Crónicas

En Illescas… Degeneración presidencial

Illescas (Toledo). Sábado 7 de octubre de 2017. II edición de La corrida total.Tres cuartos de aforo en tarde soleada y de agradable temperatura. Corrida de toros de Victorino Martín, el quinto de nombre Jarretero fue premiado con el indulto. Correctos de presentación y desiguales de juego, donde destacaron segundo y quinto. Encastado el primero; justo de fuerzas el segundo; con movilidad el tercero; complejo y con peligro el cuarto; extraordinario pero falto de raza el quinto; y deslucido el sexto.

Emilio de Justo: Silencio y dos orejas.

Pepe Moral: Dos orejas y dos orejas y rabo simbólicos.

Martín Escudero: Oreja y silencio.

Detalles:

Exhibición y triunfo de Pepe Moral cuajando a un buen lote de Victorinos, y cortando cuatro orejas y rabo simbólicos a cuentas de un indulto que nadie entendió, en una tarde en la que se recordó la figura de Victorino Martín Andrés.

Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de D. Victorino Martín Andrés tras su fallecimiento el pasado martes. Por primera en la historia de la ganadería, La corrida al completo salió de chiqueros con la divisa negra en señal de duelo por el fallecimiento del creador.

Alfredo Cervantes y Fernando Sánchez se desmonteraron tras parear al segundo y quinto y, Vicente Varela en el quinto, José Antonio Carretero hizo lo propio en el tercero y Morenito de Arles con el cuarto.

El quinto de nombre Jarretero cárdeno de capa, herrado con el número 32 fue premiado con el indulto.

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Illescas y La corrida total, es un cóctel de sensaciones explosivas, donde se premian a toreros necesitados de un revulsivo en sus carreras para entrar con fuerza en las ferias, donde practicante sucumben al error de los mismos nombres y ganaderías de turno.

En Illescas se entremezcla el trabajo de un grupo de aficionados con el hambre de triunfo de los toreros, aunque en esta segunda edición de la corrida total, todo se tornó en medias tintas.

Y es que, a vueltas del indulto del pasado año con un Platónico de libro, al que homenajearon por la mañana después del sorteo con el descubrimiento de una placa en el patio de cuadrillas y, en el recuerdo del creador de la vacada extremeña que tantas tardes de triunfo dio, era una auténtica mezcla de sentimientos para el devenir de una tarde que tuvo su apogeo con el quinto que fue premiado de forma excesiva con el perdón.

En realidad urge la regulación de los indultos, y es que el subrealista capítulo de Illescas hace flaco favor a la fiesta, y alimenta al nutrido grupo de antitaurinos que claman por romper nuestra Fiesta. La de todos. Un indulto sonrojante y, protestado por el numeroso público que abarrotó el coqueto coso toledano.

Entre tanto Pepe Moral, se apuntó de forma incontestable ser el triunfador de La Corrida total, en un ejercicio de alma, corazón y vida, aderezado de una mano izquierda que recuerda al del mejor Cid de los albores del milenio. Y es que la zurda del sevillano, evoca el recuerdo de grandes toreros del corte del genial Manolo Cortés – sin ir más lejos, su fiel valedor -, y de un concepto del temple de máximas proporciones.

Para Pepe Moral la incursión en este cartel era el premio a una temporada que arrancó con mucha fuerza con las dos orejas en Sevilla a un Miura. Ahí es nada. Y otro orejón en Pamplona a otro toro de la vacada de Zahariche.

Obra cumbre la del quinto, tras un tercio explosivo de una cuadrilla formada por un Vicente Varela que meció el capote en el segundo y puso un par cumbre en el quinto, de un Cervantes que apunta a mayores empresas y de un Fernando Sánchez con aroma de torero grande. Sensacional. Los tres brindaron dos tercios de excelsa torería. Hasta Victorino desde el tendido se apuntó a tocarle las palmas.

Fácil. Excepcional. El quinto de nombre Jarretero gozó de un pitón izquierdo magistral, aunque se echó en falta un punto de casta. Media muleta le dejaba sobre el albero el sevillano, los naturales mágicos y enganchando por delante, hicieron todo lo demás.

Una de las faenas de la temporada, pero faltaba ese punto de equilibrio entre un Victorino que careció de raza en el tercio final, y que escarbó y hasta perdió las manos en su encuentro con el caballo. Fue tomar la espada, y el dilema estaba encima.

Se le pidió el indulto en medio del griterío y el presidente sin consultar al ganadero, encendió la caldera y mostró el pañuelo naranja en medio de la indignación. Inexplicable, tal vil degeneración. Moral no se lo creía, en consonancia con los cerca de cinco mil aficionados que poblaron los tendidos. Dos orejas y rabo simbólicos, y todo en medio de la degeneración presidencial.

Si excepcional estuvo con el quinto, no se quedó atrás con el segundo, otro gran toro de Victorino que persiguió los engaños y con el que Cervantes y Sánchez se lucieron con los rehiletes. El segundo acudió con fuerza en la muleta, pero le faltó emoción en líneas generales a una labor, que fue suplida por el sevillano a base de entrega e impronta con una mano izquierda de bandera. De uno en uno le corrió la mano. Magistral. La estocada hizo el resto y paseó las dos orejas, que con las dos y rabo del quinto, le permiten encarar el invierno con la fé por las nubes.

Emilio de Justo que llegaba con un aroma de toreo caro a juzgar por sus actuaciones en Francia, dio su mejor versión con el complejo cuarto, haciendo un esfuerzo con un peligrosísimo burel donde se quedaba parado a mitad del embroque, supliéndolo a base de valor y determinación.

Unas carencias que tuvo el de Victorino, que en muchos momentos fue partícipe el extremeño, al que se le echó en falta una mejor colocación al inicio de faena, traduciéndose en un susto por el que resultó prendido sin consecuencias aparentes.

Aun así, nada debe empañar el tremendo esfuerzo del extremeño ante un toro nada fácil, y con el que estuvo a la altura. No así con la espada, de la que debe seguir practicando. Paseó dos orejas – excesiva la segunda -.

Se presentó en Illescas ante un gran toro de Victorino que acudió tres veces al caballo que montaba Felix Majada. El primero hizo el avión por ambos pitones y se le fue al extremeño con las orejas camino del desolladero. Metía la cara en mitad del descrédito de un de Justo que supo lavar su imagen con el cuarto, porque en su primero no dejó nada claro. Tan mal estuvo con la franela como con la espada. Aun así, maquilló su discreta tarde en el cuarto.

Lo que no se entendió fue la presencia de Martín Escudero, que con tan solo tres actuaciones escalonadas esta temporada – febrero, agosto y septiembre -, ni estuvo, ni tampoco se le esperaba. Escudero fue el auténtico convidado de piedra de la tarde, a cuentas del lote de Victorinos que desperdició.

Con el tercero dejó algún detalle suelto, pero el desarme en muchos compases y el escaso temple empañaron la actuación. Dejó una media estocada que fue premiada con un apéndice. Si breve fue la faena con el tercero, larga y tediosa transcurrió la del sexto frente al toro más cuajado del buen encierro de Victorino Martín, al que Martín Escudero en una labor larga y acompasada sobre ambos pitones, le faltó llegar con fuerza a los tendidos. Y es que su escaso bagaje no le ayudó en una tarde a contra corriente.

Los tímidos aplausos con los que despidieron a Martín Escudero contrarrestaron con la cálida ovación tributada a la dupla formada por Pepe Moral y Emilio de Justo que compartieron salida a hombros junto al mayoral de Victorino, en una tarde de recuerdo a un ganadero de leyenda. D. Victorino Martín Andrés.

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@alb_bautista

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