En la Opinión de Pepe Mata… ¿Estos toros vendrán de Júpiter?
Tras el fracaso monumental que tuvo el señoritingo Enrique Ponce, en el Nuevo Progreso de Guadalajara, hizo ‘conmovedoras‘ declaraciones, que, por supuesto, sólo sus exiguos seguidores le creyeron: “qué tienen contra el toro mexicano”.
En la realidad, nadie tiene nada contra el toro mexicano, pero con el auténtico toro mexicano.
Lo que a la gente, al gran público de México, no sólo le molesta, sino le fastidia, le enfurece, es que los ganaderos sin ética, hayan creado una burda y reprobable caricatura del toro mexicano, para divertimento y comodidad de los figurines.
A través de la manipulación de la genética, en los empadres, han extinguido la bravura y la casta, para crear un “bobitoro” que tenga a gusto al figurín en cuestión; sólo que de tanto echarle “agua” a la sangre, pueden surgir dos situaciones como consecuencia necesaria de estas malsanas prácticas…
… que los toros mansescos, bobalicones, se conviertan en moles de carnes inválidas, o en toros con genio, la casta mala que produce una violencia inaudita, como el toro que le salió en segundo sitio a Enrique Ponce en Madrid, durante la reciente Feria de San Isidro, con el que se le vió a la deriva, sin poderlo dominar.
Los toros de Jaral de Peñas fueron rechazados, porque no cumplían con el peso mínimo ni con el trapío ni presencia que exige… el exigente Nuevo Progreso de Guadalajara…
… eso ha dicho, Arnulfo Martínez, juez de la plaza de Guadalajara, en la entrevista que le hizo nuestro compañero, Jaime Sierra, por lo que al rechazar casi la totalidad, Juan Pedro Barroso, propietario de los rechazados, no quiso que le “parcharan” el encierro, y se los llevó de regreso a su ganadería.
Está en su derecho.
Así que los ‘bobitoros’ que, el señoritingo Ponce, había seleccionado para la blanca y bella Mérida (Yucatán), fueron embarcados rumbo a la Perla Tapatía (así también se le dice a Guadalajara), y el resultado, de todos es conocido, gracias a la contundente crónica de nuestro compañero, el implacable y aguerrido, Jaime Sierra.
¿Por qué Enrique Ponce no torea toros en toda su dimensión en México?
Porque todo hace ver que simplemente no se le pega la gana exponer y enfrentar al toro…
… pero ni aquí -en donde le vemos con inadmisibles pequeñajos bobalicones-, ni en España ni Francia; en donde sólo “disfruta” de su toreo con ganaderías comerciales.
Porque toros mexicanos con inobjetable presencia de toros sí los hay, como los que ilustran este artículo y que proceden de la ganadería San Miguel de Mimiahuápam, propiedad del licenciado Alberto Baillères Gonzàlez, quien también es propietario del Nuevo Progreso de Guadalajara y socio de la empresa que maneja a la Monumental Plaza de Toros México, pero…
… pero no se le pega la gana, al señoritingo Ponce, exponer.
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No lo hizo hace 30 años -ahí están las grabaciones para los que gusten revisar su historia- no lo va hacer ahora en su senectud…
… ¡por supuesto!, senectud taurina.
Y, según ha trascendido, tras las campañas fallidas que ha tenido el divo de Chiva en México, en las que incluso varios empresarios han quebrado literalmente; inexplicablemente, los señores Baillères, contrataron a, E. P. para que haga una nueva campaña en México, en la que por cierto, no le está yendo nada bien, merced a que sigue imponiendo los teofilitos, bernaliditos y ferdinandos de la mora, que por supuesto, no son el toro mexicano.
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Reitero, más que los criticones, como un servidor, a los que nos califica el propio, Enrique Ponce, desde su balcón del desprecio de “prensa cizañosa”, más que nosotros…
… es la historia la que ya lo está juzgando.
Y, cuando las siguientes generaciones revisen el curriculum que ha dejado, pues verán la penosa realidad de cómo fue arrastrando a la grandeza del arte del toreo hacia un abismo del que todos…
… todos tenemos y debemos rescatar, para que vuelva a brillar esplendorosamente tan mítico como mágico y trascendente arte.
Por ello, se hace necesario, indispensable y urgente, que todos los figurines ya se jubilen, porque se han convertido en los peores antitaurinos, que han dado “armas” a los supuestos animalistas, para que difunda y hagan creer que el imponente toro bravo y encastado…
… es un dócil e indefenso borreguito a medio morir.
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Si no recuperamos la grandeza de nuestra Fiesta, esto podría ser un lamentable y triste recuerdo, que, por supuesto tendrá nombres responsables de su desaparición.
Porque una cosa debe quedar clara a todos… absolutamente a todos, toreros en verdad toreros, que sí enfrenten a la grandeza del toro bravo y encastado, sí existen.
Sólo tenemos y debemos apoyarlos sin tasa ni medida, para que salgan de la marginación impuesta por un “sistema” que se concibió para proteger y salvaguardar a los intereses de los figurines, más allá de lo que en verdad representa el arte del toreo y el gran público como dueño indiscutible de tan grandioso espectáculo.
¡Dígase la verdad… aunque sea motivo de escándalo!
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