En Manizales… Seis toreros, seis sentimientos
Monumental Plaza de Toros de Manizales, festejo de cierre a la XIX entrega del ciclo Prefería Toros y Ciudad, correspondiente a una Corrida de Toros. Con un lleno hasta las banderas, se lidiaron bovinos de la dehesa de los herederos de Ernesto Gutiérrez, muy en el tipo de esta casa, discretos y corniapretados, destacando el tercero aplaudido en el arrastre.
Cristian Restrepo: Palmas.
Curro Martín: Palmas.
Moreno Muñoz: Ovación tras aviso – trasladado a la enfermería.
David Martínez: Oreja.
Rocío Morelli: Vuelta.
Guillermo Valencia: Silencio – tres avisos
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En los albores del festejo de cierre de la XIX Toros y Ciudad, desplegando la mirada sobre los cientos de personas que llenaron la Monumental Plaza de Toros de Manizales, recordaba esa máxima de la tauromaquia “Uno no va a los toros a divertirse, va a emocionarse” y fue justamente una tarde muy emotiva la de ayer en Manizales; no solo por el espectáculo de ver el letrero de “No hay billetes”, tan escaso en este momento en los ruedos mundiales, sino por la posibilidad de ver seis toreros colombianos, uno de ellos mujer, que sin más argumentos que sus ganas y sueños, se vaciaron completos ante el siempre generoso público de la capital caldense.
En el cartel se anunciaban los toros de los herederos de Ernesto Gutiérrez, ganadería predilecta por las figuras y que se caracteriza por sus dudosas hechuras, pobres cornamentas y dócil comportamiento; sin embargo, como me lo reseñaba el entusiasta periodista de la ciudad de Medellín Daniel Upegui, los toros delataban seriedad en las hechuras y alzada importante; claro el encierro no era para las figuras; tres toros muy en Murube, dos en Santa Coloma y uno en Ernesto Gutiérrez, feísimo de pitones, reservón y a la defensiva como todo manso.
Cristian Restrepo: El experimentado torero del Valle del Cauca, cuya historia encarna ese declive propio de los buenos novilleros que al pasar a matadores entran en paro. Su expresión reposada se inclinó hacia la Seguridad, de ahí que torero a distancia a Sabio (468 Kg) aprovechando la acometividad, pero sin exponer ni apretarlo; resaltaron el inicio de faena clavado en la arena y las manoletinas con las que dio cierre a su actuación, único momento en el que se pegó al toro logrando emocionar al respetable, de resto toreo con el pico y con ventaja; mato correcto, palmas.
Curro Martín: Encarna la ilusión de aquel que nació para ser torero, esos hombres, mitad mágicos, mitad místicos que nunca dejan de ser y estas en función del toro; una pena que se haya estrellado con un mar de complicaciones, Aviador (478 Kg.), un animal reservón, complicado y geniudo, que siempre fue por el torero, incluso llegándolo a prender sin consecuencias mayores; un toro que exigía carnet, al que el buen torero de Medellín, le lidio con estoicismo y profesionalismo, buscando beber de pozo seco; con la espada, se demora pero despacha, Palmas.
Moreno Muñoz: El gran torero de la capital Colombiana, que venía de cuajar importantes actuaciones en el Perú; ante Lavandero (508 Kg.) se hizo a las banderas del héroe y con La entrega de un torero planteo una faena llena de valor y conocimiento, de respeto y distancias que delatan ese oficio, ese conocimiento que solo da el ponerse frente a un astado; el animal con serias complicaciones, trato de cazarle hasta en tres momentos, pero el hábil torero matizo esa tendencia con una faena que calo de manera significativa en el público; empero, en el mejor momento de la faena, recibe espeluznante voltereta que lo llevo maltrecho a la enfermería, de la que saldría, llevando un torniquete y aún con el dolor en el rostro, dispuesto a matar o morir; el público buscaba el indulto, Moreno se desentendió y fue a por todas, y tras varios intentos despacho, saliendo directo a la enfermería en medio de la ovación.
David Martínez: Encarna La humildad, el don de gentes que le ha llevado a consolidarse como ese gran torero colombiano, que hoy en medio de las lágrimas veía como tanto esfuerzo, tanta constancia y aguante, tomaban forma de triunfo en la Monumental de Manizales, Olivante (510 Kg.) sería su bravo aliado, pues tanto en el capote, donde se adornó con señeras navarras, como en el segundo tercio, en que brillo por su excelente técnica y transmisión preparó al público para el lio que armaría con la muleta, tandas importantes, profundas y sentidas, de ahí que se recreara, pasándose un pelín de faena; con la espada: magistral, reclamando una justa oreja que le consagró como el triunfador de este ciclo preferia.
Rocío Morelli: La joven matadora de toros, hecha en esa gran cuna de toreros que es México, sin duda fue el atractivo capital del festejo, pues no solo hizo historia al convertirse en la primera mujer en debutar en este ciclo, sino que logró que la afición de Manizales le cobijara y recibiera como propia; a lidia Buscaniguas (440 Kg.) un noble y repetidor astado, ante el que Rocío mostró La ansiedad propia del debut, toreando por piernas, llevándose varios sustos, especialmente en los pases de pecho, pero que a la postre dejó un buen sabor de boca; con la espada tras pinchazos, despacha. Vuelta al ruedo.
Guillermo Valencia: Recorrió el sendero de La frustración pues se enfrentaría literalmente a un adobe llamado Gi vive (500 Kg.) complejo como su nombre, amarrado y engatillado, a la defensiva como todo manso, tomando las de villa Diego y negando toda posibilidad al joven torero; que con los aceros no se encontró escuchando los tres avisos, será para la próxima.
Así finalizó un año más de prefería en Manizales, un encuentro de amigos, de familia, en el que en medio del mejor escenario taurino de Colombia, se vieron toros y toreros, se lograron llenos importantes, un cartel de no hay billetes, que comprueba que no necesitamos figuras para poder llenar la plaza, que confirma que torero no es aquel que se haga llamar artista o se crea figura, sino todo aquel que ante un toro, crea y se recrea; termina un nuevo año en Manizales en el que se da ese maravilloso bocado que nos antoja de toro y aumenta la ansiedad de vibrar con la temporada grande Nacional.
Enhorabuena por Manizales, su empresa y sus gentes; definitivamente la ciudad más taurina de Colombia.
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