En Lima… Puerta grande de Castella en tarde de bronca
La cuarta de abono de la Feria del Señor de los Milagros tenía todos los ingredientes para ser una gran tarde toros. Así lo entendió el aficionado que acudió a la plaza y llenó en el orden de los tres cuartos la Bicentenaria Plaza de Acho. Sol radiante y en el papel toros españoles del Puerto de San Lorenzo. Corrida mal presentada, desigual de hechuras y comportamiento, en lineas generales mansa y sin fuerza.
Sebastián Castella: Silencio y dos orejas.
Ginés Marín: Silencio y silencio.
Jesús Enrique Colombo: Saludo y silencio.
Detalles:
La pizarra anunció seis toros de la ganadería del Puerto de San Lorenzo y solo uno salió al ruedo con este hierro. Los otros cinco salieron con el hierro de La Ventana del Puerto.
Se volvió a omitir el dato de la fecha de nacimiento de los toros a lidiar.
El juez fue abroncado en el segundo toro al negarse a devolverlo a los corrales por anovillado y notoria cojera.
Se autorizó en el cuarto toro cambiar el tercio de banderillas con solamente dos pares.
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Si hay tardes que hacen afición hay otras que espantan al aficionado de las plazas. Fue el caso de la cuarta de abono de la feria limeña. Los que se dieron cita han sido testigos del desprestigio de la otrora gran Feria del Señor de los Milagros.
Para comenzar se anunciaron toros del hierro salmantino del Puerto de San Lorenzo y lo que se lidió prácticamente en su totalidad fueron toros con el otro hierro de la casa, el de La Ventana del Puerto. Solo uno salió con el hierro anunciado.
Corrida mal presentada, desigual de hechuras y comportamiento, en lineas generales mansa y sin fuerza. El segundo anovillado y cojo de la pata derecha provocó la bronca del respetable al negarse el juez a devolverlo a los corrales. Si el Sr. Fernando Loayza tuviese algo de vergüenza tendría que renunciar al cargo. Simplemente por darle pase a reses que no tienen el trapío para una plaza de primera. Aprobó seis impresentables en la primera de abono y hoy le dio el pase a uno que no debió salir al ruedo.
Fue tanta la bronca que aficionados de sol le dieron la espalda al ruedo y se escuchó el grito de ¡otro juez! ¡otro juez!
Sr. Loayza usted está para salvaguardar el derecho de los aficionados y si este paga por ver toros, pues eso es lo que se le tiene que dar. Parece que le pesa mucho el pañuelo verde, y es más fácil hacerse el sordo, el ciego y pasar como inepto y sinvergüenza.
El quinto de la tarde estuvo justo de presencia, pero se tapaba por la cara.
Otra tarde más que no se respeta el tercio de varas y no se exigen los dos puyazos de reglamento en plaza de primera y se sigue insistiendo en no colocar la edad de los toros a lidiar en la pizarra. Transparencia señores.
El juez en el cuarto toro accedió a la solicitud del matador de cambiar el tercio de banderillas con solo dos pares. La música a destiempo y orejas baratas son otras de sus perlas.
Jesús Enrique Colombo tomó la alternativa de manos de Sebastián Castella, por lo que lidió al primero de la tarde. Muy buena impresión causo el venezolano. Voluntarioso y portentoso en banderillas, y con oficio a pesar de su bisoñez. Un manso de libro fue el toro de su doctorado. Variado y vistoso con el capote. En la muleta el de La Ventana del Puerto se rajó desde el inicio imposibilitando todo intento de faena. Mató de una media caída.
El último de la tarde no fue picado. El toro hace extraños con los cuartos traseros al caminar. Aquí estuvo soberbio con los palos, pulcro con la muleta y en todo momento por encima de las condiciones del toro. Colombo lo exprimió y le saco todo lo que llevaba dentro. Faena de poder y mano baja a un toro con fondo que fue haciendo de a pocos y terminó por meterlo en la muleta. Luquecinas finales con desplante incluido y estocadón que no hizo efecto. El descabello se llevó la oreja ganada a ley.
Sebastián Castella abrevió con el protestado segundo. Si no hay toro no hay nada. Lo pinchó tres veces y con un golpe de descabello lo despachó.
El cuarto fue el mejor toro del encierro. Toro serio y cuajado tomó una buena vara de manos de Jhosept Rojas. En su afán de cuidar al toro con dos pares de banderillas pidió el cambio de tercio. Inicia con cambiados por la espalda y es muy sentida la primera tanda. El toro coloca la cara y humilla, y lo que no tuvo en recorrido, lo tuvo en transmisión. Estuvo a gusto el francés toreando a placer. Acortó distancias al final y mató de una entera desprendida. Sin ser rotunda la faena el juez concedió las dos orejas que resultaron excesivo premio.
Ginés Marín no tuvo suerte y le tocó bailar con lo peor de lo peor. Fue intrascendente la faena al tercero, un toro falto de casta que se aplomó rápido. Mal con la espada. Lo pincho dos veces y peor con el descabello.
El quinto fue un toro terciado, pero que se tapaba por la cara. Este también salió con un defecto en los cuartos traseros que le impedía mantenerse en pie. Lo mató con una entera, atravesada, trasera y tendida.
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Foto: Martín Campos