La entrevista de Antonio Lorca… Diego Ventura, prueba de fuego en Las Ventas para demostrar que es el mejor
“Creo que este es el momento idóneo para encerrarme con seis toros en Madrid; porque cumplo veinte años de alternativa, me encuentro muy bien y mi cuadra está en un momento óptimo”, comenta el rejoneador Diego Ventura (Lisboa, 1982), que el próximo 6 de octubre tiene una cita trascendental en su carrera.
Ese día se enfrentará en solitario en Las Ventas a toros de Miura, Ángel Sánchez y María Guiomar, y hará así realidad un sueño que persigue desde hace años.
Ventura hace un alto en su intensa preparación para analizar el alcance de una gesta sin precedentes y su larga trayectoria como torero a caballo que, desde el escalafón más inferior, le ha llevado a la cima del rejoneo.
La conversación se celebra en la hacienda El Rincón de Diego, una amplia y cuidada finca, cercana a la localidad sevillana de La Puebla del Río, donde el caballero vive con su esposa, sus dos hijos, sus padres y sus veinte caballos.
“Estoy preocupado, claro que sí, porque toda la responsabilidad y todo el peso de la tarde recaen sobre mí”, recalca; “y tengo miedo a defraudar, pero en mi cabeza fluye la idea de que todo tiene que salir bien…”
Tiene que salir bien porque, además del aniversario, de su momento excepcional y de la calidad de sus caballos, Ventura se ha planteado la corrida de Madrid como un golpe en la mesa contra todos los que le niegan el pan y la sal y lo vetan en numerosas ferias.
“Es verdad. Quiero dar un paso más y demostrar que ya está bien de que las circunstancias estén siempre contra mí. Está claro que quiero ser el mejor y en la plaza lo demuestro. Salgo a rivalizar, pero me falta la competencia con otros rejoneadores”.
Ventura no cita el nombre, pero no es nuevo que Pablo Hermoso de Mendoza es el hombre que, supuestamente, lo veta allá donde el rejoneador navarro y sus mentores tienen influencia, que alcanza a muchas plazas.
“Después de todo lo que he conseguido no se entiende esa actitud; después de 16 puertas grandes y un rabo en Madrid, y diez salidas por la Puerta del Príncipe de la Maestranza, ya es hora de que algunos se quiten la venda que tienen en los ojos”.
De hecho, Diego Ventura participará este año en menos festejos de los que le corresponderían por su contrastada categoría.
“Lidiaré 45 corridas y creo que es un número aceptable. No hay que olvidar que tengo vetada la entrada en 20 ferias buenas, tales como Bilbao, Pamplona, Logroño, Valladolid, Salamanca, entre otras, lo que me produce mucho daño”.
El rejoneador cumple veinte años desde que en 1998 tomara la alternativa, el punto y seguido a una carrera basada en el esfuerzo desde la humildad de una familia con escasos medios económicos.
“Ha habido momentos de dificultad, de necesidad y mucho sacrificio. Lo he pasado realmente mal y he sufrido tentaciones para tirar la toalla. Ser rejoneador es muy costoso, -cualquiera que pretenda intentarlo hoy necesita en torno a los 500.000 euros-, no es fácil encontrar caballos de la nada, mantener una cuadra, pagar a quienes trabajan contigo o comprar una vaca para entrenar. Tenía solo 14 años cuando comencé, pero, gracias al sacrificio de mis padres y a mi esfuerzo, ha merecido la pena”.
Diego Ventura había cumplido dos meses de vida cuando su familia se trasladó a Sevilla, y siempre ha estado ligado a los caballos. No en vano su padre se dedicaba a la compra y venta de estos animales y fue también rejoneador con la ayuda de Ángel Peralta.
“En mis inicios, teníamos los caballos que desechaban otros rejoneadores; animales resabiados, con multitud de problemas o que, simplemente, no valían. Con ese material, con muy poco dinero y menos experiencia llegabas a una plaza y te encontrabas con un toro de cinco años… No ha sido fácil, no”.
– ¿Se gana dinero a lomos de un caballo?
“Si eres uno de los dos primeros, sí; pero a partir del tercero…”.
– A usted parece que no le ha ido mal.
“A mí me ha ido muy bien. Hay que tener paciencia, valentía, capacidad para ser exigente, y, sobre todo, que te avalen los triunfos. Y no tener miedo a rechazar propuestas indignas a pesar de que el dinero te haga falta para comer, como a mí me ha ocurrido hace unos años“.
A pocos metros de Diego Ventura le esperan Remate, Nazarí, Importante, Lío, Dólar… los veinte caballos que forman su cuadra.
“Para mí, el caballo no es un animal, sino alguien de mi familia. Sin ellos yo no sería nada. Puedes ser un buen jinete y mejor torero, pero si no cuentas con un caballo que te permita demostrar tus cualidades, estás perdido”.
“Eres un amigo, un sicólogo… Entre el caballo y tú se establece una relación de total confianza. El animal sabe que hay riesgo y se juega la vida; por eso, es necesario que confíe plenamente en ti. Y eso se consigue con constancia y un entrenamiento diario”.
Ventura se extiende sobre las actitudes toreras que adornan hoy a los potros toreros que cuentan con la carga genética necesaria.
“Tanto la doma como el rejoneo actual es más suave que hace años. El caballo de hoy tiene más calidad, y solo es cuestión de enseñarle el camino, como a un novillero con condiciones se le enseña a trazar un muletazo. Pero la exigencia es máxima, y no es lo mismo tener un caballo para rejonear en el campo que someterse al veredicto de una plaza de primera”.
El rejoneador está presto para montar a Remate y Nazarí, dos estrellas de su cuadra, para que queden reflejados en las instantáneas del fotógrafo Paco Puentes. Momentos antes, Ventura comenta que viajará con sus 20 caballos a Madrid (“todos están preparados y mi intención es sacarlos a todos en función de las circunstancias”, señala), asegura que algún día lidiará un toro en puntas (“pero solo por satisfacción personal, porque hoy se realiza un rejoneo más cercano al toro que hace unos años, cuando el toreo a caballo era más despegado y las banderillas más largas; en consecuencia, hoy, el riesgo para los caballos es mucho mayor”), y aboga por una renovación en profundidad del toreo a caballo (“necesito un toro que se mueva, ganaderías que no sean facilonas, y que la lidia tenga emoción, pero algunas empresas prefieren carteles vulgares, sin competencia y corridas económicas; si seguimos así, sin rivalidad ni emoción, la gente dejará de ir a los toros”).
– ¿Alguna vez ha soñado con vestirse de luces?
“Muchas veces. Desde pequeño he toreado a pie. Hace cinco o seis años pensé que sería bonito tomar la alternativa vestido de luces. Y me preparé para ello. Hubo momentos en que me lo creí, pero se impuso la realidad. Si accedía al escalafón de matadores era para competir con las figuras, y esa meta estaba muy lejos de mí“.
El sueño de hoy es la encerrona en Las Ventas. Y en su cabeza solo ronda el mensaje del video que Ventura ha protagonizado para conmemorar su gesta: “A ti te lo debo todo; por eso, ahora, todo te doy…”
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- Antonio Lorca, prestigioso crítico taurino del influyente diario español El País
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