciosa casa de Vista Hermosa, o la insigne familia Sanz de Santamaría, que se niega a desaparecer y con ello relegar en el olvido a los bravucones Contreras de Mondoñedo.

Sumado a ello, la receptividad y acogida de la cultura taurina, en las grandes ciudades y la provincia, son prueba inefable de que el toro es parte de la cultura colombiana, pues retomando las palabras del gran Victorino Martín AndrésLos toros pertenecen al pueblo” son parte fundamental de su identidad y por ende requieren de todo nuestro esfuerzo para defenderlos, poniendo por delante la verdad y la casta.

Como reza el lema de nuestra casa:

“El toro autentico para el torero de verdad”. 

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@Manzanarestoro

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