Crónicas

En Sevilla… Román, herido en la pierna izquierda

Sevilla. Domingo 8 de abril de 2018. Primera corrida de la Feria de Abril. Toros de Las Ramblas, desigualmente presentados, cumplidores en los caballos, nobles, flojos y descastados. Casi tres cuartos de entrada.

Curro Díaz: Vuelta por su cuenta, silencio en el que mató por Román y vuelta al ruedo tras petición.

Pepe Moral: Silencio y oreja y silencio

Román: Herido durante la faena de muleta a su primer toro.

Detalles:

Se guardó un minuto de silencio en memoria del rejoneador Ángel Peralta.

Saludaron en banderillas en el tercero Raúl Martí y El Sirio.

Parte Médico de Román

Cornada en cara antero-externa de miembro inferior izquierdo, región pretibial, en una extensión de 15 cm, con dos trayectorias, una ascendente y otra posterior, que lesiona musculatura pretibial, alcanzando espacio posterior, donde lesiona estructura vascular venosa. Hemostasia de lesión venosa. Ante la imposibilidad de constatar con certeza la lesión arterial, y aun comprobando pulso arterial distal, se traslada para realización de pruebas complementarias. Pronóstico: grave.

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El joven Román se presentó en Sevilla y sufrió una aparatosa voltereta con cornada incluida al poco de pisar el albero maestrante. Auténtica mala suerte. Ciertamente, fue una presentación breve. Solo tuvo tiempo de demostrar en un par de tandas con la muleta que venía a por todas, que sabe torear despacio y con temple, y que no estaba dispuesto a volverse de vacío. Pero un toro mal presentado, manso, soso, sin fiereza y emoción alguna, una birria de toro bravo, lo enganchó por la pierna izquierda, lo volteó, lo buscó con saña en el suelo y lo mandó a la enfermería con toda la media ensangrentada, prueba evidente de que iba herido.

El triunfador de la tarde fue Pepe Moral, que nada pudo hacer ante su primero, un buey pesado, sin casta ni codicia, al que le costaba un mundo moverse. Entendió muy bien a su segundo, un dechado de nobleza, aunque escasamente fortalecido y con poca capacidad de movimiento. Se colocó Moral en el lugar exacto y, después de trazar algún derechazo estimable, tomó la izquierda y dibujó un manojo de naturales de toreo de salón, largos, hondos, lentísimos, que hubieran adquirido una altísima consideración si el toro hubiera sido algo más que un marmolillo bienintencionado. Muy andarín y deslucido fue el sexto, y todo quedó en un deseo incumplido.

Finalizada la primera faena de muleta, asomaron cuatro pañuelos en los tendidos mientras el matador, Curro Díaz, se acercaba al burladero de cuadrillas. Arrastrado el toro entre leves palmas, una ovación obligó al torero a salir al tercio a saludar. Y así sucedió; con generosidad sevillana se le agradecieron los pocos y bonitos detalles que tuvo ante un animal que exigió otra actitud del diestro. Acabado el gesto, Curro se dirigía a su sitio pero, antes de alcanzar el callejón, cambió de opinión e inició una sorprendente vuelta al ruedo que nadie le había pedido ni, por supuesto, había merecido. No hubo más que protestas aisladas, pero fue un detalle el de Curro Díaz muy poco torero. No se debe uno arrogar premios a los que no se ha hecho acreedor, y mucho menos en esta plaza.

La verdad es que no estuvo mal ante un toro que cumplió en el caballo y repitió con nobleza en el tercio final. Curro Díaz lo recibió de capote con excesiva brevedad y molestado por el viento, y muleta en mano, despertó la esperanza con un inicio en el que combinó los trincherazos, los pases por alto y dos de pecho que ilusionaron al respetable. Hubo, después una buena tanda de muletazos con la mano derecha y asentadas las zapatillas, y otra a continuación que tuvo menos hondura. Y, a todo esto, el toro seguía embistiendo. Bajó el tono del animal por el lado izquierdo, y ya solo hubo detalles de torería, pero no una faena hilvanada. En fin, que todo quedó en detalles bonitos, muy al estilo de este torero, de buen corte y elegante siempre, pero poco amigo de triunfos arrolladores. Y la vuelta al ruedo sobró, sin duda alguna; un gesto impropio de un torero que debe conocer dónde está.

Tampoco estuvo mal ante su segundo, otro noblón con muy poco fuelle. De nuevo, un inicio esperanzador por alto, y dos buenas tandas por el lado derecho, con aroma y torería. Una estocada baja, muerte rápida del toro, petición mayoritaria del público que no atiende la presidenta y otra vuelta al ruedo, con más sentido en esta ocasión. Lo dicho: torero de ¡bien…! más que de ¡óle…!.

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* Antonio Lorca, prestigioso crítico taurino del influyente diario español El País

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