Opinion

En la Opinión de Pepe Mata… Colombo, el tercero de esos mágicos toreros que nacen cada 100 años

En nuestras largas, en verdad, lector amigo, largas e intensas, y para mi edificantes conversaciones que teníamos, el licenciado Julio Téllez, y quien esto escribe durante la semana, ya sea previa o después de haber hecho el añorado programa Toros y Toreros -aquel programa que le fue arrebatado cínicamente al licenciado Téllez-, en medio de su gran, gran biblioteca situada en el salón principal; acaso unos 20 mil libros y otros tantos acetatos, así como discos compactos de música clásica, todos como testigos de esas pláticas.

Hablábamos no sólo de toros, sino de arte en general.

Al licenciado Téllez le apasiona la ópera, un auténtico erudito en ese tema, y coincidíamos en nuestra gran pasión por la música clásica, fundamentalmente por el inmenso Ludwig Van Beethoven, sin dejar el análisis del gran Leonardo D’Vinci, o Miguel Ángel y la evolución de la pintura, de la arquitectura,  de la poesía…

… con los poetas de finales del siglo XIX en México como Amado Nervo, por ejemplo, de la Generación del 27, del luminoso Rubén Darío, en fin…

… una pasión inacabable por todas las bellas artes, que tenía cabida en nuestra conversaciones.

Ahí, en medio de ese mágico ambiente, investigábamos, nos documentábamos y hacíamos análisis.

Dentro de nuestro tema taurino, viendo de la valiosa filmoteca y videoetca del, licenciado Téllez, quien posee faenas desde finales de siglo XIX, su evolución en el XX hasta llegar a los principios de este XXI, era consecuencia necesaria disertar sobre como fue ocurriendo esa evolución del toreo.

Fue que curiosamente ahí, en donde nuestros análisis nos llevaron a concluir, que cada 100 años se produce un cambio en las bellas artes, en el contexto socio-económico-politico, en fin, y por supuesto, en los toros.

Hace un siglo se habían unido tres tauromaquia de una solidez tremenda, y de un porvenir avasallador…

… ¡sí!, Rodolfo Gaona, de quien el propio Maestro (José) Alameda afirmó que había universalizado el arte del toreo, de José Gómez Gallito o Joselito, quien impuso cambios sustanciales a la tauromaquia y Juan Belmonte, que fue importante para la continuación de un futuro tan venturoso como glorioso para la Fiesta de los toros.

Y, así, también veíamos como la Fiesta estaba cayendo en un letargo, en un momento de falta de verdad y de carencia de sustento, consecuencia de que los figurines comenzaron abusar estentóreamente del bobitoro, de los pequeñajos, del cornicure, de imponer sólo a las ganaderías comerciales que les hacen sentir a gusto; evitando el compromiso y la grandeza que les otorga tener frente a ellos, al toro en todo su esplendor, integridad y autenticidad.

Esas pláticas se quedaron en el archivo de sastre de mi memoria como valioso legado, y tiempo después, me recordaron cuando vi a, Andrés Roca Rey, de becerrista, luego de un pronto pero luminoso episodio como novillero, consolidarse en menos de un año tras su alternativa, poniendo a todos los figurines contra la pared e imponer su imperio…

… el imperio de Andrés Roca Rey.

Había nacido para la tauromaquia el primero de esos tres toreros que aparecen cada 100 años, y lo dije y lo escribí.

Después observé con detenimiento la evolución de, Luis David Adame, quien llegó a la Monumental Plaza de Las Ventas, consolidado como el mejor novillero, y demostrar ahí ante la aprobación y beneplácito del público más exigente de los toros, los sólidos argumentos que le detentan, y que penosamente ahora está en un limbo involuntario, del que hay que sacarlo y enviarle a España, a donde tiene que resurgir con toda el poderío luminoso de su tauromaquia, porque tiene todos los elementos para ello.

Había nacido para la tauromaquia, el segundo de esos tres toreros que aparecen cada 100 años, lo escribí y lo dije.

En este contexto, faltaba ese tercer toreo, ahora hay muchos jóvenes y muy buenos, pero que no llegan a ese nivel de exigencia que ha puesto el universo para provocar el cambio necesario, como ocurrió hace poco más de 100 años con Gaona, Joselito y Belmonte, quienes -reitero- gracias a su portento, dieron motivo durante un siglo pleno de tantos toreros tan importantes, que provocaron la necesaria evolución del arte del toreo.

No obstante, de pronto, aparecieron los figurines actuales, quienes consiguieron limitar a la tauromaquia con base en su reprobable comodidad, llevándola a una estancia en la mediocridad, en las miserias taurinas, y con ello, la condujeron a la indiferencia del gran público.

Pero…

… pero el Universo marcha como debiera, dice Desiderata.

A, Jesús Enrique Colombo, le he visto como inició su andar torero. Un simpático chiquillo juguetón, que me lo presentó su padre en la, Monumental México, antes de ir a formarse a España, y ahí en la Península, comenzó a escribir una historia tan importante, que ahora mismo está a punto de consolidar esa tercia de toreros que nacen cada 100 años, para darle sustento a un arte tan mágico, mítico como trascendente:

El arte del toreo.

Ha nacido para la tauromaquia, el tercero de esos tres toreros que aparecen cada 100 años, y lo escribo y lo digo.

Hace apenas un par de días, pensando y reflexionando en esta tesis, sonó el celular (móvil), y cuando veo la imagen, sorpresivamente era el licenciado Téllez, lo primero que le dije, con un entusiasmo fue:

¡Licenciado Téllez, ya están los tres que se dan cada 100 años, Andrés Roca Rey, Luis David Adame y ahora Jesús Enrique Colombo!”.

El licenciado Téllez, después de escuchar mi explicación me dio la razón y concluyó afirmando la tesis que tenía.

Tres jóvenes toreros que si no hubieran ido a España, no habría pasado nada, pero para fortuna de ellos, y de la Tauromaquia, su paso, consolidación en España, les ha llevado a lo que dicta el universo, la historia, el futuro del arte del toreo…

… a ser los hacedores de necesario cambio.

Sí…

… ¡sí!, llegaron de América a España, uno del Perú, otro de México y el tercero de Venezuela, pero ahí está también la influencia de España, que dejó sus profundas raíces y, que, ahora esas raíces tenían la necesidad de ir a España para fortalecerse y florecer con una fuerza inaudita.

Ahí están ya esos tres toreros que cada 100 años nacen, habrá que confrontarlos y combinarlos con todos los demás jóvenes con argumentos, para darle ese tan necesario aire renovador, que devuelva el oxígeno a nuestro amado arte del toreo…

… ¡claro!, todo bajo la indiscutible premisa que debe prevalecer tarde a tarde y en todos los cosos taurinos del mundo:

¡El toro auténtico para el torero de verdad!

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@PERIODISTAURINO 

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