Crónicas

En Pamplona… Roca Rey reaparece y vuelve a ser cogido

Plaza de Pamplona. Quinta corrida de feria. 11 de julio. Lleno. Toros de Jandilla, bien presentados, mansos, muy nobles y encastados.

Miguel Ángel Perera: Silencio y ovación.

Cayetano: Oreja y oreja.

Andrés Roca Rey: Oreja y fue cogido, oreja.

Parte médico:

Según el parte médico emitido por el doctor Ángel M. Hidalgo tras concluir la intervención en la enfermería de la plaza, Roca Rey ha sido atendido de “… una herida por asta de toro en la cara interna de muslo izquierdo con dos trayectorias; una, en profundidad, que diseca músculo recto interno y adductor mayor con contusión del adductor mediano de 10 centímetros de profundidad, y otra, de 10 centímetros en dirección distal. Presenta también varetazo y contusión abdominal y la ecografía es normal. Pronóstico reservado”.

Aunque no está aún confirmado, todo hace indicar que el torero peruano no podrá comparecer en su segunda tarde en la feria, prevista para este jueves. Está anunciado junto a Antonio Ferrera y Alejandro Talavante y los toros pertenecen a la ganadería de Núñez del Cuvillo.

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Roca Rey reapareció y volvió a ser cogido en el último instante. La corrida acabó con sangre del torero, que fue herido en el muslo derecho al entrar a matar al sexto de la tarde. Se partió el estoque al tiempo que el toro lo empitonó y lo corneó en el suelo. Cortó, no obstante, la oreja después de una actuación entregada y poco lucida ante un toro de calidad, como toda la corrida.

Si quieres triunfar en Pamplona, ponte de rodillas. Así lo hicieron Cayetano y Roca Rey y acertaron. Pero los verdaderos triunfadores de la tarde fueron los toros de Jandilla, mansos, nobles, encastados y gran clase en el tercio final.

Cayetano cayó de pie en Pamplona; de algo tiene que servir pertenecer a la familia que pertenece y salir, día sí, día no, en las revistas del corazón. Esta plaza, visto está, también sucumbe a la crónica social. Cortó una oreja de su primero, que no la mereció; el problema es que le pidieron con fuerza las dos. Y no la mereció, a pesar de su entrega porque estuvo por debajo del muy noble toro. Lo recibió con dos largas cambiadas de rodillas en el tercio y dibujó una verónica de alta gama. Se abstuvo en el tercio de quites, brindó al respetable, se puso de rodillas, y así muleteó por alto, se adornó con varios molinetes y las peñas entraron en caja. Ya de pie, el asunto fue diferente: el toro embistió humillado, con largura, fijeza y transmisión, y Cayetano lo muleteó despegado con la mano derecha. Hubo una tanda aceptable y se acabó la historia. El animal amagó con rajarse, pero acudió a cada cite por el pitón izquierdo, y ya nada fue igual. Un natural hondo hubo, y poco más. Dos circulares, miradas al tendido y una buena estocada. En fin, que cayó de pie como hombre popular, pero como torero dejó que desear.

Aún mejor fue el quinto en la muleta, al que Cayetano toreó otra vez despegado, con unas formas superficiales y huecas. A toda su labor le faltó unidad y ligazón y le sobró celeridad. Lo más destacado, una tanda con la mano izquierda. Al final, otra vez de rodillas para torear por alto, y un desplante dando la espalda al toro que acabó con el cuadro de las peñas. A pesar de una media tendida, un aviso y dos descabellos, salió por la puerta grande.

Roca Rey reapareció en San Fermín tras su última cornada y volvió por sus fueros de torero valiente que derrocha firmeza y entrega y conecta con facilidad con el tendido. Torear, toreó poco, pero demostró que sale a por todas, y que es un revulsivo necesario para la fiesta actual. Fácil y variado con el capote, también brindó a los espectadores y se hincó de rodillas para encandilar a las peñas. Asentado y seguro, con un toreo más bullanguero que hondo -un natural fue excelente-, dos muletazos cambiados por la espalda, un circular y una arrucina, solo paseó un trofeo porque pinchó antes de cobrar una estocada trasera.

Por primera vez en esta feria salió al ruedo un toro normal; entiéndase, un toro bien presentado y armado, pero muy lejos de los descarados pitones de los días precedentes, y de los gigantones de cuatro patas que han dado tan mal juego. Ya así fueron los seis de la tarde.

El primero manseó en el caballo, mostró escaso celo en los capotes, no destacó en banderillas, y en el tercio de muleta tuvo tanta fijeza como aspereza. Acudía al cite con la cara humillada, pero soltaba un tornillazo al final del recorrido. Total, que Perera, que era su lidiador, dio muchos muletazos, con más eficacia que confianza, y comprobó que no era un toro solamente noble, y sus dificultades emborronaron el toreo moderno del torero extremeño. Mató mal, de una estocada en los bajos, y quedó la impresión de que hubiera sido necesario un mayor compromiso del matador y algo menos de conformismo.

Mejoró sensiblemente el torero ante el cuarto, toro noble y de excelente clase, y demostró Perera que al público navarro le importa más la merienda que el buen toreo. Su faena, templada, poderosa y profunda, pasó desapercibida. Estuvo a la altura del buen toro, sobre todo por el lado derecho, y dibujó una buena tanda de naturales.

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* Antonio Lorca, prestigioso crítico taurino del influyente diario español El País

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@TorosenelMundo_

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Foto: El País

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