En Madrid… Puerta Grande para el torerazo Emilio de Justo y Ginés Marín herido

Pablo Bielsa 30 septiembre 2018 España, Por Pablo Bielsa

Las Ventas, 30 de septiembre de 2018, tercera de la Feria de otoño. Tres cuartos de entrada. Toros de Puerto de San Lorenzo. Poco limpios en su embestid. A destacar la calidad del tercero de la tarde.

Emilio de Justo: Oreja, oreja y silencio en el que mató por Marín.

Román: Ovación tras aviso y silencio.

Ginés Marín: Vuelta y herido.

Detalles:

Fue herido Ginés Marín en el sexto de la tarde. El parte médico del Dr. García Leirado es el siguiente: “Herida por asta de toro en región mandibular derecha, con una trayectoria ascendente de 5 cm, que produce destrozos en el músculo masetero y contunde parótida y nervio facial. El pronóstico es reservado.”

Saludaron en banderillas Ángel Gómez y Pérez Valcarce en el cuarto y Jesús Díez “Fini” y Manuel Izquierdo en el sexto.

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Con un buen saludo capotero recibió al primero de la tarde Emilio De Justo. El animal era ancho y de buenas dimensiones. Luchó en el peto del caballo. La faena la comenzó por abajo, doblándose con el toro para conducir su embestida. La embestida fue sosa debido a la carencia de bravura y celo en el astado. Sin embargo, el diestro supo mantener esas distancias y ese temple que tanta falta hacen en muchos de los festejos de hoy en día. Con el acero se lanzó con decisión y torería para dejar un estoconazo que le valió para concederle un trofeo.

De similar comportamiento fue el cuarto de la tarde y segundo del lote de De Justo. No se empleó con demasiada fuerza en el caballo, y en banderillas no mostros dificultad, pues fue rápido y con ritmo. Al comienzo del tercio de faena, Emilio de Justo entendió que debía encontrar el término medio del animal para poder extraer su jugo. Y así actuó. En ocasiones el animal se desentendía, pero más en corto era capaz de desarrollar genio, con lo que el diestro medía tiempos y distancias y supo obtener las pocas cualidades que tenía. De mérito fue su actuación y comparecencia, con oreja en cada toro bien merecida.

El segundo de la tarde, para Román, salió suelto y despistado. De bronco comportamiento en los inicios, el animal se estrelló con genio en el caballo, más no mostró problemas en banderillas. Durante el desarrollo de la faena le faltó fuelle, por lo que Román tuvo que poner mucho de su parte ante la brusquedad del astado. Por el derecho de fijaba, y no daba opción al fallo. En un lance, el torero fue volteado pero sin consecuencias, por lo que más tarde pudo seguir y rematar su valiente actuación. el respetable reconoció su labor con una ovación tras aviso.

En el quinto, Román se encontró a un astado de muy elevada romana. No sólo fueron los quilos los que le impidieron embestir sino también su falta de bravura. No dio opción alguna al matador valenciano y a pesar de todos sus intentos, tomó la espada para dejar varios pinchazos y fallos con el descabello.

La plaza recibió animada al tercero al ver el recibimiento capotero de Ginés Marín. En los primeros tercios no tuvo una entrega que pudiese enganchar al tendido. Se movió mejor por el izquierdo. El animal fue viniéndose a más en la muleta, llegando a humillar con gran clase. Esto fue debido a buen entender y hacer del torero, ya que corrigió los defectos que el animal mostró de primeras. Falló con la espada y terminó todo en vuelta al ruedo

Del sexto de la tarde poco se puede decir, ya que tras completar una lidia serenada y en su sitio, Ginés Marín comenzó su faena con la mano derecha y con mucha actitud, a la par que temple. Al poco de esto, el toro derribó al joven torero, con lo que le propinó un pitonazo en la cara, provocando una escandalosa herida hemorrágica. Emilio de Justo se hizo cargo, y mató al toro del último compareciente.

En conclusión, una tarde en la que Ginés Marín salió herido y del que esperamos su más pronta recuperación. Emilio De Justo venía de unos días muy complicados en su vida y supo, como los grandes toreros, sobreponerse a todos esos problemas e incluso crecerse para ofrecerle a su padre eso que tanto había querido, la Puerta Grande de Madrid. Hoy puedo volver a casa y decir: “He estado en los toros”.

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