Opinion

Lo dice Pepe Mata… Los toreros le dieron la importancia

El des-encante comercial Domecq, está dándole al traste a la Feria de San Isidro, es alarmante que en todos los festejos que van y en los cuales se han lidiado bovinos provenientes de esa referencia ganadera, sólo muestren mansedumbre, descastamiento, invalidez, genio o reticencia.

Este domingo en cuestión, 21 de mayo, en lo que ha sido el décimo primer festejo del abono isidril, se han lidiado pésimos ejemplares de, Las Ramblas, y como era de esperarse tuvieron que ser mansos, descastados, bobalicones unos, otros reticentes…

… ¡sí!, la domecqticación, como le ha dado en llamarle nuestro compañero, Diego Estévez, a este mal endémico que está dándole serio golpe a nuestra amada Fiesta.

Mal que ha llegando a un punto tan alarmante, que el público hubiera caído en el hartazgo, de no haber sido por una terna que llegó con las firmes convicciones de conquistar todo, y casi lo consigue de no haber sido por la espada.

Llegaron tres toreros renovados, eso han mostrado y avasalladores, eso han demostrado.

sí, Juan José Padilla, Antonio Ferrera y Manuel Escribano, y cada uno en su concepto, mostró asentamiento, serena inteligencia, sensibilidad y la entrega sin cortapisas.

Han escenificado, como toreros banderilleros sendos tercios que entusiasmaron al respetable, aunque en mi concepto, brillaron cuando impusieron las banderillas cada uno en su segundo ejemplar.

Me impactó sobremanera la poesía de, Antonio Ferrera, lector amigo, y ya he platicado con usted, con relación a esa búsqueda del ritmo que mantenía el inmenso, Rubén Darío, cuando él lo tenía a raudales.

Y yo percibo que ese es el caso de, Antonio, antes del percance que le mantuvo alejado dos temporadas, ya había conquistado el ritmo, y la armonía en su expresión era evidente, en cada uno de los trazos de sus creaciones, tan largos como sentidos.

No sólo aparecía la fina arquitectura de su toreo, sino el contenido resultaba luminoso; ahora que para bien de la Fiesta ha regresado se le han extremado las formas y se le ha acentuado el contenido, y obsequia como regalo al paladar de los diletantes taurinos, luminosas propuestas, que logran subyugar y darle sustento al arte del toreo como un bien cultural e inmaterial.

El arte presupone verdad, y aunque esa verdad del toro bravo y encastado, no la hubo esta tarde, y no la habido desde el inicio del serial isidril, en este festejo existió la verdad del artista, que supo consumar una propuesta artística que brilló con intensidad en el redondel, desde con la capa, pasando por las banderillas y trascendiendo -en definitiva- con la multa, al sumar series aterciopeladas, vibrantes y rítmicas, con las que convocó al remilgoso ejemplar a asistir a su engaño y consolidar al fina estructura de su obra de arte taurino.

No…

… no sería justo, olvidarnos del señor Escribano, en especial, también me pareció que en su segundo toro, hubo intensidad en su buena intención, y ahí se notó que ha superado el serio percance que le tuvo en un calvario, del que se superó, pero además, con una interesante evolución.

Mientras que el señor Padilla, ahí estuvo, dejando en claro que la edad también le está concediendo madurez.

Así fue esta tarde, que pudo haber sucumbido ante el océano de mansedumbre, ante ese oleaje de descasamiento, no obstante, hubo tres toreros, que supieron poner los puntos sobre las ‘íes’, concediéndole importancia al festejo.

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@PERIODISTAURINO

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