Crónicas

En Pamplona… Puerta grande para Roberto Armendáriz y Leonardo Hernández

Pamplona, 6 de julio. La corrida de rejones de la Feria de San Fermín se ha celebrado con un lleno en los tendidos con un público perfectamente uniformado, de color blanco y con el clásico pañuelo rojo al cuello, que no se cansó de aplaudir la actuación de los centauros. Tarde de las que hacen afición. Se lidió una brava corrida de El Capea y San Pelayo, propiedad de Pedro Gutiérrez Moya, bien presentados, algunos atacados de peso, pero nobles y con mucha movilidad. Todos dieron juego en los tres tercios de la lidia y murieron con la boca cerrada. Fueron aplaudidos en el arrastre.

Pablo Hermoso de Mendoza: Ovación y salida al tercio con ovación.

Leonardo Hernández: Oreja y oreja.

Roberto Armendáriz: Dos orejas y dos orejas.

Detalles:

Armendáriz y Hernández salieron en hombros.

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Pablo Hermoso de Mendoza, el Maestro que ha revolucionado el Arte del Rejoneo, que vestía una chaquetilla grana con adornos en plata, acostumbrado a salir en hombros en “su Plaza”, esta tarde tuvo que conformarse con los nutridos aplausos de sus coterráneos. Al primero lo paró con esa destreza única en la monta que le permite, en pocos lances, colocar los toros para comenzar a clavar los rejones de castigo. En el rejoneo, los caballos son los capotes y muletas de los rejoneadores y no hay quien los maneje con más temple con riendas y espuelas que Hermoso de Mendoza. Toda una exhibición en la monta de Napoleón, Disparate, Donatelli, Nevado y Brindis, que así se llaman algunos de los caballos con los que se lució en rejones y banderillas, pero la suerte no le acompañó en el último tercio, para el que utilizó a Brindis, pinchando a un toro que ya se había parado y no facilitaba la ejecución de la suerte. Fue ovacionado.

En el cuarto, el de la merienda, con toda la plaza dedicada a degustar sus viandas, Hermoso volvió a dar una lección de toreo a caballo. Lo recibió con el tordo Napoleón, doblándose con el en el centro del ruedo, para seguidamente colocar un buen rejón de castigo. Cambian el tercio y Pablo cambia de montura. Saca a Disparate para colocar banderillas , toreando a dos pistas y abanicando de un pitón a otro con la grupa del caballo. Va por otra banderilla ahora con Donatelli, otro tordillo torero, y con este clava además otras dos banderillas al son de la música. Se va a por Nevado para clavar dos banderillas cortas y la piruetas en la cara del toro. Tocan a matar y lamentablemente pincha en dos ocasiones y todo queda en una salida al tercio para recibir la fuerte ovación de los paisanos.

Leonardo Hernández, con una chaquetilla verde oliva, venía a repetir el triunfo del pasado año y lo logró. Recibió al segundo de la tarde con Estoque con el que colocó un rejón de castigo. Cambia el tercio y para banderillas utiliza a Calimocho, otra buena cabalgadura que le permite lucirse clavando de largo pero algo caídas. Cambia de montura y aparece con Sol, un precioso caballo que le hace honor al nombre, para clavar otras dos banderillas en encuentros con más ajuste. El público entra en la faena. Cambia por Xarope para clavar las cortas al violín y lucir en cabriolas. El toro llega con bríos al último tercio, pero Leonardo pincha y luego coloca certero rejonazo, por lo que sólo recibe una oreja, pedida por aclamación.

En el quinto vuelve a estar empeñoso. Lo recibe con Picazo, un castaño lusitano de mucho carácter. Clava un rejón en lo alto y desiste de clavar el segundo. Cambia de tercio y saca al tordo Despacio para banderillas, que clava con acierto, pero el toro se duele y desluce la salida. Otra banderilla de largo, enfrontilado y una tercera emocionante en corto, casi sin sitio para quebrar. El caballo tordillo vale en todos los terrenos y el público se anima. Un par a dos manos citando de largo y otro mejor que llega a los tendidos. Cambia y saca a Xarope para clavar otra banderilla y las tres cortas. Suena el clarín de muerte y coloca un rejón trasero que no basta, suena un aviso cuando acierta con el descabello. Una oreja es concedida por petición unánime.

Roberto Armendáriz. El navarro, con una chaquetilla negra y plata, ha tenido una tarde redonda. Recibió al tercero con el precioso tordo Visir, para luego de fijarlo, clavar un rejón de castigo. Cambia el tercio y comienza su exhibición. La música le acompaña ahora montando a El Capea, otro caballo tordo, con el que coloca dos banderillas. Cambia nuevamente de caballo y saca a un castaño genial llamado Ranchero, hijo del célebre Cagancho, el inolvidable caballo de Hermoso de Mendoza. Con este Ranchero clava magistralmente dos banderillas en corto, con una gran exposición y sin espacio para quebrar, pero el valiente caballo resuelve y sale limpio de la suerte. Saca a Cristal para las cortas y remata con un desplante, con el caballo de hinojos. El clarín toca a matar al bravo toro y lo hace con un rejonazo trasero, pero fulminante. El público solicita las dos

orejas que son concedidas por el Presidente. Al cierraplaza lo recibe con un caballo negro, de nombre Prometido, lo para y le coloca un rejón de castigo caído y contrario. Para banderillas trae a Diamante y coloca dos banderillas con la música sonando. Cambia la montura por Farruco y coloca otros dos pares con más ajuste. Se nota que Armendáriz quiere más premio y para conseguirlo va a por el tordo Cristal, con el que coloca tres banderillas cortas demostrando gran capacidad en la monta y la doma de sus caballos. Para rematar, cuando suenan los clarines se va con Cristal de largo, el rejón de muerte en su mano derecha y haciendo la suerte en rectitud, cosa poco frecuente, quiebra y coloca un rejón que tumba al toro sin puntilla. La plaza se cubre de pañuelos. Otras dos orejas para el navarro, que en la vuelta al ruedo.

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@wcardenasrubio

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